Lo que nos dejó la lluvia
Los meses de enero y febrero son los meses de mayor precipitación pluvial en las regiones de la sierra y la selva. Este año el impacto ha sido diverso, ya que en algunas regiones las lluvias fueron excesivas y en otras fueron escasas o insuficientes afectando la agricultura, pero lo que nos dejó la lluvia, otra vez, son inundaciones en las zonas urbanas.
Que las zonas urbanas sean afectadas a causa de las lluvias es uno de esos problemas eternos y reincidentes de las ciudades del país, las pistas deterioradas de las calles y avenidas es el menor aunque más recurrente de los problemas, pese a que nuestras ciudades, no están ni por asomo entre las ciudades con mayor precipitación pluvial del mundo.
Según datos promedio del Banco Mundial para el periodo 2010-2014, el Perú tiene un promedio de precipitaciones en mm anuales de 1,738, menor a países cercanos como Colombia que tiene casi el doble, 3,240 mm anuales, Panamá 2,928 y Costa Rica 2,926, sin embargo al comparar el estado de las calles o avenidas post lluvia, en ciudades similares, las nuestras tienen generalmente el peor estado.
En días pasados tuve oportunidad de comentar el tema con un periodista, el alcalde de un distrito afectado por las lluvias y el gerente de la EPS encargada del agua potable y alcantarillado.
Como es usual en el país, cada autoridad culpa a otra instancia del estado o a la misma población, el término más común en la conversación al respecto es “drenaje pluvial urbano”, que es la red de tuberías que conduce el agua proveniente de las lluvias a un lugar determinado donde almacenado podrá ser utilizado para diversos fines.
En opinión de las autoridades la lista de problemas es largo y muchos responsables, entre los que podemos mencionar:
- No existe drenaje pluvial. La red de desagüe soporte todo el flujo de la lluvia y al no estar preparada para ese volumen colapsa.
- La costumbre de cierto sector de la población de botar en la red de desagüe desechos sólidos que producen atascos y buzones que comienzan a rebalsar su capacidad. Una práctica recomendable y que nadie realiza es limpiar sus techos y azoteas en la época previa a la temporada de lluvias, ya que al producirse las precipitaciones, esta lleva a través de los montantes la lluvia y sus desechos hacia el sistema de alcantarillado sanitario.
- Invasiones en lugares no autorizados y peligrosos, como quebradas por donde discurre el agua de lluvia procedente de zonas más altas (conocidas en algunas ciudades como torrenteras), este flujo no es sólo líquido sino que viene con piedras, tierra y basura produciendo los conocidos “huaicos”.
- Invasiones que construyen sus viviendas sobre el sistema de matrices de agua o desagüe.
- Las municipalidades que autorizan la licencia de construcción de viviendas en zonas o con diseños estructurales no preparados para zonas de lluvia.
- Obras de pavimentación de vías que no tienen la calidad en capas y componentes preparados para soportar el flujo de lluvia combinado con la carga vehicular, sin pendientes adecuadas que faciliten el flujo hacia los extremos o bordes de la calzada, ni cunetas adecuadas, de allí que veamos vías con pavimento o asfalto reciente deterioradas con la primer lluvia.
La lista es mayor, sin embargo al igual que la migración, tema de los dos anteriores artículos, la solución gira alrededor de autoridades (Ministerio, EPS y Alcaldes) que ejecuten obras, cumplan con su trabajo de control y faciliten la oferta formal de vivienda que cumpla con las normas.
Félix Villanueva.- Quatra Corp.