Stop a las inversiones
Entre junio y julio del 2002 se produjo la protesta social conocida como el “Arequipazo” en oposición al intento del presidente Toledo de privatizar las empresas de generación eléctrica del sur, Egasa y Egesur.
Al recordar el evento muchos arequipeños rememoran que la ciudad fue literalmente tomada por los protestantes y que hubo mucho apoyo de la población en general (incluso del alcalde provincial), que veía en la privatización el peligro de que las tarifas eléctricas domésticas suban, pero el mayor logro y orgullo para algunos arequipeños fue que se dejó en claro que a Arequipa nadie le impone nada, menos un gobierno centralista.
Sin embargo el impacto principal de este evento fue detener en seco las privatizaciones en el país, las cuales venían a buen ritmo y fueron un sostén económico importante del fisco nacional en la década anterior, durante el fujimorato.
Hoy estamos asistiendo a otro evento en Arequipa que podría tener un impacto similar en las inversiones, paralizarlas o retrasarlas, con el antecedente de Conga, seguramente muchos inversionistas tendrán serias dudas sobre quien gobierna el Perú, estamos ante una democracia donde la población elige a sus representantes, que toman las decisiones en nombre de todos o ante una “litoscracia”, el gobierno de la piedra o de los que tiran piedras y así dominan el escenario nacional.
La actual protesta contra el proyecto Tía María, a diferencia del Arequipazo del 2002 no tiene, al menos de acuerdo a las encuestas publicadas, un apoyo masivo ni mayoritario de la población de la región, según Ipsos el 51% de los que saben del proyecto, lo apoyan.
Arequipa ha cambiado mucho en los últimos 13 años. No es la ciudad que salía del colapso económico de los 80 y sus efectos en los 90, hoy es una ciudad distinta con mucho movimiento económico que crece más que el promedio del país. Recuerdo la expresión de una importante consultora y ejecutiva limeña que vive muchos años en Arequipa para un reportaje que hizo la revista Poder sobre el despegue de la ciudad arequipeña donde dijo: “Ustedes los limeños se quedaron estancados en el Arequipazo (hoy Arequipa es otra)”.
Pese a todo este crecimiento, luego de los hechos de violencia que, salvo milagro, concluirán en la cancelación temporal o permanente del inicio del proyecto Tía María, la imagen que quedará en la mente de los potenciales o actuales inversionistas seguramente no será alentadora.
Hoy es contra la minería, mañana será contra los hidrocarburos, contra las empresas energéticas, forestales, agroindustriales, etc. El reporte de Defensoría para abril señalaba 208 conflictos sociales activos, en la mayoría, probablemente conseguirá sus objetivos los que lancen más piedras.
Muchos indican que el siguiente objetivo es Las Bambas, una de las operaciones que ha invertido más en lograr la licencia social, inversión que quizás sea insuficiente para lograr el objetivo de realizar finalmente la explotación.
La mecha está prendida y este gobierno pareciera incapaz de apagarla en forma permanente, como ya lo he mencionado en varios artículos, es hora de repensar sin paradigmas el modelo.
Un modelo que logre repartir mejor la riqueza generada con la explotación minera, las propuestas ya se han discutido, PPK y Aldo Mariátegui propusieron la distribución directa del canon (tal como Alaska); Gonzalo Zegarra sugiere que las minas deberían comprar las tierras afectadas a un justiprecio, otros han propuesto por años, la necesidad que la explotación minera genere más ingresos por impuestos al país, más mano de obra y más capacitación a través de mecanismos legales (una ley), que obligue a transformar una parte del material extraído dentro del territorio nacional, con ello la compañía minera debería asociarse para industrializar y eso generaría requerimientos de mano de obra calificada (Mina+Industria+Educación).
En concreto lo que todas estas propuestas buscan es que la utilidad o beneficio público pase necesariamente por la utilidad y beneficio individual, el día que logremos aproximarnos a esto, no habrá organización anti-minera que con dos piedras logre detener las inversiones del país.