Semejanzas entre pobladores de Tía María (proyecto minero) y los de Nueva York
“Después de mucho pensar y deliberar, hemos decidido no seguir adelante con nuestros planes para construir nuestro proyecto aquí. Para nosotros, el compromiso de construir aquí requiere relaciones de colaboración positivas con los funcionarios regionales y locales que brindarán apoyo a largo plazo. Si bien las encuestas muestran que el 70% apoyan nuestros planes e inversiones, varios políticos regionales y locales han dejado claro que se oponen a nuestra presencia y no trabajarán con nosotros para construir el tipo de relaciones que se requieren para seguir adelante en el proyecto que nosotros y muchos otros imaginamos.
Estamos decepcionados por haber llegado a esta conclusión: amamos el lugar, hemos conocido a muchos líderes comunitarios optimistas y con visión de futuro, pequeñas empresas, propietarios y residentes. Gracias nuevamente a las autoridades que apoyaron y a los muchos otros líderes y residentes que recibieron con agrado nuestros planes y nos apoyaron en el camino”.
Estos párrafos no corresponden al mensaje de ninguna empresa minera en el país, es el mensaje (en traducción libre) que publicó Amazon luego de la feroz oposición que hicieron algunas autoridades y residentes de Queens, Nueva York, ante la intención de que se construya ahí un complejo de 33 edificios que serían las oficinas centrales de la operación este de Amazon.
Estas semanas que asistimos a un nuevo intento de iniciar la construcción del proyecto minero “Tía María”, aprovechemos el caso Amazon para identificar similitudes, algunas diferencias y sobre todo aprovechar las lecciones.
En septiembre de 2017, Amazon anunció sus planes para abrir una segunda localización en los Estados Unidos, al mismo nivel que su sede principal de Seattle, y comenzó a hacer una subasta pública entre las 238 ciudades que postularon como candidatas para albergar esa segunda sede.
Amazon, al ofrecer un complejo similar al de Seattle, estaba ofreciendo una inversión de cinco mil millones de dólares en infraestructura, miles de empleados viviendo y gastando en forma agregada millones, hoteles repletos con proveedores, millones de dólares para el sistema municipal, etc. El impacto de la llegada de esa segunda sede de Amazon se consideraba potencialmente transformacional, incluso para ciudades de grandes dimensiones.
La compañía, conociendo este atractivo, no se quedó corta en sus demandas a las ciudades, exigiendo localizaciones privilegiadas y bien comunicadas, un sistema universitario fuerte capaz de suministrar talento, incentivos fiscales de los gobiernos estatales y locales, entre otros aspectos. La compañía tenía claro que las ciudades necesitaban a Amazon más de lo que Amazon necesita a las ciudades.
Esta última frase es clave.
Luego de evaluar las 238 ciudades, Amazon eligió dividir sus segundas oficinas principales entre dos ubicaciones, que serían las ganadoras de la licitación, escogiendo a New York y Arlington (Virgina), gracias a que ofrecieron la mejor combinación de ventajas tributarias y beneficios humanos y estructurales.
La ubicación elegida en Nueva York, sería Long Island en el distrito de Queens. El gobernador y alcalde lo celebraron como un gran logro para la ciudad y se ofrecieron gustosamente para apoyar en todo lo necesario para lograr que Amazon tenga su segunda sede lo más pronto posible. El gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, bromeó acerca de cambiar su nombre a Amazon Cuomo con tal de lograr que Amazon estuviera en Nueva York.
Pero para sorpresa de todos, al difundirse la noticia, esta generó una encarnizada oposición de parte de los pobladores de la zona, diferentes organizaciones y hasta congresistas.
Al principio los directivos de Amazon estuvieron extremadamente sorprendidos de la oposición ya que entendían que Nueva York “necesitaba” de Amazon y toda su fuerza económica.
Los pobladores de la zona, por el contrario, estuvieron temerosos del impacto del inmenso complejo en su etapa de construcción, con decenas de grúas y contratistas trayendo miles de obreros. Se predijo el colapso del sistema de transporte por los contratistas y luego por los empleados y proveedores de la empresa, el incremento del precio de los inmuebles, de la salud y la educación por la nueva demanda, un aumento general del costo de vida de la zona, agitando una zona que vivía tranquila y feliz sin Amazon.
Al final todo ese activismo triunfó y Amazon no va más en Nueva York.
Si los pobladores de Nueva York sentían que una inversión de esa naturaleza los afectaría, por qué los pobladores de los Valles de Cocachacra y La Joya no podrían sentir temor a una inversión que no sólo afectaría su tranquilidad sino hasta sus recursos naturales.
Quizás muchos piensen que la zona necesita al proyecto minero, pero lo mismo pensó Amazon, y su proyecto no va más. Cierta población colindante ve perjuicios antes que beneficios con la inversión minera.
Llegó la hora de buscar una solución integradora, donde las partes se concentren en las afinidades, no en las diferencias, donde intenten abordar las necesidades e intereses, no las posiciones. Es importante comprometerse a cumplir necesidades, intercambiar información e ideas y hacer el máximo esfuerzo para que las partes sientan realmente que sí el proyecto minero Tía María se desarrolla, todos ganan. Mientras no se logre eso, el futuro seguirá incierto.