La diversión como principio laboral
Hace unos días fui invitado a una convención sobre gestión del talento titulada: El futuro del trabajo, título por demás sugerente, atractivo y que llama a la reflexión. En este evento se compartieron experiencias exitosas disruptivas con respecto al manejo de las relaciones con el personal en las empresas. El BCP, NATURA, LINDLEY y ALICORP fueron las empresas invitadas, cada uno con un caso diferente e interesante.
Más allá de comentar los casos quisiera resaltar la conclusión: la forma de trabajar ha cambiado, las redes sociales y la tecnología han revolucionado la formas de relacionarse, de vivir, de hacer negocios y por ende de trabajar. Pero no solo ello sino que hay nuevos principios en el trabajo como: sustentabilidad, autonomía, innovación, espacios de trabajo diferentes, nuevas formas de organización y diversión, si, DIVERSIÓN. En esta nueva era del trabajo la DIVERSIÓN es un PRINCIPIO. Y cuando hablamos de diversión en el trabajo no basta con hacer una ghymkana o un campeonato de fulbito por el aniversario de la empresa, hablamos de pensar en cómo hacer que el día a día sea entretenido y generar un ambiente estimulante para todos los tipos de colaboradores de su organización, desde los operarios hasta la plana gerencial pasando por administrativos y mandos medio, algo que suena bien en teoría pero que en la práctica no es nada sencillo.
Reflexionemos primero sobre el significado de diversión en el trabajo y aquí recordaré el famoso aforismo de Thomas Alva Edison: “Yo no he trabajado ni un día de mi vida, lo único que hice fue divertirme”, Edison se refiere a la motivación intrínseca que sentía al hacer su trabajo, es decir disfrutaba tanto lo que hacía, que se divertía por lo cual no lo consideraba un “trabajo”, pero en realidad si era su trabajo.
Cuando una persona disfruta tanto lo que está haciendo, entra en lo que se conoce como su zona de flow (por si acaso no nos referimos a ninguna canción de daddy yankee) concepto que acuñó el psicólogo húngaro Mihaly Cskszentmihalyi (si creen que es difícil escribir su apellido, traten de pronunciarlo). Mihaly, y disculpen que lo trate de tú pero no pienso volver a escribir su apellido, nos dice que cuando el nivel de dificultad de una tarea está de acuerdo con tu capacidad entras en una zona de alta productividad, una especie de nirvana laboral en donde no sientes que las horas pasan porque estás tan concentrado en lo que haces que no te das cuenta, en otras palabras te estás divirtiendo, sin embargo la gestión de esta “diversión” está ligada con conceptos clásicos de recursos humanos como: competencias, habilidades, personalidad, motivación, procesos de selección, etc., entonces de esta clase de diversión no estamos hablando sino de la diversión en su concepción más pura: la del juego.
Josep Huizinga, historiador y filósofo holandés en su Homo Ludens, uno de los ensayos más lúcidos sobre lo lúdico, nos deja en claro que el juego es inherente al ser humano y demuestra que la cultura surge en forma de juego, que la cultura primero se juega. Allí ya tenemos una de las razones principales del porque es importante el juego en una empresa: la cultura organizacional. Si queremos desarrollar una cultura organizacional, juguemos.
Cito a Huizinga: No hay que entender esto en el sentido de que el juego se cambie en cultura o se transmute en ella, sino, más bien, que la cultura, en sus fases primarias, tiene algo de lúdica, es decir que se desarrolla en las formas y con el ánimo de juego.
Asimismo Alfred Schutz, científico social austriaco, indica que el juego es una parcela finita de significado, una especie de sub universo al cual un individuo emigra transitoriamente de la realidad predominante de la vida cotidiana, lo cual aligera su existencia. Otro motivo más para jugar: escapar por un momento del día a día, de la presión laboral.
Entonces considerando estos dos puntos de vista diríamos que se puede aplicar la diversión de dos maneras:
1.- Aplicar el juego en la propia labor, es decir jugar a trabajar o trabajar jugando, y
2.- Jugar para desviar la atención en la labor, es decir jugar sin trabajar.
Pongamos un ejemplo del primer caso. Imaginemos que tienen que diseñar el nuevo plan estratégico de su empresa, proceso largo, tedioso y complicado, porque no utilizar elementos que hagan ese proceso más divertido. Pueden utilizar elementos diversos como: colores, plumones, cartulinas, dinámicas, música, sorteos, etc. Eso hará que el proceso sea mucho más entretenido con lo cual se estimulará el lado derecho del cerebro, donde se encuentra la creatividad.
Para el segundo caso, jugar sin trabajar, están todas las actividades lúdicas que puedan imaginarse para desestresarse. Por ejemplo: un sapo en el jardín, una mesa de ping pong, un juego de mesa, un campeonato de impro, etc. Eso hará que los colaboradores se escapen del “mundo real” por un momento, se relajen y vuelvan con mayor fuerza a sus responsabilidades.
Si a estas dos propuestas le sumamos que el colaborador esté motivado intrínsecamente a realizar su trabajo entonces tenemos el escenario ideal y está cumpliendo con las nuevas reglas de juego, porque recuerde la diversión en el trabajo en esta nueva era ya no es una opción, ni siquiera es una regla, es un principio.