Llorar por amor...al trabajo.
¿Alguna vez has llorado por motivos laborales? No tengo un estudio que sustente lo que voy a decir, pero por sentido común diría que la mayoría de nosotros en algún momento de nuestras vidas hemos llorado por trabajo. Y no me refiero al llanto de tristeza porque a algún compañero le pasó algo malo o al llanto generado por un momento intenso de felicidad, sino a las lágrimas de desesperación o impotencia provocadas por estrictos motivos laborales: un despido, un proyecto que fracasó, una reprimenda de tu jefe o una decepción. Suelo hacer esa pregunta en mis presentaciones y no todos admiten haberlo hecho, pues se cree que el llanto es un signo de debilidad o simplemente se avergüenzan. Pero para entrar de lleno en el tema les contaré un par de anécdotas lacrimógenas de mi vida como dependiente.
La primera ocurrió cuando estaba a punto de conseguir mi trabajo soñado, había terminado la universidad y estaba desesperado pues había pasado casi un año y no lograba insertarme en el inestable mercado laboral de finales de los noventas. De pronto me llamaron de un banco y me invitaron a participar en su proceso de selección para el puesto que estaba buscando, pasé varios exámenes, pruebas, entrevistas, reuniones y después de varios meses llegó la entrevista final con el gerente que sería mi jefe, él decidiría entre los 03 candidatos finalistas para el puesto. Luego de una semana en la que casi no dormí, me llamaron para darme las gracias por participar y decirme que habían elegido a otro. Mis esperanzas se desvanecieron. Me rompieron el corazón. Lloré desconsoladamente. Tuve esa sensación como cuando la chica que te gusta, con la que saliste, a la que le diste toda tu atención, con la que estuviste a punto de…se enamora de otro. Tal cual. Me sentía como un Forever Alone Laboral.
La segunda vez ocurrió cuando me despidieron. Sí, me despidieron. Es otra de las cosas que muchas veces no admitimos por vergüenza, es más algunos aconsejan que utilicen el eufemismo: proceso de recolocación laboral, para no reconocer que fuimos expectorados de una organización y que necesitamos urgentemente que alguien nos contrate. El despido es uno de los momentos más traumáticos en la vida de una persona, es más, hay estudios que indican que es incluso más difícil de superar que un divorcio. En fin, los motivos de un despido pueden ser varios: reestructuración, mala gestión, problemas financieros, fusión o simplemente le caíste mal al nuevo gerente, en realidad, eso no importa, el hecho concreto es que de pronto me vi en la calle luego de haber invertido tiempo y esfuerzo en la empresa, de haber sido “camiseta”, de haber estado comprometido al 100%, de haber dado todo de mí. Nada de eso importó. Lloré de rabia, de impotencia, porque consideraba que era injusto y no me lo merecía. Quería destrozar mi computadora, meter un virus en la base de datos, demandarlos ante el ministerio de trabajo. Es decir, estaba absolutamente despechado. Finalmente todas esas fantasías desquiciadas quedan solo en tu mente, lloras, te vas a tu casa y vuelves a empezar.
Con estas anécdotas muy personales lo que quiero demostrar es que el llanto por motivos laborales es muy común, tanto en hombres como en mujeres y no tiene por qué avergonzarnos. Son cosas que pasan siempre: buscas trabajo, te contratan, te peleas, te gritan, tú gritas, hay malentendidos, te despiden, te vuelven a contratar, te vuelven a despedir. Así es la vida, y el llanto nos ayuda a liberarnos del stress.
A continuación quisiera compartir contigo algunas reflexiones sobre el tema:
1. Cuando lloras no demuestras debilidad, demuestras humanidad. Somos seres humanos, no robots y eso que hasta Terminator lloró cuando estaba a punto de morir derretido y se despide de su amigo O connor.
2. Si tienes ganas de llorar no te reprimas. Hay estudios que indican que las personas que contienen el llanto tienen mayores probabilidades de sufrir un paro cardiaco. Así que llora nomás, es saludable.
3. El dolor es inevitable, el sufrimiento no. Podemos llorar de rabia por algo doloroso que nos pasó, pero si dejas que ese dolor se quede en ti y lo recuerdas a cada momento, y no perdonas o no te perdonas por tus errores, entonces estás sufriendo y solo tú lo puedes impedir.
4. Aprende de tus errores. El error es el maestro que te enseña lo que no debes volver a hacer. El que nunca se equivocó es porque nunca hizo nada. Mientras más fracases más cerca estás del triunfo. Y así puedo seguir con decenas de aforismos sobre el error. Creo que está claro ¿no?.
5. Finalmente, cuando te rías de eso que te hizo llorar significa que ya los superaste. Como dijo Woody Allen: Tragedia más tiempo es Comedia. Entonces el fin del proceso es la risa.
Pensándolo bien creo que por eso me volví comediante.