Anécdotas de Fin de Año
Estamos llegando al final del 2018 y probablemente este año sea recordado a nivel general por la complicada coyuntura política, social y económica de nuestro país, sin embargo estoy seguro que además hay otra clase de recuerdos que te deja este año, esas anécdotas simpáticas que te ocurrieron en el trabajo y que harán que esboces una sonrisa cada vez que las rememores, después de todo la vida laboral genera cantidad de situaciones divertidas especialmente en época navideña. Si me permiten les contaré un par de esas historias que recuerdo con mucho cariño.
¿Y si hacemos una banda de rock?
Era diciembre del 2001, trabajaba en una empresa de hidrocarburos como analista comercial, conversando con algunos compañeros de trabajo durante el almuerzo les comenté que mi pasatiempo favorito era tocar guitarra y cantar, coincidentemente ellos también tenían una afición musical, uno tocaba la guitarra y otro el teclado, pero además se habían enterado que en el área de distribución había un chofer que tocaba el bajo, evidentemente no podíamos dejar pasar esa feliz coincidencia, por lo que decidimos convocar al bajista, ensayar y formar una banda de rock.
Los demás compañeros se enteraron y pronto la noticia llegó a los oídos del dueño de la empresa, quien no solo se sorprendió gratamente de nuestra iniciativa sino que además nos alentó a continuar ensayando, lo cual hicimos un par de veces más sin ninguna presión y tratando de cuadrar algunas canciones, sin embargo no sabíamos lo que nos esperaba. El 31 de diciembre a las 11 de la mañana ad portas de la celebración del año nuevo nos convocó en su oficina y nos dijo: ¿Tienen planes hoy? Voy a hacer una fiesta en mi casa, invitaré a todo el equipo y me gustaría que toquen allí. ¿Podrían? Pudimos decir que no, que era muy pronto, que solo sabíamos 8 canciones, que teníamos planes, pero la verdad es que nos encantó la idea, solo había un pequeño detalle que él no había considerado, instrumentos teníamos pero no equipos y tratar de alquilar a esa hora era prácticamente imposible. Bueno, no hay problema. ¿Cuánto necesitan para comprar los equipos? Nos preguntó. No sabíamos si hablaba en broma o en serio. Bueno serían 3 amplificadores, una mezcladora, un micro, cables, en el mejor de los casos unos 3000 dólares, respondimos. Inmediatamente llevó su mano derecha al bolsillo trasero de su pantalón, sacó una billetera, empezó a contar billete tras billete y nos dijo: tengo 1800 pídanle al tesorero los otros 1200 y vayan a comprar el equipo necesario ahora mismo, eso sí ¡pidan rebaja! No lo podíamos creer. Inmediatamente cogimos una camioneta de la empresa y nos dirigimos hacia la calle Paruro en el Centro de Lima. Como comprenderán, siendo 31 a esa hora, el tráfico era atroz, las calles estaban reventando de gente, nos dieron las 3 de la tarde y no habíamos comprado nada, además necesitábamos recoger nuestros instrumentos y cambiarnos. Estábamos al punto del colapso.
Finalmente a las 6 de la tarde luego de buscar y buscar, cerramos el trato con una tienda. Les compraríamos todos los equipos a ellos, era su última venta del año. Mientras probábamos los equipos, los subíamos a la camioneta y pagábamos nos dieron las 8 de la noche. Todos ya celebraban incluyendo nuestros ocasionales proveedores quienes no podían dejarnos ir sin antes brindar con una caja de cervezas bien heladas. No podíamos desairarlos. ¡Salud para recibir el año 2002! Salimos volando a las 9pm, recogimos nuestros instrumentos, instalamos todo en la casa del dueño y un cuarto para la medianoche casi todo estaba listo, solo faltaba algo, el nombre de la banda. Mi jefe tuvo una brillante idea y nos presentó: con ustedes ¡Descuento por Planilla! Nombre por demás adecuado considerando las prácticas contables de la empresa. El público premió la ocurrencia con aplausos y risas, una gran demostración de sentido del humor tanto de la gerencia como del pueblo, mejor dicho de los colaboradores. Empezamos el concierto, recibimos el año nuevo y tocamos las 8 canciones que sabíamos hasta el cansancio. Fue un éxito absoluto. Llegamos a la cúspide esa noche. La banda continuó presentándose, tocamos unas cuantas veces más, incluso para otras empresas, hasta que por diferencias internas como suele ocurrir con toda gran banda, nos desintegramos. Espero que algún día nos juntemos nuevamente, si los Guns and Roses pudieron porque no Descuento por Planilla.
Imitando al gerente financiero
Esto ocurrió en la reunión de fin de año del 2006 de una reconocida institución educativa donde yo laboraba. Recursos Humanos había planeado el típico show de talentos donde cantantes, músicos, declamadores, bailarines, entre otros se apuntaron para demostrar sus habilidades artísticas. Yo tenía una idea un poco más subversiva: Quería hacer una sátira sobre el gerente financiero.
Para ponerlos en contexto, la situación económico financiera de la organización no era de las mejores, se había tomado una serie de medidas para contrarrestar esta situación, algunas de las cuales generaron el malestar de los trabajadores, además el gerente financiero nos invitaba constantemente a reuniones maratónicas en el directorio, reuniones en las cuales hacía gala de una serie de guiños, movimientos, gestos, frases muy suyas que al ojo crítico de un comediante en ciernes como yo, eran oro puro.
Evidentemente antes de presentar mi obra debía pasar el visto de la jefa de recursos humanos, no vaya ser que por hacer mi travesura me despidieran. Le pedí que por favor le comentara al gerente que había un colaborador que quería imitarlo y si eso no le incomodaba, él haciendo una demostración admirable de su sentido del humor aceptó feliz seguramente recordando eso que dijo Stephen King: la imitación es la forma más sincera de elogio.
Debo decir que como toda buena sátira, la crítica estaba presente pero de forma tan sutil que no fue censurada por recursos humanos, algo de lo cual me enorgullezco hasta el día de hoy. Me tomé muy en serio mi presentación, practiqué sus movimientos, su voz e incluso contraté a una maquilladora a la que previamente le envié una foto del cumplimentado.
Llegó el día, toda la empresa estaba presente en el almuerzo de gala, primero iba un cantante, luego una coreografía y finalmente mi participación. Salí y actué. Solo puedo decir que al final del sketch, que duró unos 10 minutos, solo se oían carcajadas, el gerente se acercó, me felicitó, nos tomamos una foto y justo antes de retirarse me dijo al oído: Oye, ¿de verdad soy así de jodido? No, le respondí ¡Eres peor! Y nos reímos. Han pasado 12 años y aun hoy cuando me encuentro con algún ex compañero de trabajo, incluyendo a mi víctima ocasional, recordamos aquella pequeña licencia que nos dimos al dejar a un lado las formalidades y diferencias corporativas dando rienda suelta al buen humor.
¿Y tú qué anécdotas nos podrías contar?