Como en el fútbol, las empresas necesitan actitud e innovación
¿Qué tienen en común el DT del Barcelona, Pep Guardiola, y la innovación empresarial? La respuesta nos la tiene Xavier Sala i Martin, el creador del Índice de Competitividad Global del World Economic Forum (WEF), quien participó con una destacada conferencia magistral en la X Cumbre Empresarial de la Alianza del Pacífico. Tuve una interesante conversación con él, que comparto con ustedes. Xavier Sala i Martin señala que para que una empresa o un país sean exitosos deben tener una mentalidad de competir con una actitud innovadora. “Si no lo haces, estás muerto”, advierte.
En el foro del 2013 señalaste la importancia de que los líderes adopten estrategias tecnológicas pues la tecnología cambia radicalmente el mundo y será un factor catalizador del desarrollo. ¿Cómo deben los líderes de los países y de las empresas ver el desarrollo tecnológico como base de la competitividad?
No quiero restar importancia a temas tecnológicos, pero la competitividad de un país no sólo se basa en los sectores tecnológicos. Las empresas que deben pasar a ser competitivas son las empresas tradicionales, las que hoy día son demasiado pequeñas, las que son poco competitivas porque son informales. Las empresas que no tienen la actitud necesaria para sobrevivir, para competir, que es una función que tiene una persona de hacer cosas distintas, cosas nuevas. Cuando hablo de innovación no me refiero a nuevas tecnologías, me refiero a que la empresa de gallinas o la empresa de pesca, la empresa de distribución de ropa, todas estas empresas tienen que hacer cosas nuevas. Para ello, más que una adopción de tecnología, se requiere un cambio de mentalidad.
¿Hacia dónde?
Hacia entender que la única manera de competir es que tener claro que si algo no funciona hay que hacer cosas distintas. En mi presentación hablé acerca de la experiencia de Pep Guardiola, de cómo él cambió la historia del Barcelona a base de cambiar. Cada vez que tenía un problema, su solución no era bajar precios, su solución no era hacer un departamento de I+D, su solución no era adaptar internet o una nueva tecnología. Su solución era jugar de otra manera, sorprender al contrario y lo tenía que hacer cada día porque la sorpresa sólo dura un partido. Para el siguiente partido la gran mayoría ya vio lo que hizo y los rivales se adaptarán; por lo tanto, se ve obligado a sorprender nuevamente.
Es una batalla constante que consiste en hacer las cosas distintas. Cada vez que el adversario te atrapa, tienes que volver a cambiar. Esa es la mentalidad de competir. La mentalidad de competir no es: “Los chinos lo hacen a mitad de precio, por lo tanto, bajemos los salarios”. Tampoco es: “Los chinos lo hacen a mitad de precio, por lo tanto, devaluemos nuestra moneda”. Esa es la mentalidad antigua, eso no funciona; ya lo hemos visto durante un siglo entero. La mentalidad de competir es: cada vez que los chinos hagan una cosa, hagámosla distinta, cambiemos, probemos cosas nuevas, como hizo Pep Guardiola con el fútbol.
¿Y es posible hacer algo distinto en el caso de las pequeñas empresas con pocos recursos?
No es “que sea posible”. Es imperativo. Si no lo haces, estás muerto. Los chinos van a seguir produciendo con más calidad y a mitad de precio. Entonces, tienes que decidir entre morir como los dinosaurios o cambiar. Los que se adapten al nuevo mundo sobrevivirán, como los mamíferos. Los que no se adapten van a morir como los dinosaurios. Y no es cuestión de recursos, es cuestión de actitud. Es cuestión de pensar. Guardiola no necesita recursos. Se sienta, mira videos, ve el problema y encuentra soluciones. Esa es la actitud.
Hablando de actitud. Hace poco el Word Economic Forum dijo que la diferencia entre los emprendedores de Latinoamérica y los emprendedores de Estados Unidos está en la ambición; que el emprendedor latinoamericano no tiene esa ambición de ver al mundo como el mercado, sino que su mercado es el local. ¿Es eso lo que puede estar pasándonos aquí en Latinoamérica?
Lo que veo es que no sólo en América Latina, sino también en España y otros países latinos, el fracaso es muy castigado socialmente. Cuando haces las cosas distintas, a veces te sale bien y a veces te sale mal. A veces Guardiola hace un invento y no le sale bien y pierde contra el Real Madrid. Si cuando haces una cosa y te sale mal, la gente te condena. “Mira, este hombre ha fracasado”, dicen. Entonces tenemos un problema porque la gente no prueba, no se arriesga.
Una sociedad que condena el fracaso es una sociedad que no innovará nunca. La gente tiene miedo de qué dirán los vecinos, qué dirán los amigos, qué dirá la sociedad. La gran diferencia entre Silicon Valley y el resto es que Silicon Valley ha tenido más fracasos que éxitos. ¿Cuántas empresas hay en Silicon Valley que cierran? Miles, miles de las aplicaciones, miles de los jóvenes que van a trabajar allí, con sus ideas, con sus ilusiones. La mayoría fracasa y, sin embargo, siguen. Y eso es cuestión de actitud, no es cuestión de recursos.
Nokia no quebró porque Microsoft la compró a US$ 3 la acción, cuando llegó a costar US$ 56. A Nokia la mató el Iphone. Pero si miras el libro de patentes de Nokia, esta compañía tenía la posibilidad de hacer un iPhone y no lo hizo nunca, nunca lo probó. La lección es: ¡Si tú no pruebas, si tú no te arriesgas, no ganas!
Apple por su lado ha fracasado varias veces. Apple quiso competir e inventó una cosa que se llamaba Newton que fue un fracaso monumental del que nadie se acuerda. Pero de aquel fracaso aprendieron, surgieron de las cenizas, modificaron y de ahí salió el Iphone. La diferencia entre Nokia y Apple, dos grandes empresas líderes, es que una de ellas prueba, prueba y prueba aunque fracase. Y la otra que no prueba se hundió aunque fuera líder mundial.
Nokia tenía el 80% de los teléfonos del mundo. Empezando con el 3010 que era el más vendido de la historia. Todo eso no le sirvió de nada. ¿Por qué? Porque no probaron. Y no porque no hicieran investigación y desarrollo, pues era la empresa que más hacía I+D. Tenía muchas patentes. Pero nunca innovaron. No es cuestión de dinero, no es cuestión de patentes; es cuestión de cabeza, de actitud, de arriesgarse y es cuestión de que cuando te arriesgas y no te sale bien, te vuelves a arriesgar. No te hundes.
¿Y tú ves que los líderes reunidos en la X Cumbre de la Alianza del Pacífico están planteando este cambio de actitud? Porque es una cuestión cultural que arrastramos desde la colonia y siempre hemos estado de alguna manera relegados, con miedo a salir hacia adelante. Ya es un tema cultural también…
No sé si es culpa de la colonia. Lo que sé es que no es un asunto del ADN. Es un asunto de actitud. Es algo psicológico y, por lo tanto, algo que se puede cambiar. Y si se puede cambiar, se debe cambiar. Porque si fuera un tema de ADN, diríamos: “Mira, pobres peruanos. Son así, nunca van a cambiar”. Pero muchos países como China, Corea u otros no crecieron durante miles de años y tienen el mismo ADN, tienen la misma religión y tienen la misma historia y, de pronto, empiezan a crecer. Nosotros sabemos que no es el ADN porque el ADN no ha cambiado. En China han cambiado muchas cosas pero el ADN no es una de ellas. Incluso la historia no ha cambiado, la cultura no ha cambiado pero de pronto empezaron a crecer, a innovar, a ver las cosas distintas. Corea, lo mismo. No es ni religión, ni ADN, ni nada. Y, por lo tanto, si esta gente lo hizo, no hay razón alguna por la cual el Perú no lo pueda hacer. Si no es ADN, se puede cambiar.
¿Y tú, qué opinas? Si tienes una empresa, ¿eres de los que se arriesgan a innovar desde donde estás, con los recursos que tienes, ya sean muchos o pocos? ¿Toleras el fracaso como una cuestión necesaria del éxito? ¡Hay que cambiar la actitud, y eso está en nuestras manos!
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