Planificando las siembras con un enfoque de demanda
Desde la designación del Ministro Arista como responsable de la cartera de Agricultura, el gobierno peruano se ha convertido en una suerte de “garante” en la compra de los excedentes de producción nacional de la papa y el maíz amarillo duro que se estima bordean las casi 78 mil toneladas entre ambos productos y cuyo valor mínimo de compra estaría alrededor de los S/. 85 millones.
Esta señal equivocada se convierte en un mal precedente, pues se generan distorsiones innecesarias que debilitan los fundamentos del mercado, y da pie a que los productores de otros cultivos busquen inmediata atención a sus reclamos en caso se vean afectados sus niveles de ingresos por los bajos precios recibidos.
Muchas organizaciones de productores y altos funcionarios del Minagri tentados por el clientelismo político reclaman la implementación inmediata de un programa a nivel nacional de planificación agraria de siembras, pues argumentan que los problemas de la llamada “sobreproducción estacional” de la papa, el maíz amarillo duro y otros cultivos de importancia nacional se suscitaron por la ausencia de dicho instrumento de planificación, así como de un sistema de información agraria inexistente.
Sin embargo, es importante recordar a aquellos funcionarios de antaño que hace más de 10 años, entre el 2004 y 2005, se registró una crisis similar de caída de precios en chacra de la papa a pesar que se encontraba vigente el plan nacional de siembras así como el programa de información y orientación a los productores, por lo que se tuvo que recurrir a un programa de emergencia de compras estatales de la cosecha de papa por parte de programas sociales como el PRONAA, cuyo responsable de dichas compras, en ese entonces, era el Ministerio de Agricultura.
Por lo tanto, garantizar la sostenibilidad de los ingresos de los productores agrarios no responde exclusivamente a un proceso de planificación de siembras donde el estado le diga al productor cuánto debe sembrar o cuál es la cuota que le corresponde programar sin que de por medio no haya información de lo que el mercado requiere en términos de volumen, calidad, variedad y oportunidad. Lo anterior supone además una sólida organización de los productores altamente competitivos capaces de gestionar sus unidades agropecuarias con visión empresarial y orientada hacia las oportunidades que ofrece los mercados con criterio de diversificación.
Es indudable contar además con un servicio de información agraria completo y de calidad, proveído por el Estado, para la toma de decisiones inteligente por parte del productor que involucre indicadores como precios, siembras, cosechas, clima, disponibilidad de agua, semillas, financiamiento, sanidad, buenas prácticas agrícolas, entre otros.
Precisamente la programación de siembras tiene que necesariamente responder a las características mínimas requeridas por la demanda donde el pequeño y el mediano productor agrario sean los protagonistas principales en la cadena de comercialización y provea los alimentos directamente al cliente final, en este caso el consumidor.
Experiencias innovadoras de modelos de negocio de compra directa al productor se viene llevando con éxito en Centroamérica a través de las tiendas Walmart, la principal cadena de comercio retail en el mundo, a través del programa “Tierra Fértil” que fue lanzado oficialmente en Costa Rica en 1972 y extendiéndose a otros países como Guatemala, El Salvador, Honduras, Puerto Rico y Nicaragua.
“Tierra Fértil” no solamente se encarga de establecer contratos de compra directa de alimentos a través de alianzas estratégicas con los pequeños y medianos productores organizados de granos, vegetales y frutas, sino que además brinda asesoría técnica permanente. Además, los productores también reciben información sobre precios y variaciones de la demanda.
Por ejemplo, en Costa Rica, Walmart establece anualmente acuerdos de producción y compra de cosecha de arroz y frijol a los productores costarricenses, para lo cual los agricultores de dichos cultivos acceden a financiamiento y asistencia técnica permanente de ingenieros agrónomos sobre la calidad de semillas, rotación de cultivos, manejo post-cosecha, uso responsable de agroquímicos y del recurso hídrico, buenas prácticas agrícolas y en temas relacionados con administración y finanzas básicas.
De esta manera los productores beneficiados con estos acuerdos fortalecen sus niveles de productividad, por ende, son más competitivos, se insertan al mundo formal y hacen que sus ingresos sean más atractivos y sostenibles debido a que reciben un mejor precio frente a un intermediario.
Este concepto innovador de negocio a la larga genera externalidades positivas a la actividad agropecuaria de la localidad ya que garantiza la seguridad alimentaria de la población, haciendo a la vez más rentable y sostenible los negocios agrícolas de los pequeños y medianos productores de la zona de influencia.
Actualmente “Tierra Fértil” ha generado beneficios económicos y sociales a más de 13,600 familias de agricultores y comunidades rurales de Centroamérica. “Tierra Fértil” ya es reconocido como modelo exitoso de Responsabilidad Social Empresarial en Latinoamérica por entidades como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Instituto Centroamericano de Administración de Empresas (INCAE), considerada esta última como la escuela de negocios número uno en Latinoamérica.
Las experiencias de “Tierra Fértil” descritas líneas arriba pueden ser perfectamente replicables en el Perú estableciendo alianzas estratégicas entre el Ministerio de Agricultura y Riego y las principales cadenas de retail en el país (Cencosud, Supermercados Peruanos, Grupo Falabella) con asociaciones de pequeños y medianos productores organizados que no tengan temor al cambio, así de esta manera planificar las futuras cosechas en función a los incentivos del mercado, particularmente lo requerido por las cadenas de comercio minorista de alimentos.
No inventemos la pólvora y más bien el gobierno a través del Minagri y los Gobiernos Regionales deben orientar el esfuerzo y el liderazgo en trabajar en beneficio del pequeño y mediano emprendedor del campo especialmente potenciando el segmento de la agricultura familiar de la sierra y selva del país, de esta manera evitar la innecesaria presencia del estado en la actividad económica fijando precios, y solo preocupándose en cumplir un rol subsidiador, pues los ejemplos de finales adversos son más que suficientes.