Agricultura: mirando al Bicentenario y más allá
En el último artículo en este blog hemos hablado de los temas urgentes. Asimismo, detallamos acciones propuestas de impacto en el corto plazo a fin de dar las señales inmediatas de cambios en el sector. Ahora veamos algunas propuestas de acción para lograr mejorar el dinamismo de la agricultura y consolidarla en el tiempo.
Antes de seguir, es importante recordar que existen líneas maestras que dirigen las acciones del Estado en el sector agrario y que se describen tanto en el artículo 88 de la Constitución Política del Perú, así como en la Política Nacional Agraria. ¿Por qué nos referimos a ellas? Porque es fundamental entender que sectores como la agricultura requieren de políticas de Estado, con enfoque de largo plazo. Esto se empezó hace más de dos décadas y creemos que debe continuarse.
En ese sentido, proponemos las siguientes medidas de políticas de impacto en el mediano y largo plazo:
- Reducir las brechas en infraestructura hídrica en la sierra
Según el Banco Mundial, el riego constituye una de las principales actividades en el sector aportando con dos tercios del valor de la producción agrícola. De otro lado, la inversión en infraestructura hídrica en las zonas altoandinas genera mayor disponibilidad del recurso agua, permitiendo aumentar los rendimientos en el campo, la posibilidad de rotación de los cultivos y reducir la dependencia del riego por secano.
Teniendo en consideración esta problemática, en 2013 se crea el Fondo Mi Riego, hoy rebautizado como Fondo Sierra Azul, cuyo objetivo es reducir las brechas en infraestructura hídrica, la cual se estima bordearían los US$ 5,000 millones tanto en la sierra como en la selva, y de esta manera incrementar la disponibilidad del recurso agua con fines agrícolas principalmente en aquellas zonas por encima de los 1,000 msnm.
Solo en la sierra el reto es enorme para la actual gestión del Presidente Vizcarra no sólo por la importante brecha por cerrar de casi dos millones de hectáreas de tierras agrícolas que dependen exclusivamente de las lluvias, sino también por los insuficientes recursos fiscales que dispone actualmente el Fondo -toda vez que la cobertura geográfica de este instrumento se ha ampliado a nivel nacional- así como la cartera de productos a financiar, como el actual programa de siembra y cosecha de agua, reforestación y riego tecnificado.
Es por ello que se hace necesario el uso de mecanismos alternativos y eficaces de financiamiento con la participación del sector privado en la ejecución de nuevos proyectos de inversión como el de obras por impuestos, el cual se podría priorizar en aquellos ámbitos regionales y locales donde se prevea conflictos sociales por el uso del agua particularmente vinculado con la actividad minera.
Pero así como se requiere infraestructura gris para llevar el agua hasta las parcelas, también es importante considerar la infraestructura verde que se necesita para asegurar la perdurabilidad de las fuentes de agua. En este espacio, las sinergias entre agricultura y minería son vitales e impostergables.
- Ampliar la frontera agrícola en la costa elevando la eficiencia en riego
Gracias a los grandes proyectos de irrigación en la costa se han incorporado en estas últimas tres décadas más de 211 mil hectáreas de nuevas tierras y se han mejorado más de 168 mil hectáreas con fines agrícolas, reportando importantes beneficios en materia de eficiencia de riego, generación de mano de obra, aumentos en la producción agrícola e ingresos por agro-exportación. De la misma manera, las inversiones en riego tecnificado han permitido alcanzar sustanciales niveles de rendimiento agrícola, superando incluso el promedio mundial, en productos de exportación como la uva, paltas, mangos, arándanos y espárragos.
En virtud de estos resultados y para dar sostenibilidad y viabilizar las inversiones en los proyectos de irrigación en la costa, creemos necesario que el gobierno peruano continúe con los esquemas de Asociaciones Público-Privadas (APP) de los proyectos Chavimochic Tercera Etapa, Majes-Siguas Segunda Etapa y Olmos, así como las Iniciativas Privadas Cofinanciadas (IPC) en el valle de Ica, en el valle Chancay en Lambayeque, afianzamiento del reservorio de Poechos y desarrollo agrícola en las cuencas de los ríos Piura y Huancabamba, en la región Piura.
Según nuestros cálculos, entre ambas modalidades de cofinanciamiento se podrían incorporar en los próximos años 370 mil hectáreas de tierras nuevas a la frontera agrícola y 412 mil hectáreas de tierras mejoradas en la costa peruana y reforzar aspectos institucionales como el saneamiento físico-legal de terrenos agrícolas, la regularización de derechos de uso de agua, el reforzamiento de las organizaciones de usuarios de agua y la resolución de conflictos sociales y ambientales.
No olvidemos que la ampliación de la frontera agrícola en la costa tiene que incorporar conceptos no solo de grandes infraestructura de trasvases, sino también de optimización del riego (tecnificación), así como del uso del agua subterránea que servirá, a su vez, como drenaje vertical en zonas con exceso de riego. Importante, también, es poner en agenda los conceptos de reúso de aguas y considerar fuentes alternativas como el uso de tecnologías de desalinización de agua de mar.
Nada de lo anterior será posible sino sinceramos los costos del agua (tarifas) que reflejen sus verdaderos costos de oportunidad. Esta última es una tarea compleja pero que debemos enfrentar tarde o temprano.
- Aprovechar la potencialidad de las plantaciones forestales en la selva
Un potencial impulsor del crecimiento sostenido con cuidado ambiental para la actividad agraria descansa en la inversión en plantaciones forestales con fines comerciales, esto particularmente en la selva peruana.
Se ha demostrado en innumerables experiencias a nivel internacional que la rentabilidad derivada de la producción maderera que proviene de plantaciones forestales es abismalmente superior a la producción en bosques naturales. Tanto es así que en una hectárea de bosques naturales la producción maderera genera una rentabilidad de entre 20 a 100 dólares, mientras que en una hectárea de plantaciones forestales se obtiene una rentabilidad de entre 1,500 a 1,800 dólares.
Sólo Chile tiene instalado casi tres millones de hectáreas de plantaciones forestales y genera exportaciones en este rubro por más de US$ 5,000 millones mientras que el Perú no supera las 100 mil hectáreas a nivel nacional y sus exportaciones forestales anuales están por debajo de los US$ 300 millones.
Una de las tareas del presidente Vizcarra en materia agraria debería ser la de instalar un millón de hectáreas de plantaciones forestales al año 2021. Si se logra alcanzar esta meta, se estima un aumento de hasta US$ 1,800 millones en las exportaciones madereras permitiendo adicionar anualmente hasta 1.7 puntos porcentuales al crecimiento del PBI agrario y generar más de 500 mil nuevos puestos de trabajo[1].
Dicho objetivo solo será posible de lograr si por un lado, el gobierno tiene plenamente identificadas y legalmente saneadas las áreas potenciales a forestar (actualmente el área deforestada en el Perú bordea las nueve millones de hectáreas) y, por otro lado, identificar el mecanismo de incentivos para promover inversiones privadas rentables de largo plazo (seguridad jurídica de las tierras y acceso a fuentes de financiamiento de largo plazo, principalmente), además de reducir los costos logísticos de trasladar la madera desde la selva a los principales puertos del país.
- Promover la inversión en innovación agraria
Si bien es cierto que se han registrado avances desde el gobierno anterior, como la inyección de mayores recursos públicos en innovación agraria, particularmente por la implementación del Programa Nacional de Innovación Agraria (PNIA) financiado por el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo, estos esfuerzos aún resultan insuficientes si nos comparamos con otras realidades económicas.
Sólo en América Latina, el gasto público en investigación y desarrollo (I+D) agrícola de Paraguay frente al Perú es seis veces mayor, respecto de Chile es cuatro veces mayor, respecto de Argentina, tres veces mayor y de México, dos veces mayor. Esta brecha se incrementa si la comparamos con economías industrializadas como la holandesa, país considerado número uno en materia de innovación agraria y el segundo exportador mundial de alimentos.
La evidencia en el ámbito internacional muestra la importancia de la inversión pública en investigación agrícola y su alto impacto positivo en la productividad del sector. Tomando nuevamente como ejemplo la economía holandesa, encontramos que con una superficie agropecuaria menor de dos millones de hectáreas (5% de la superficie agropecuaria del Perú y similar al área agropecuaria de los departamentos de Lima y Arequipa), se generan agroexportaciones que superan los US$ 112 mil millones (18 veces las agroexportaciones del Perú).
Estas enormes brechas registradas responden a la tecnología aplicada en el campo, a través del concepto de agricultura inteligente, que repercute en altos niveles de rendimiento en la actividad agrícola y ganadera y el ahorro de recursos en labores agrícolas.
Conocido como el “Food Valley” por sus impresionantes logros en productividad, la agricultura de Holanda es capaz de producir el doble de alimentos por metro cuadrado que el promedio mundial y reducir en 90% el consumo de agua para riego eliminando el uso de pesticidas, ello a pesar de haber disminuido casi en la mitad el número de agricultores y en más de 100 mil hectáreas el área agrícola, en los últimos 17 años.
Este modelo de crecimiento de producción basado en innovación es perfectamente replicable en nuestra realidad agroproductiva y podría llevarnos a garantizar la seguridad alimentaria del Perú, a la vez de convertirnos en una potencia mundial de alimentos en el mediano plazo, teniendo en consideración que la población mundial podría alcanzar los 10 mil millones de habitantes al año 2050.
[1] Según estimados del Banco Central de Reserva, por cada millón de dólares de exportaciones de productos forestales se generan 302 nuevos puestos de trabajo. Por otro lado, el Comité Forestal de ADEX refiere que el sector maderero es la tercera fuente de empleo productivo en el país.