Abastecimiento de alimentos: Cuidado con las profecías autocumplidas
La humanidad ha demostrado que ha salido airosa de las crisis y epidemias, cuando aparece la solidaridad y el trabajo en equipo. En nuestro país, recientemente, a raíz del Fenómeno el Niño 2017, bajo el Hashtag “Una Sola Fuerza”, dimos batalla unidos como sociedad con muy buenos resultados.
Sin embargo, parece que se nos ha olvidado esa lección. Estamos apreciando, en la actualidad, como algunas personas por desconocimiento y otras también, por ese espíritu de “aprovechar las oportunidades”, han optado por sobre abastecerse de bienes y alimentos. Eso, indudablemente, puede ser absorbido en un primer momento por la oferta, sin causar un efecto significativo en los precios; pero, si ese comportamiento continúa, podría producirse un desfase entre una demanda inmediata y el tiempo de reposición del stock necesario para abastecer los mercados, con un incremento paulatino en los precios de esos bienes.
Este comportamiento no es nuevo en el país. Por ejemplo, durante la pandemia del AH1N1 que llegó en mayo de 2009 al Perú, pudimos apreciar cómo se produjeron incrementos sostenidos en los precios promedio de algunos alimentos importantes en la canasta familiar como azúcar, aceite, arroz, ajos, papa, cebolla, entre los principales. En el gráfico de precios promedio mensuales, podemos visualizar como se produjo un salto significativo y persistente en el nivel de precios de algunos de los principales alimentos, a partir de la llegada de la pandemia al Perú.
Los elementos más potentes para que se diera la situación descrita en el comportamiento de los precios, fueron el acaparamiento y la especulación. El aparato productivo no sufrió daños extremos que justifiquen su paralización. Más aún, no hubo un abandono masivo de los campos y las industrias como producto de la enfermedad, sino que más bien los temores de desabastecimiento y cuarentenas extendidas hicieron que demandantes desinformados y algunos “oportunistas” generaran este incremento en los precios, que siempre golpea a los más pobres.
Pero, ya que estamos haciendo memoria de la situación que vivió el Perú en ese evento complicado, habría que recordar que en el 2008 se inicia una de las peores crisis económicas en el mundo, lo cual acarreaba efectos negativos sobre la economía de nuestro país, que pasó de crecer 9.8% en el 2008 a 0.9% en el 2009. Es decir, estábamos en una situación muy complicada para las familias del Perú, que en términos reales veían como sus ingresos se iban reduciendo significativamente.
Asimismo, para los que ya no recuerdan lo ocurrido a partir de mayo del 2009, en que se reporta al primer infectado con la AH1N1 hasta el final de la pandemia en agosto de 2010, se reportaron más de 10,000 infectados en los informes oficiales y la tasa de mortalidad no superó el 3%. Es decir, ya hemos enfrentado situaciones muy difíciles y aquí estamos, a pesar de las deficiencias de nuestros sistemas de salud. Y, eso es gracias a las medidas de prevención, control y atención que se implementaron.
Hoy, la situación es mucho mejor que la que enfrentábamos en el 2009. Si bien la economía no está en su mejor nivel, no estamos en una crisis mundial como la del año 2008. Asimismo, hemos acumulado experiencia en el tratamiento de epidemias no solo en el país, sino en la comunidad científica internacional. Además, podemos sumar que los sistemas de información, en general, son más diversos y tienen una cobertura mayor que en el pasado, lo que permite canalizar información a la ciudadanía, si se usa apropiadamente.
En el plano productivo alimentario, según el MINAGRI en su proyección para el crecimiento del sector agrario, éste oscilaría alrededor del 3.4% y estaría influenciado por el buen comportamiento de los subsectores de la avicultura y agroexportación. Asimismo, si analizamos las intenciones de siembra en los diferentes valles y productos agrarios, además de cruzar esta información con la data de disponibilidad de agua en los principales embalses (salvo Tinajones y Gallito Ciego), veremos que se trata de un año casi normal. No hay alertas climáticas de importancia, aún. Por lo tanto, no se presentan anomalías que podrían poner en riesgo el abastecimiento de alimentos.
En resumen, este artículo no busca sumarse a quienes han generado alarma excesiva y desinformación, sino por el contrario, poner sobre aviso a las autoridades y a la sociedad, en general, que debemos actuar de manera más equilibrada. Debemos propiciar un balance entre el bienestar individual y el colectivo. Debemos proponernos cooperar más tanto la sociedad civil como el Estado para evitar que la historia y la histeria se repitan, con lo cual obtendremos mejores resultados que en el 2009.
Al Estado le corresponde estar alerta y, a través de sus instituciones, velar porque el comportamiento de algunos ciudadanos y empresas no complote contra el bienestar colectivo. Es necesario evitar el acaparamiento y la reventa especulativa.
Por lo tanto, este nuevo Congreso deberá legislar de emergencia al respecto, dado que algún “entusiasta” del modelo de mercado, quitó la especulación como delito, siendo ésta tan perjudicial como los carteles y los monopolios, que son fallas de mercado. INDECOPI, Policía, Municipios y la propia ciudadanía deben estar alerta y denunciar estos comportamientos para que sean sancionados.
Si estamos unidos, preparados, informados, organizados y somos solidarios, no cabe duda que saldremos adelante y estaremos construyendo las bases de un mejor país.