La importancia de una educación financiera a temprana edad
Las tarjetas de crédito se han vuelto indispensables en el día a día de muchas personas y empresas, y es probable que en algunos años la gran mayoría de la población tenga acceso a ellas, bien sea para su uso como simple medio de pago, o como mecanismo de financiamiento. Con la expansión de los servicios financieros y las innovaciones tecnológicas, el acceso sigue aumentando considerablemente.
Así, cada vez más personas tendrán la oportunidad de ahorrar de forma segura y acceder a recursos cuando lo necesiten para, por ejemplo, expandir un negocio, adquirir una casa o comprar bienes que son útiles en un mediano o largo plazo, como electrodomésticos, computadores, e incluso vestuario.
Sin embargo, también está el otro lado de la moneda: mucha gente utiliza estos instrumentos para comprar cosas innecesarias, y en algunos casos asumiendo una carga financiera demasiado alta en relación con sus ingresos. Desafortunadamente, no es raro que las personas lleguen a su jubilación sin ahorros y con deudas.
Contar con una población educada financieramente es de suma importancia para el país, ya que hace que seamos más productivos, eficientes e independientes, en especial si esta es infundida desde la infancia. Según expertos en finanzas, la niñez es un excelente momento para introducir conceptos como el dinero, los gastos o el ahorro, ya que es en esta etapa en la que los niños pueden aprender el significado y valor de estas palabras y conceptos básicos como, por ejemplo, que no puedo gastar más de lo que me gano.
Al involucrar a los niños en el mundo de las finanzas desde casa y desde el colegio, conseguimos adultos más preparados para el manejo responsable del dinero y consientes de la importancia del ahorro, lo que probablemente les permitirá alcanzar sus objetivos con éxito.
En Latinoamérica la alfabetización financiera es muy baja en los jóvenes. Según una prueba del Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes (PISA, por sus siglas en inglés) previa a la pandemia, los estudiantes peruanos fueron los que obtuvieron la puntuación más baja del continente en educación financiera.
La educación financiera daría al alumno una combinación de conocimientos, capacidades y comportamientos que pueden trasladarse e incluso aportar a otras asignaturas como matemáticas. Ejercicios matemáticos con dinero y presupuestos, pueden por ejemplo motivar más a los estudiantes porque le ven una aplicación real para su vida. Si es parte del currículo escolar, los niños y jóvenes estarían desarrollando hábitos en una etapa que podría significar cambios de comportamiento de largo plazo de toda la sociedad.
Enseñar finanzas desde el colegio fomentaría que los estudiantes conversaran más con sus padres sobre las decisiones financieras del hogar y reduciría el porcentaje de gasto innecesarios, incrementando su presupuesto para el ahorro, imprevistos y otros rubros que pueden impactar positivamente su vida como la inversión en educación, una casa o en un negocio.
A largo plazo, contar con un conocimiento básico de las finanzas también puede ser un factor influyente en la vida social, en cultura política y, claramente, en las decisiones económicas. Conforme vamos creciendo, nuestros retos financieros se van incrementando, en especial porque las finanzas se encuentran presentes en la mayoría de las actividades de nuestras vidas.
El consumo es clave para la economía, porque genera una saludable dinámica de demanda que promueve la actividad económica, lo cual es bueno para generar riqueza y oportunidades de trabajo para todos. No obstante, también es cierto que para el país y para el sector financiero, es fundamental que los niveles de consumo siempre sean sostenibles, algo que se logra cuando hay responsabilidad, conciencia y habilidades comportamentales en la toma de decisiones por los consumidores. Una población educada financieramente es la base de una economía sana y resiliente, con un adecuado balance entre consumo, deuda sostenible y productiva.