Francisco Miranda: "Hay (aún) muchísimo que hacer en el Perú"
Conocí a Fran en el restaurante Barrio una noche cualquiera hace ya 2 años. Nos juntamos 3 tuiteros porque nos hizo gracia creer que si nos llevábamos tan bien en Twitter, ¿porque no funcionaria tomarnos unas “chelas” en la vida real?. Fue una noche llena de ideas y sorpresas. Con Francisco todo ha sido siempre distinto y divertido. No volvimos a juntarnos así sino hasta hace un par de meses en Nueva York, a donde decidió mudarse en busca de sus verdaderas pasiones hace ya 1 año. Él no lo sabe, pero yo lo defino como un apasionado de la vida, un inconformista y un soñador de un mundo bueno para todos. Nos hemos hecho amigos con el tiempo y rebotamos todavía algunos tuits a la distancia.
Francisco Miranda se define como uno de tres hermanos. Limeño de toda la vida y a semanas de cumplir 30. Estudió Derecho en la PUCP, pasó por una crisis de carrera -que nunca se fue-, es un fotógrafo frustrado, y actualmente estudia un Máster de Urbanismo en Parsons School for Design en Nueva York.
Eres un abogado dedicado al urbanismo, ¿Cómo nace tu interés por ello?
Siempre tuve problemas con ser abogado. La dinámica vertical de los estudios de abogados y la seriedad que viene con la carrera fue algo que jamás me terminó de convencer. Desde el lenguaje innecesariamente complicado hasta la obligatoriedad del terno. Fui miembro y luego parte del Consejo Directivo de THEMIS, una revista de derecho (que en muchas oportunidades me hizo más feliz que la carrera en sí) y luego pasé por estudios de abogados, el área legal de un par de empresas y una minera para terminar finalmente de abogado para una constructora-inmobiliaria en crecimiento. En este último trabajo comencé a empapelarme en algunos otros temas relativos al rubro; desde los problemas que tiene Lima en zonificación hasta las dificultades en lo que a servicios básicos para nuevas construcciones se refiere. Encontré a partir de ahí un interés más amplio en temas urbanos, temas como nuestro desastroso transporte público, la falta de un adecuado programa público de vivienda social y la necesidad de espacios verdes en la ciudad. Intenté reunir a un par de amigos (una arquitecta-urbanista y un economista) para quizás desarrollar una consultora en temas urbanos pero antes de entrar de lleno, me di cuenta que necesitaba regresar a las clases a fin de entender en detalle y a profundidad las aristas dentro de la problemática urbana.
Naces en Lima, creces, estudias y consigues trabajo aquí. ¿Qué hace que te mudes a NY?
En mi caso fueron dos motivos. El primero fue que Lima no ofrecía una alternativa educativa que me interese para hacer un máster o posgrado en temas urbanos y me vi forzado a ver alternativas fuera de Lima. El otro motivo tenía que ver más con tanto mis ganas de tener una experiencia de vida fuera de Lima como con la conexión que desarrollé con Nueva York.
Nueva York, más allá de ser absolutamente pluricultural y diversa, es también histórica en lo que a desarrollo urbano se refiere; desde el famoso grid de Manhattan hasta el increíble desarrollo que ha tenido en políticas públicas referidas a vivienda social, transporte público, espacios públicos y, recientemente, proyectos público-privados. Nueva York, desde Lima, me parecía el espacio ideal para desarrollarme académicamente. Ya aquí he descubierto que Nueva York no sólo me ha desarrollado tremendamente desde un punto de vista académico y profesional sino también de un punto de vista personal. Nueva York representó y representa un primer gran riesgo para mí, es una ciudad tremendamente cara, a veces agresiva y sumamente exigente.
“Hay mucho por hacer en el Perú” es algo que siempre escucho. ¿De qué depende que vuelvas?
Creo que es muy fácil perderse en lo que uno siente que le ‘ofrecen’ ciudades como Nueva York y querer apostar a desarrollarse lejos del Perú. En mi caso, es muy difícil desconectarme del Perú. Más allá de mi familia y amistades, ando muy pendiente del clima político, del desarrollo de la economía y, naturalmente, de los incipientes proyectos urbanos de mediana a gran envergadura que se van desarrollando tanto en Lima como en provincias. Es así como terminé metido en un Starbucks en Brooklyn en un día de trabajo a fin de escuchar los resultados oficiales de las elecciones presidenciales en vivo y cómo organicé mis días de forma que el 28 de Julio pueda permanecer en pijama, pedir comida peruana, convocar a un par de amigos peruanos y escuchar el discurso presidencial.
Y sí, hay (aún) muchísimo que hacer en el Perú y yo creo que en ese sentido, hace muchos años existe mucha gente comprometida con el desarrollo de sus comunidades y ciudades. Ver a gente comprometida y esperanzada con el desarrollo del Perú sólo me empuja a querer regresar de inmediato.
Sin embargo, lo único que me detiene de regresar de inmediato al Perú es mi economía personal. Más allá de que la universidad me otorgó un porcentaje generoso de beca, no era posible venirme a estudiar sin solicitar un préstamo personal; el tremendo interés y las cuotas establecidas del banco me hace cuestionarme si voy a generar suficientes ingresos en el Perú como para afrontarlo y bajo esa perspectiva, considero quizás quedarme un tiempo más.
¿Te consideras impulsivo al tomar decisiones?
Si esta pregunta estuviera dirigida a mi mamá, ella diría que sin duda el hijo más impulsivo que tiene soy yo. No sé si eso es absolutamente cierto, pero sé que a una muy corta edad aprendí que nadie tiene la vida comprada y que es mejor lanzarse al ruedo antes de que sea muy tarde. Creo que en mi generación, muchísima gente se ha comenzado a cuestionar si lo que hacen los hace feliz. Me parece muy importante cuestionarse, pero lo realmente valioso es enfrentarse a cambios sin tener seguridad alguna sobre lo que vendrá. Es el riesgo y la adrenalina del cambio lo que me incentiva. Mis amigos abogados no terminan de entender qué estoy haciendo, quizás más seguro era buscar una línea de carrera en un estudio y dedicarme a eso. Sin embargo, siento que esta (relativamente impulsiva) aventura me ha hecho crecer más en mucho menor tiempo y es la experiencia la que ahora define quien soy.
¿Qué significa hoy por hoy una maestría? ¿Qué es lo que más valoras de estar tomando una?
Soy tremendamente consciente de que he tenido muchísima suerte. Dentro del mundo de estudiantes y profesionales peruanos, hacer una maestría -y encima en el extranjero- es un lujo reservado para muy pocos.
Para mí, las maestrías hoy en día tienen que ver tanto con lo que uno recibe como con lo que uno aporta. Estar rodeado de otros profesionales de diversos países, trasfondos y especialidades genera un cruce de ideas e información que no se da de ninguna otra forma. Esas conversaciones han tenido una profunda incidencia tanto en mi manera de pensar como en mis proyectos a futuro.
¿Cuántas veces te han engañado las apariencias? ¿Alguna experiencia puntual?
¿El futuro te preocupa, te genera ansiedad?
Ojalá el futuro no me preocupara; algunos días me genera menos ansiedad que otros pero creo que es inevitable. De todas formas, no todo es ansiedad. Veo con esperanza y con muy buen humor el futuro, sobre todo ahora que tengo tantas ganas de desarrollar cosas nuevas y significativas en el Perú.
Siempre opinas en tus redes sociales personales sobre política. ¿Qué hay detrás de ello, porqué compartir tanto tus ideas? ¿Es generacional?
Creo que inevitablemente somos la generación que inventó el hashtag y que vio el inicio de las redes sociales. A su vez, ha quedado demostrado que el poder de las redes sociales es importante y a nivel mundial es lo que define los temas de conversación.
De #BlackLivesMatter al uso de redes sociales en la Primavera Árabe y de #UnionCivilYa a #NiUnaMenos, las redes sociales han también servido como herramienta de convocatoria a grandes movimientos que poco a poco se consolidan y van generando cambios. Las redes sociales también le dan una voz al que no la tiene y genera un espacio horizontal entre políticos y ciudadanos.
A nivel personal, siempre he tenido un interés en la política y por eso termino opinando tanto en Twitter como en Facebook -en menor medida-. Pertenezco a una generación que está en el momento preciso de exigir cambios y a la vez ser el cambio. En estos procesos sociales, es importante decidir si queremos ser un miembro activo o queremos más bien ser un espectador y las redes sociales son una muy básica primera herramienta para involucrarse (desde donde nos toque) y comenzar a empapelarse en generar cambio.
Por ahora, he comenzado a condensar esas ideas dentro de lo que estoy estudiando en laburbano.com
¿Quién es y quién quiere ser Francisco Miranda?
Definir quién uno es debe ser una de las cosas más difíciles y por eso prefiero concentrarme en lo que quiero ser. A través de los múltiples cambios que he tenido en mi vida y ahora a partir de esta aventura en Nueva York, estoy más seguro que nunca en que tengo que aprovechar toda la experiencia y lo aprendido en generar cambios significativos en donde se necesiten -y puntualmente en el Perú-. A nivel personal, me interesa también seguir creciendo y creyendo en un mundo más equitativo.