No es transformación, es evolución
Cuando se inventaron las cámaras fotográficas se pensó que era el fin de los artistas plásticos. Precisamente en esos tiempos nació el postimpresionismo con sus máximos representantes: Cézanne, Gauguin, Van Gogh. Una corriente extraña e incomprendida al principio, que dejó un legado inmortal para la humanidad después.
Cuando Nikola Tesla inventó la radio y Guglielmo Marconi ayudó a masificarla, las voces de esos tiempos comentaban lo que sería el fin de la escritura. Sin embargo, “El principito” de Saint-Exupéry empezaba sus primeras ediciones y un jóven escritor de apellido Kafka escribiría: “Al despertar Gregorio Samsa una mañana, tras un sueño intranquilo, se encontró en su cama convertido en un monstruoso insecto”.
La televisión llegó y se empezó a comentar sobre la desaparición de la radio. Nuestros mejores recuerdos están impregnados de locuciones extraordinarias, nuestros estados mentales de música que vive en nosotros.
Cuando el internet empezó a penetrar en los hogares del mundo, se pensó en el fin de la TV. Y esta vive más presente que nunca, en una segunda “ola dorada” de contenidos increíbles que compartimos por nuestras redes sociales. La televisión evolucionó gracias a internet.
Las grandes innovaciones que han marcado la vida de muchas personas siempre fueron una evolución de inventos previos. Muchas veces en nuestras organizaciones nos dejamos llevar por palabras importadas, por conceptos nuevos. Abrazamos lo novedoso sin sentido crítico.
Si uno explora (puedes hacer la prueba con Chat Gpt) lo que diferencia a las organizaciones que han sabido surfear por las grandes olas de cambios de industrias, mercados, consumidores, encontrarás algo en común: Supieron comprender el valor que entregaban al mercado. Su ADN, lo que los hacía únicos y relevantes. Y lo potenciaron con lo nuevo. No se transformaron, evolucionaron. La evolución implica un proceso constante de iteración, adaptación y mejora. Que puede parecer menos emocionante y novedoso en el corto plazo, pero que tiene el potencial de generar cambios mucho más significativos y sostenibles en el largo plazo. La evolución es sistémica por lo tanto permanente. La transformación suele ser disruptiva, por lo tanto, menos sostenible en el largo plazo, donde el mindset de la organización y la cultura juegan un papel vital.
Vayamos a dos ejemplos de innovaciones conocidas que se basan en la evolución más que en la transformación:
Más del 50% de la tecnología del iPhone tuvo su origen en el iPod, junto con tendencias como la implementación de pantallas táctiles permitieron su creación y aceptación. Cuando Apple a través de una alianza con Motorola intentaron crear el nuevo teléfono inteligente, sencillamente todo salió mal. Cuando volvieron sus pasos hacia atrás y se dieron cuenta que el iPod podía evolucionar, encontrar un camino ya desarrollado, que los llevó hacia uno de las grandes innovaciones con más impacto en la industria de la tecnología y las comunicaciones.
Los paneles solares que hoy vemos en plantas de generación de energía y poco a poco son usados en muchas casas del mundo existían antes de la era industrial. En 1954, los investigadores Daryl Chapin, Calvin Fuller y Gerald Pearson crearon la primera célula solar de silicio capaz de generar suficiente electricidad para alimentar un pequeño dispositivo eléctrico, pero los paneles solares se utilizaron en el ámbito espacial, ya que eran una fuente de energía confiable y eficiente para los satélites y otras naves espaciales. Con el tiempo, la tecnología de paneles solares mejoró y se hizo más eficiente, económica y más asequibles para su uso en la tierra. La evolución de esta tecnología está marcando un cambio importante en la matriz energética global, llevándola hacia una generación de energía más limpia.
El experto en creatividad e innovación Ken Robinson lo dice bien: “La evolución es un proceso que nunca termina, y siempre hay espacio para mejorar y crecer”.
Si abordamos los cambios con una mentalidad de constante aprendizaje y evolución, seremos conscientes de que siempre existirá un espacio para aprender, por lo tanto, nuestras posibilidades serán infinitas.