Polladas y Crowdfunding
La economía informal en la mayoría de países de Latinoamérica ha producido una serie de ingeniosos y pintorescos mecanismos de colaboración que han permitido combatir la escasez y satisfacer las necesidades de una importante parte de su población en forma eficiente y a muy bajo costo. Lo interesante es que algunas de estas manifestaciones han sido recogidas y rebautizadas por la llamada economía colaborativa o sharing economy que hoy florece en países altamente industrializados como en los Estados Unidos, Canadá, Alemania, Italia, etc.
Las Polladas, cuya partida de nacimiento se puede encontrar en algún lugar del Perú, son parte de estos remedios de cooperación social. En estas actividades el organizador intenta reunir a la mayor cantidad de personas, que previo pago de una “colaboración”, pueden degustar pollo (de ahí el nombre “pollada”) y otros platillos típicos que suelen incluir tamales, anticuchos, papa rellena y toda una parafernalia de recetas que podrían hacer pecar de gula al más santo y puritano de los comensales (además de producirle una indigestión de dimensiones bíblicas). Todo con el fin de recaudar fondos para alguna causa de turno.
En las polladas los vecinos, amigos y curiosos se unen para hacerle frente a un desafío con trasfondo económico que de otra manera no podría ser afrontado individualmente. Este desafío puede ser de la más diversa naturaleza: se casa la hija o va a tener un bebé (lo que suceda primero), el sobrino tiene paperas, le robaron al primo de la novia o el primo se robo a la novia, el papá se quedó sin chamba, la abuela está enferma, embargaron el auto del tío, se necesitan fondos para la procesión de San Duchito, el vecino colgó los tenis, etc.
En toda pollada que se digne de serlo se cumplen tres supuestos: un problema cuya solución requiere de recursos económicos, la incapacidad de la parte que afronta el problema de financiar por sí misma su solución y, la necesaria participación de terceros que – a cambio de pollo, cerveza y otras viandas – están dispuestos (u obligados) a colaborar económicamente para reunir los fondos requeridos.
Ahora bien, en el mundo de los negocios también se hacen polladas, bueno se hacen bajo otro nombre: crowdfunding (que traducido al español significa “fondos de la multitud”).
El crowdfunding es una forma de obtener capital para hacer realidad ideas de negocios que, por la naturaleza de su riesgo, no pueden ser fondeadas con recursos del sistema financiero tradicional. El crowdfunding se utiliza para financiar ideas no convencionales, diferentes, ilógicas e irracionales; de esas por las que ningún banco estaría dispuesto a apostar. El emprendedor o dueño de la idea convoca a terceros con el fin de obtener dinero para su proyecto a cambio de alguna participación en las ganancias futuras (si las hay) o de algún obsequio.
Las polladas y el crowdfunding aunque parecen diferentes, en el fondo funcionan bajo la misma lógica: colaborar económicamente en la resolución de un problema ajeno obteniendo algo a cambio[1]. El medio de convocatoria – boca-oreja para las polladas y el Internet para el crowdfunding – únicamente le otorga mayor alcance geográfico a éste último. Pero el crowdfunding en esencia es una pollada traducida al inglés.
Aquí lo curioso del caso: el peruano es una fuente inagotable de ideas innovadoras y disruptivas. Ha resuelto con mucho ingenio y destreza, desde tiempos inmemoriales, una serie de problemas y situaciones que harían doblegar al más fuerte. La mala noticia es que hoy se ha renunciado a esta autóctona creatividad en pro de buscar ejemplos, modelos, herramientas y soluciones fuera de casa.
Creo que la clave para comenzar a desarrollar el pensamiento disidente e innovador es dejar de mirar y copiar lo que otros ya tienen o hacen y comenzar por analizar lo que al país le hace falta. Sólo así, podrán crearse soluciones únicas y originales para resolver los problemas locales. Seguramente, en el futuro, estas mismas soluciones terminarán por ser adoptadas, al igual que lo sucedido con las polladas, por aquellos países que hoy tienen economías más desarrolladas.
En palabras simples, para desarrollar un verdadero ecosistema innovador es necesario dejar de uberizar y comenzar a peruanizar las ideas de negocio. En vez de copiar, innovar; en vez de mejorar, cambiar. No porque está en inglés tiene que ser mejor. Sólo es cuestión de elevar nuestra alicaída autoestima creativa.
Habrá que dejar de lado el sueño de convertirse en el Silicon Valley de Latinoamérica, y más bien comenzar a pensar en el cómo dejar obsoletas a todas las empresas del Valle de Santa Clara[2]. Porque, seguir el ejemplo de un tercero solo nos lleva a igualarlo o en el mejor de los casos, a mejorarlo. En cambio, si nos mentalizamos y preparamos para patearle el trasero a la competencia, irremediablemente llegaremos a ser diferentes que ella y en esa diferencia radica justamente el pensamiento innovador.
Entonces, la próxima vez que usted necesite financiar una idea de negocios realmente innovadora (de esas que no tienen precedente en el mercado), olvídese del crowdfunding… ¡Organice una pollada!
JLBO.
AVISOS PARROQUIALES: Por motivo de inauguración de mi blog, mi editor ESAN Business School y yo vamos a obsequiar 3 libros de “Mirando los Negocios al Revés” que sortearemos sólo entre aquellas personas que residan en el Perú y que dejen sus comentarios (buenos, malos o muy malos) acerca de este artículo.