EL PORQUÉ NO SOY EXPERTO EN INNOVACIÓN
Nuestros conocimientos actúan como un filtro mental que elimina o limita nuestra creatividad e imaginación. Este tamiz solo permite o acepta a aquellos conceptos que guardan coherencia con nuestras creencias. Esto sucede en parte porque la mayoría de los procesos de aprendizaje a los que hemos sido sometidos son meramente acumulativos. Desde muy pequeños nos enseñaron a almacenar conocimientos y a esta actividad le hemos puesto el nombre de “experiencia”. Lamentablemente, el aprendizaje acumulativo no crea, sólo recicla; no cambia, solo incrementa; no innova, sólo mejora.
El desaprendizaje, en cambio, es la capacidad de aprender a desaprender o cuestionar todo lo que hemos aprendido sin importar que tan absoluto y verdadero sea el concepto o la idea que vamos a objetar. El desaprendizaje, es la principal capacidad que debe desarrollar toda mente creativa e innovadora.
Cuando aprendemos sin desaprender, acumulamos ideas que difícilmente estamos dispuestos a desechar o eliminar. Por ejemplo, el hecho que usted haya aprendido que la Tierra es redonda, eliminó inmediatamente de su mente otras decenas o cientos de posibles alternativas que nunca más tomará en consideración, como por ejemplo, que la Tierra es cuadrada, triangular, octogonal, amorfa, etc. Aunque es relativamente fácil comprobar la forma de nuestro planeta, la mayoría de los conceptos y creencias que tenemos en nuestra mente no lo son.
Pero, cuestionar conocimientos no es algo que se enseñe en la escuela o en la universidad. Por el contrario, el aprendizaje clásico y convencional hace énfasis en no poner en duda lo que el maestro enseña y cualquier desviación de esta hoja de ruta pseudo-intelectual es castigada con nota desaprobatoria. Por esta razón, es posible que muchas de las ideas y corrientes de pensamiento que hoy defendemos como si fueran verdades absolutas, ya sean o no de naturaleza científica, cambien radicalmente en el futuro, tanto así, que nos van a hacer ver en unos quinientos años como verdaderos hombres de las cavernas.
Ahora bien, en el campo profesional la situación no es muy diferente. Las actividades que le dan de comer a la mayoría de las personas se basan en este tipo de aprendizaje acumulativo: usted gana dinero porque tiene “experiencia” en lo que hace, que no es otra cosa que repetir hoy lo que hizo ayer, obteniendo los mismos resultados que obtuvo en el pasado. A un ingeniero lo contratan en base a su “experiencia” porque el mercado sabe que este profesional repetirá la performance que tuvo construyendo tal o cual edificación. A la persona que tiene “experiencia” en alguna actividad se le llama “experto” porque es capaz de repetir resultados pasados cimentados en ese aprendizaje acumulativo.
Lo cierto es que, ni desde el punto de vista académico ni desde el punto de vista laboral existen incentivos para desaprender. En todo caso, la misma sociedad los ha eliminado.
Pero para crear e innovar, ese tipo de experiencia no sirve. Quienes realmente se dedican a la innovación, en un marco enteramente práctico, saben que la palabra “experto” no les sienta nada bien. La innovación no tiene que ver ni con la performance histórica ni con los resultados del pasado. Entonces, la innovación no tiene que ver con la “experiencia”.
La innovación nunca repite, la innovación cambia; la innovación nunca repasa, la innovación descubre. Por lo tanto, el innovador no acumula, el innovador descarta. Innovar entonces exige cuestionar constantemente todo, comenzando por nuestras propias creencias.
Ahora bien, aunque en el mundo académico y profesional ya existen cientos o miles de personas que llevan con orgullo el título de “experto en innovación”, personalmente no creo que en el disruptivo campo de la innovación exista realmente este tipo de “experto”. Al menos, debo confesarle al lector que, yo no soy uno ellos.
Avisos parroquiales 1: Artículo dedicado con cariño y admiración a los “expertos en innovación”.
Avisos parroquiales 2: Quiero compartir con mis lectores que en unas semanas se lanzará el libro “Mirando los Negocios al Revés” (no por la ventana) en Colombia y México, sumándose a las versiones estadounidense, española y peruana, esta última ha sido publicada por ESAN. A finales de año se lanzará el libro en Brasil (y no se dónde más).