¿Los desechos plásticos pueden ser negocio?
Ha llegado a Lima un equipo de científicos suizos y franceses en una embarcación que bien podría ser una “nave espacial”. Su misión: proteger los océanos de la contaminación y preservar este elemento tan vital de nuestro medio ambiente. Su principal preocupación es verificar la inmensa cantidad de desechos plásticos que van a parar a los océanos. Según el World Economic Forum, para el 2050 habrá más plásticos que peces en nuestros océanos, si seguimos al mismo ritmo de contaminación actual. Por lo cual su principal ocupación es crear valor alrededor de estos desechos para que constituyan una fuente de ingresos y por lo tanto dejen de ser desechos que nadie se molesta en reciclar.
¿Qué pasa con los desechos plásticos que llegan a los océanos? Sucede que estos no son biodegradables como a veces se nos hace creer. Tardan cientos de años en desintegrarse. Más resaltante resulta entender de qué manera afectan a los peces que en nuestro Océano Pacífico que constituyen una fuente riquísima de sustento económico para nuestro pueblo, la industria y el Estado. Estos desechos plásticos pueden encontrarse en el litoral en diversos tamaños, desde grandes envases de PET casi intactos hasta partículas al estilo “pica pica” y sus tamaños y formas intermedias. Sucede que los desechos plásticos más grandes son ingeridos por las ballenas que al no poder digerirlos dejan de alimentarse y mueren. Lo mismo sucede con los peces de menos tamaño y hasta el kril mueren por la ingesta de microplásticos. Esto a gran escala puede afectar, indefectiblemente, no solo al ecosistema marino, sino llegar al último depredador de la cadena: el ser humano.
El plan de acción es simple: por un lado, darle valor económico a los residuos plásticos con ayuda de la tecnología y por otro lado reducir significativamente los desechos plásticos que consumimos. Para la primera tarea, nuestros visitantes científicos han desarrollado un proceso tecnológico innovador que convierte el desecho plástico en fuente de energía renovable. Mediante estos equipos, en primera instancia, se peletiza todo el residuo plástico, luego mediante pirólisis o reacción termoquímica a altas temperaturas se produce “syngas” que posteriormente se convierte en electricidad, calor o en gases comerciales como hidrógeno o metano. En otras palabras, se logra transformar los desechos plásticos en energía con un claro valor económico. En efecto se logra obtener energía del 95% de todo el material plástico inicial. Esta es una gran oportunidad de negocio para los empresarios en el campo de las energías renovables y para aquellos con alto consumo de energía y de producción de desechos plásticos. Además, en este ciclo transformativo se logra un triple beneficio: el económico, el social y el ambiental.
La segunda tarea va por concientizarnos a todos sobre la importancia de recortar nuestro uso de plástico. Ha llegado la hora de repensar cada vez que tenemos algo de plástico en la mano ¿Es sustituible? Tengamos el compromiso de lograr reducir nuestro consumo en un 30% por ejemplo, ¡así haremos Patria! Para motivarnos a desarrollar esta campaña de concientización ha llegado esta magnífica “nave espacial” que es un ejemplo vivo de uso de energía 100% renovable. Produce su propia energía desde el agua de mar, la cual es desalinizada, hidrolizada y el hidrógeno resultante es comprimido en tanques como fuente de energía. Además, los paneles solares que cubren toda su superficie (500m2) le permiten captar la energía solar que también será utilizada como combustible en su largo recorrido por el mundo durante 5 años. Finalmente, la cometa de 40m2 le brinda acceso a la energía eólica a manera de “kite surfing”. Magnífica nave Race for Water Odyssey, digna embajadora de sus principios a favor de preservar los océanos y el medio ambiente ¡Felicitaciones a Marco Simeoni y a su fundación! Ya la han visitado autoridades, empresarios, estudiantes de colegios y universidades, instituciones de ciencia y tecnología y se espera en los próximos meses poder implementar un proyecto piloto con éstas tecnologías.
Por Susana Eléspuru, directora de empresas y miembro de L+1.