Hacer las cosas bien para construir el bien
La primera persona que me enseñó el significado de la responsabilidad social empresarial (RSE) fue Jorge Melo Vega. Era el 2009, y el término aún estaba principalmente asociado con filantropía o donaciones, pero Jorge fue uno de los primeros promotores del concepto de RSE como enfoque clave en la gestión del negocio. Hoy, más de 13 años después de ese primer acercamiento a repensar el rol de la empresa, estoy convencido de que aquellas organizaciones que no avancen a paso firme en ese sentido no sobrevivirán.
Los años trabajando en este campo me han permitido identificar algunas variables que juegan un rol clave para que estos temas realmente se incorporen como parte de la gestión de una empresa. En primer lugar, debemos hacer un esfuerzo por comprender el negocio, de lo contrario, seguiremos siendo un área accesoria, desconectada de la estrategia y limitada a acciones puntuales que no apuntan ni generan cambios sistémicos. Ser una empresa sostenible implica muchas veces transformar el modus operandi, y para lograrlo debemos ser parte de las áreas núcleo, y no actuar por vías paralelas. Parece obvio, pero reflexionemos cuántos de nosotros recibimos la invitación para estar en la mesa cuando se toman decisiones sobre temas comerciales. Si aún no lo están, entonces hay trabajo por hacer.
Algo ‘sostenible’ incluye, por definición, continuar en el tiempo. Es aquí donde entra un segundo elemento importante: fomentar una cultura de sostenibilidad en la organización, que parte desde los líderes, pero debe llegar a todos a fin de que cada persona comprenda el rol que juega y cómo su función contribuye a generar valor para este fin. ¿Cómo lograrlo? Las conversaciones de levantamiento de información son un primer paso, pero luego debemos conectar con los objetivos de cada equipo tangibilizando el impacto que pueden llegar a tener en el sentido social, ambiental y económico. Deben tener claro que las decisiones que tomen los harán protagonistas para que el cambio se acelere y se sostenga.
Un último elemento clave viene por el lado del planeamiento estratégico e incentivos. Necesitamos armar un plan con objetivos y hoja de ruta clara, en la que nuevamente estén conectadas todas las áreas de la organización y donde existan incentivos, ya sea a través de metas compartidas entre áreas, reconocimientos u otro mecanismo para generar un compromiso que lleve a la priorización y acción. Es mucho más potente cuando un área core se convence y presenta una iniciativa con impacto como propia porque realmente ayuda a poner en agenda el tema. A las personas les interesa el país en el que viven, iniciativas con impacto positivo que ayuden a construir el bien, por ende, van a mejorar su calidad de vida y la de sus seres queridos. No hay nada más motivador que nuestra principal motivación para ir a trabajar sea pensar que podemos generar bienestar para otras personas.
He tenido la suerte de trabajar en empresas convencidas de que hay un rol que se les exige más allá de la generación de valor para las accionistas. Y me ha tocado desafiar, cuestionar, frustrarme, por momentos tirar la toalla, pero siempre volver al punto de partida de por qué creo que la sostenibilidad es el camino: porque solo así estamos haciendo las cosas bien, de la manera correcta. Y hacer las cosas bien en un país donde muchas veces pensamos que incumplir las normas es la manera de avanzar, es un paso importante. Se trata muchas veces de sentido común: si puedes contribuir, hazlo. Por eso creo que todos y todas jugamos un rol para hacer nuestras organizaciones y entornos más sostenibles.
Trece años después, muchas acciones de RSE o Sostenibilidad siguen siendo noticias, y esto es por lo escasas que son o porque a veces estamos preocupados por contar más que por hacer. Pensemos en las decisiones que tomamos y cómo podemos impactar positivamente a través de ellas. Elijamos hacer las cosas bien para construir el bien.
Manuel Silva
L+1
Director RR.II y Sostenibilidad de Scotiabank