Justicia social, nuestro compromiso de “no dejar a nadie atrás”
Más del 60% de la población mundial empleada, tiene trabajos informales, y la actual pandemia incrementó aún más su vulnerabilidad, y sus probabilidades de pobreza. La mayoría de las personas ingresan a la economía informal por falta de oportunidades, y si queremos reducir la pobreza y las desigualdades, debemos hoy más que nunca promover la transición a la formalidad.
Se hacen necesarios, por tanto, incentivos adecuados, estadística confiable para entender los factores que ayuden a la misma y monitorearlos, para que nos ayuden en esta transición.
La tecnología se ha vuelto un gran aliado, facilitando bases de datos electrónicas, para la identificación del empleo, así como para el comercio electrónico. La globalización por su parte, también está abriendo nuevas oportunidades, y sumada a la tecnología, está fomentando el crecimiento de la economía mundial, el desarrollo y la mejora del nivel de vida.
En paralelo, el futuro del trabajo se está transformando, nos esperan innumerables oportunidades para mejorar la calidad de vida de los trabajadores, cerrar la brecha de género, etc. Sin embargo, si no tomamos medidas adecuadas, se aumentarán las desigualdades.
Los avances tecnológicos como la inteligencia artificial, la automatización y la robótica, crearán nuevos puestos de trabajo, pero quienes perderán sus trabajos en esta transición serán probablemente los menos preparados. Las competencias de hoy no se ajustarán a los trabajos de mañana.
La ecologización de nuestras economías creará millones de puestos de trabajo a medida que adoptemos prácticas sostenibles y tecnologías limpias; pero, por otro lado, otros puestos de trabajo desaparecerán cuando los países vayan reduciendo sus industrias basadas en el carbón y en el uso intensivo de recursos.
Cerrar la brecha existente implicará por tanto el compromiso de todos: gobiernos, organizaciones, empleadores y colaboradores. Debemos garantizar un contrato social que asegure a los trabajadores una participación justa en el progreso económico, el respeto de sus derechos y la protección a los riesgos que se exponen.
Pero, ¿Qué podemos hacer desde el liderazgo empresarial?
Definitivamente un programa que fortalezca el contrato social, situando a las personas y al trabajo que realizan en el centro de las políticas económicas, sociales y de la práctica empresarial. Para ello será necesario principalmente:
a) Incrementar la inversión en trabajos decentes y sostenibles: desde los contratos de trabajo, hasta los convenios colectivos. La tecnología y la flexibilidad, también ampliarán oportunidades, y ayudarán al balance vida trabajo.
b) Invertir en las capacidades de las personas: a través de capacitación constante para todos, apoyo en las transiciones, y fomentando las condiciones para la equidad de género, así como protección social a lo largo de todo el ciclo vital.
Finalmente, si bien para lograr este objetivo, también necesitamos a los gobiernos, es claro, que hay muchas cosas que podemos hacer cada uno de nosotros, no solo como empresas, sino también individualmente, así que mientras analizamos quien más debe sumarse, tomemos acción cada día para juntos un día no muy lejano, “no dejar a nadie atrás”.