Un día para reflexionar
El 31 de mayo fue decretado, por INDECI, como el Día de la Solidaridad y de la Reflexión sobre desastres naturales, esta fecha a los peruanos nos recuerda el terrible terremoto de magnitud 7.9 en Áncash y un posterior aluvión a los pueblos de Yungay y Ranrahirca, provocando la muerte de alrededor de 66,000 personas, 150,000 heridos y 180,000 damnificados.
El motivo de su creación fue generar conciencia en los ciudadanos sobre la importancia de nuestras acciones frente a los desastres y el cambio climático. El Perú está ubicado en una zona altamente sísmica y su diversa geografía ocasiona fenómenos como, terremotos, tsunamis, heladas, friaje, inundaciones, deslizamientos, huaycos, etc.
Pero el problema no solamente es la condición geográfica del país, sino y posiblemente más importante es la falta de previsión, preparación, y planificación de la población y de las autoridades frente a estos sucesos. Ello sumado a la vulnerabilidad exacerbada por la evolución de las condiciones de riesgo, nos trae como consecuencia una amenaza creciente de los desastres para la economía, la población y el desarrollo sostenible del Perú.
Si bien un terremoto de gran magnitud, fuertes lluvias o heladas pueden generar grandes daños, estos son magnificados por la intervención humana, al construir sin respetar las normas técnicas, al tener poblaciones en lugares sensibles a inundaciones, desbordes y derrumbes o simplemente no prever que el clima en forma recurrente nos enfrenta a condiciones extremas.
Al respecto, el país ha crecido aceleradamente, con limitada planificación del territorio y sin tomar en cuenta las características, capacidad y condiciones de este, lo que ha generado altos índices de vulnerabilidad, siendo necesario implementar medidas y asumir compromisos que permitan revertir progresivamente esos índices.
En mi opinión lo más importante para ser solidario es prevenir, prevenir y prevenir es decir evaluar nuestras acciones, ser conscientes de los riesgos que estas pueden generar y en lo posible eliminarlos ante la posibilidad de un evento originado por un fenómeno natural que pueda producirse, el Estado también debe de hacer lo suyo en apoyo a esta prevención mediante los gobiernos regionales, locales. CENEPRED, INDECI y demás instituciones con temas de divulgación, formación y concientización a los ciudadanos sobre la cultura de prevención de desastres en las diferentes localidades del Perú, con la problemática propia de cada región.
Ahora repasemos algunos eventos como por ejemplo el terremoto de Pisco, El Fenómeno de Niño y el desastre ecológico de Ventanilla. En todos ellos tuve la oportunidad de ser testigo de como muchas empresas y personas, colaboraron de manera diferente y de acuerdo a sus posibilidades en la remediación y ayuda a los damnificados por el desastre, personas naturales, voluntariados corporativos de empresas, empresas privadas, y sociedad civil en general cada una trataba de ayudar en lo que podían y a veces se cruzaban iniciativas o por el ímpetu de querer colaborar generaban otra situación de riesgo, es decir los deseos y ganas de colaborar y de ser solidarios con los damnificados existe, pero no muchas veces es efectiva. ¿Por qué? Simplemente por la ausencia o poca presencia (al final es lo mismo) de una entidad que los lidere, las entidades del estado empiezan cada una a ver lo suyo y no está claro cuál de ellas debe de tomar el liderazgo y ordenar todas iniciativas para tener una respuesta rápida y efectiva.
El país se encuentra expuesto a diversos escenarios de riesgo, que se han visto incrementados en frecuencia e intensidad durante los últimos 30 años, principalmente por la creciente vulnerabilidad, cuya disminución no ha sido posible obtenerse en la medida esperada a causa de:
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La falta de institucionalidad de la planificación del territorio y su ocupación y uso inadecuado;
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La carencia de estrategias de prevención y reducción de riesgos;
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La débil comprensión, generación y difusión del conocimiento sobre los riesgos existentes y potenciales;
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La débil gobernanza del riesgo y la falta de transversalidad, poca articulación y participación;
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La débil incorporación e integración de la gestión del riesgo de desastres en las inversiones públicas y privadas.
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Los efectos del cambio climático cada vez mayores;
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La falta de eficacia y oportunidad para la respuesta y a procesos de rehabilitación y reconstrucción aún débiles que no cuentan con la celeridad y oportunidad necesarias para atender las necesidades de recuperación integral de las poblaciones afectadas, y que en muchos de los casos se reincide en reinstalar las condiciones de vulnerabilidad preexistentes generando nuevos riesgos,
Estos escenarios, traen consigo como efecto el inevitable incremento de la vulnerabilidad.
Es importante precisar algunas alternativas de solución:
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Fortalecer la implementación de la prevención y reducción del riesgo en los territorios, en el marco de la agenda de desarrollo.
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Incrementar la aplicación sistemática del conocimiento de los riesgos existentes en los territorios a través una adecuada estandarización, integración, difusión y acceso universal de la información.
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Fortalecer la institucionalización de la Gestión de Riesgos de Desastres en los tres niveles de gobierno tomando en cuenta las particularidades de cada territorio.
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Fortalecer el seguimiento, monitoreo, fiscalización, control y evaluación de la gestión del riesgo de desastres.
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Mejorar la articulación y coordinación en materia de gestión de riesgo de desastres
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Implementar la continuidad operativa del Estado frente al riesgo de desastres
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Fortalecer la especialización para la gestión del riesgo de desastres a través del desarrollo de capacidades.
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Fortalecer la aplicación de herramientas financieras relacionadas a la gestión del riesgo de desastres.
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Incentivar la incorporación de la gestión del riesgo de desastres en las inversiones privadas.
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Fortalecer la gestión de recursos para la respuesta y recuperación
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Fortalecer modelos de gestión especializados para la gestión del riesgo de desastres, atendiendo a las particularidades de cada territorio.