Uso responsable del agua, garantía para su abastecimiento futuro
El agua es un recurso indispensable para la vida y para el desarrollo de diversos sectores económicos, que son trascendentales para el país. Sin embargo, pese a su importancia, afronta dos claros desafíos en el Perú: el cierre de brechas y la mejora en la gestión de su uso.
En el primer punto, en la actualidad, más de 2.5 millones de peruanos en zonas urbanas y 5.8 millones en zonas rurales no cuentan con servicio de agua potable, según estadísticas del INEI*. Y son estas personas –principalmente ubicadas en las zonas más vulnerables– las que más pagan por llevar el líquido elemento a sus hogares, por ejemplo, mediante cisternas en zonas urbanas.
De acuerdo con información de la Superintendencia Nacional de Servicios de Saneamiento (Sunass), solo en Lima, las familias que no están conectadas a la red pública de agua potable consumen alrededor de 5 metros cúbicos (m3) de agua o 5 mil litros, es decir la tercera parte de una familia que sí tiene acceso al servicio, pero paga el doble por este recurso. Esta problemática requiere ser atendida a través de políticas públicas que permitan incorporar cada vez más peruanos a los servicios de agua y saneamiento, ampliar el financiamiento para la construcción de redes y destrabar proyectos, entre otros.
Entonces ¿qué podemos hacer nosotros para contribuir a reducir esta problemática? La respuesta va por gestionar eficientemente nuestro consumo de agua considerando que, si no hacemos un uso racional de esta, se podría poner en riesgo la continuidad del servicio en el futuro. Y en este aspecto parece que vamos por el camino incorrecto. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el consumo óptimo de agua potable por persona está en el rango de 100 a 200 litros al día; sin embargo, en el Perú no se cumple con ese estándar. En el 2022, solo en Lima, tres de los distritos que más consumieron agua, superaron dicho rango, llegando hasta los 280 litros por persona.
Frente a esta situación, a nivel de ciudadanía, se hace urgente aplicar campañas de sensibilización para la promoción del cuidado del agua, a fin de que los peruanos tomemos conciencia sobre la importancia de reducir nuestros consumos y realizar mantenimientos constantes a los equipos de agua para evitar fugas. Ello, además, redundará en beneficios económicos.
De acuerdo con la Sunass, el tener un inodoro malogrado provoca el desperdicio de alrededor de 150 mil litros de agua, lo que genera un gasto adicional de S/1,405 en los recibos mensuales de agua; mientras que, un caño en mal estado desperdicia hasta 22 mil litros de agua, que también implica un sobrecosto al consumidor.**
A nivel de los sectores privado y público, son múltiples las acciones que se pueden (y deben) aplicar. Un modelo efectivo, que se ejecuta en diversos países, es el de las 3R: reducir, reutilizar y reponer. Para lograr ello, es trascendental invertir en tecnología para lograr eficiencias, como plantas de tratamiento, así como desarrollar proyectos de servicios ecosistémicos que se integren a las partes altas de las cuencas para conservar los acuíferos. Estas y otras iniciativas que, si bien se vienen trabajando en alianzas entre ambos sectores, público y privado, pueden desarrollarse aún más a través de mecanismos como obras por impuestos, entre otras.
El cuidado y el adecuado uso del agua es una tarea que depende de todos, y es urgente tomar medidas inmediatas para garantizar su futuro abastecimiento. Esta tarea no puede esperar más.