La sostenibilidad: innovación disruptiva
Los últimos años han probado que ESG (siglas en inglés para sostenibilidad ambiental, social, y de gobernanza interna), más allá de ser una moda pasajera, es la innovación disruptiva que cambiará la forma de hacer negocios a nivel mundial. En donde empresas que hoy son líderes del mercado, podrían sobrevivir o no, dependiendo si deciden implementarla.
En el Perú, un país con amplios recursos ambientales y alto riesgo social, esto es doblemente cierto.
La disrupción o innovación disruptiva, han repetido los vanguardistas por años, es aquello que crea un nuevo mercado o valor que altera un mercado existente. Un caso que podemos mencionar, es el de Microsoft, cuando sus ejecutivos presentaron su gran idea a la Enciclopedia Britannica, no les dieron bola. La editorial tenía un modelo de negocio en la venta de enciclopedias puerta a puerta. ¿Y qué quería Microsoft que hicieran? Poner su producto premium, empastado en cuero y en varios tomos desde hacía varios siglos, en un CD.
¿Qué pasó? Microsoft lanzó Encarta, y Britannica perdió su rol como líder del mercado casi inmediatamente.
No era que la alta dirección de Britannica no pudiera entender la oportunidad. El desafío era más complejo: la empresa estaba estructurada de modo que adoptar el modelo Encarta era, para ellos, casi imposible.
Eso es lo que pasa con la tecnología disruptiva: perturba, y para los afectados, duele. Y si bien a menudo conduce a mejoras, el camino puede ser complicado. A la gente no le gusta adaptarse, sobre todo si no siente la necesidad de hacerlo.
A Britannica no le gustó. Tampoco a Blockbuster, Kodak, Nokia o BlackBerry. Ya sabemos donde terminaron.
Pero si algo deberíamos haber aprendido en un mundo pos-pandémico, es la complejidad de la cadena de suministro y la relación con la sociedad y el medio ambiente. Nadie puede cambiar su cadena de suministro de la noche a la mañana, o tal vez ni siquiera en un año, sin hacer daño, a veces irreparable, a las comunidades que dependen de esa operación y al medio ambiente de donde opera. Pero hemos visto que las empresas que interiorizan estrategias ESG como parte de su cadena de suministro tienen menos riesgo y mayor rendimiento que aquellas que no lo hacen.
¿Por qué? Porque la cadena de suministro forma parte del ecosistema que hace que una organización sea lo que es. ESG considera el impacto ambiental, social y la gobernanza interna para reducir el riesgo a largo plazo, facilitando la adaptabilidad estructural de la empresa. Por eso, es posible que la empresa que no quiera adoptar estas prácticas hasta el final nunca tenga la oportunidad de hacerlo.
Según un artículo, “la dirección de Britannica no percibió mal las oportunidades y amenazas, y […] no le faltaron destrezas técnicas […] enfrentó deseconomías organizativas de visión entre las líneas de negocio de mercados antiguos y nuevos, lo que generó conflictos internos. Estos conflictos obstaculizaron la comercialización de nuevas tecnologías y aceleraron su declive”.
En resumen, el problema era la cultura corporativa y la gobernanza interna de la empresa.
Cambiar el modelo de negocio duele. En el corto plazo, perjudica a las empresas y a inversionistas que han invertido tanto en hacer las cosas de buena manera. Hay muchas razones para resistirse, para convencerse de que el riesgo es alto – es la naturaleza humana.
Pero en realidad el argumento es bastante simple. Las empresas que incluyen buenas políticas sociales, ambientales y de sostenibilidad y que envuelven todo ello en una buena gobernanza interna están adoptando efectivamente la tecnología disruptiva llamada ESG y tienen más probabilidades de triunfar.
Aquellos que no lo hagan tendrán que ponerse al día. Y es posible que nunca lo consigan, y no sobrevivan frente a visionarios que entiendan que un modelo que no tome en cuenta lo social, lo ambiental, y las buenas prácticas internas es, en este siglo, obsoleto.