“Ellas hablan” ¿y nosotros cuándo?
Este año se presentó en la cartelera cinematográfica “Ellas hablan”, una película que nos impactó por su conmovedora y cruda historia donde se develó algo que sabemos que existe, pero de lo que muy pocas veces hablamos. Inspirada en hechos reales acaecidos entre 2005 y 2009 en Bolivia, donde una centena de mujeres y niñas de la colonia Manitoba fueron drogadas y violadas mientras dormían; y los perpetradores eran sus tíos, hermanos, o vecinos.
La violencia de género es una de las violaciones a los derechos humanos más extendida y devastadora, que no es informada adecuadamente por el silencio, la estigmatización y la vergüenza que sufren las víctimas; dando con ello muchas veces impunidad a los perpetradores. En esa línea y con el fin de crear conciencia pública para eliminar todas las formas de violencia contra las mujeres, las Naciones Unidas ha declarado el 25 de noviembre como el “Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer”.
Lamentablemente, en el Perú las cifras sobre casos de violencia física, maltrato psicológico, violación de mujeres, desaparecidas, y feminicidios son impresionantemente desgarradores.
El Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables acaba de informar que en lo que va del año se han atendido más de cien mil casos de violencia familiar en los Centros de Emergencia Mujer, y más del 70 % de las denuncias por violencia sexual tienen como agresor a un familiar de la víctima.
En el caso de los feminicidios se han reportado 130 víctimas en el 2021 y 136 víctimas en el 2022, y en lo que va del 2023 ya se han registrado 122 casos. Los perpetradores generalmente han sido las actuales parejas o exparejas de las víctimas, y esta situación de extrema violencia de género ha sido precedida de maltrato repetido en el hogar, amenazas o intimidación, y violencia sexual.
El año pasado la Defensoría del Pueblo reportó 5,380 alertas por mujeres desaparecidas, y hasta septiembre de este año son 4,072 las desaparecidas de las cuales el 53% son niñas y adolescentes. Esta forma de violencia a menudo se vincula a delitos como violencia sexual, secuestro, trata de personas y feminicidios.
En este escenario de riesgo latente para nuestras mujeres, adolescentes, y niñas cabe preguntarnos ¿qué estamos esperando para exigir una actuación más firme de las autoridades?, pero sobre todo ¿qué estamos esperando para involucrarnos en este problema y ser parte de la solución?
La violencia de género es un problema de todas y todos, y debemos intervenir: alertando a las autoridades cuando veamos situaciones que revisten indicios de posible violencia o dando información para ubicar a las desaparecidas. Pero sobre todo debemos trabajar en las acciones preventivas y empezando por promover en nuestros hogares, trabajo y demás lugares donde nos desenvolvemos, el mensaje de “tolerancia cero contra la violencia”, promover la igualdad de género, y cuestionar los estereotipos de género que contribuyen con la cultura de violencia contra las mujeres. Ello incluye trabajar en prevenir el acoso sexual laboral que genera un ambiente de trabajo hostil.
No podemos pretender tener un futuro digno como humanidad si no trabajamos en prevenir la violencia de género y coadyuvar a tener un mundo más justo e inclusivo. Cada uno de nosotros debemos “hablar y actuar ahora”.