Esperando al Delivery. La estrategia de Penélope que demora su autorización
En un pasado no muy lejano, las pizzerías y pollerías que hacían reparto a domicilio, solían ofrecer que entregarían el pedido gratis si se demoraban más de media hora en llegar. Una forma de mostrar la velocidad y eficiencia del servicio. Quiénes esperaban al repartidor, miraban ansiosos el reloj, deseando que demorara unos minutos más, para hacer valer la promoción. Hoy, los dueños de restaurantes ven con la misma ansiedad el calendario, pero con la esperanza de que el Gobierno autorice el Delivery.
No se entiende la demora. Pareciera que en Produce ha optado por la estrategia de Penólepe. Durante el día tejen la estrategia y la forma de autorizarlo y por las noches la destejen y encuentran nuevos pretextos para postergarlo. Mientras tanto, las cuentas por pagar se incrementan y el riesgo de quiebra aumenta.
El Presidente, el Premier, la Ministra de Economía, el Mincetur y por su puesto, la Ministra Rocío Barrios, se han referido a la pronta aprobación de una medida que puede salvar a miles de restaurantes, pero pasan los días, las semanas, los meses y esta no llega.
Como señalamos en una entrega anterior, la Dirección General de Desarrollo Empresarial de Produce (DGDE), tejió una propuesta denominada: “Puesta en operación de restaurantes para recojo o entrega a domicilio”. Esta medida solo favorecería a “ocho empresas grandes con 143 locales en Lima; 1587 personas (la mitad colaboradores y “delivery propio”)”.
El proyecto recogía la idea de la Ministra de “garantizar que las empresas que brinden este servicio puedan contar con su propia cadena de delivery, pero sobre todo que puedan garantizar que los trabajadores tengan buenas condiciones laborales. Necesitamos garantizar que tengan seguros. Eso va a servir de que las propias empresas nos puedan mostrar la responsabilidad de cara al trabajador”. Es decir, solo a las empresas de franquicias de comida rápida.
Luego de la publicación del mencionado artículo, que otros medios exigieran apoyo a los restaurantes y que la ciudadanía levantara su voz de protesta por no poder contar con servicio de delivery como en otros países en cuarentena (el 73% quiere el delivery, según Ipsos), la Ministra pareció retroceder.
En una entrevista con Canal N, Barrios, señaló propondría el regreso del servicio por delivery. Entonces comenzó a tejer y a destejer nuevamente.
“Lo que vamos a proponer (…) es el funcionamiento de los restaurantes y afines que puedan hacer reparto a domicilio o que se pueda recoger en tienda (…). Para aquellos restaurantes que puedan hacer entrega en salón, será a puerta cerrada, y van a tener que habilitar un espacio para hacer entrega en ventanilla (sic)”, dijo Barrios.
Tejiendo y destejiendo
La nueva propuesta, recién tejida en los talleres de Produce, permitía operar a los restaurantes si estos contaban con servicio de reparto propio o mediante “ventanilla”, como ha “bautizado” Barrios, a esta nueva modalidad. Los clientes pedirán el servicio por teléfono y se les deberá dar una hora de recojo. Sin quererlo y en su desconocimiento, podría estar generando aglomeraciones, dado que los pedidos se concentrarían en la hora de almuerzo.
Barrios acababa de destejer el anuncio de que se permitiría el Delivery sin restricciones. Sin decirlo, mantenía su posición. Solo podrían hacer repartos a domicilio las empresas que tengan servicio de entrega propio. “Las aplicaciones de delivery no aplican en esta etapa, pues no tienen una regulación en el país (…) ¿Quién nos garantiza el cumplimiento de los protocolos? ¿Qué pasa si al momento de la fiscalización se quiebran los protocolos, a quién sancionamos?”, agregó.
Más que un argumento razonable, la afirmación de la Ministra es una excusa envuelta inexactitudes y desconocimiento.
Las plataformas como Rappi y Globo son empresas constituidas en el Perú. Es falso, entonces, que no son reguladas. Son fiscalizadas por Sunat, el Ministerio de Trabajo, el Ministerio de Salud, la SUNAFIL y demás autoridades competentes. Los repartidores cuentan con un seguro contra accidentes asumido por las empresas, muerte o invalidez, así como daños a terceros, que los cubre en caso de sufrir un accidente en desarrollo de un servicio tomado a través de la aplicación.
La propuesta de Produce es absurda y hasta contraproducente. Que cada restaurante tenga su propio sistema de reparto obliga a que el gobierno fiscalice a miles de empresas con repartidores propios, cuando podría controlar a unas pocas empresas totalmente digitalizadas, por lo que podría hacerlo en tiempo real e incluso de forma remota.
La ventaja de las plataformas es que cada pedido es trazable, por lo que más segura en las condiciones actuales. Estos sistemas permite supervisar cada entrega: la identidad del repartidor (DNI), su recorrido (de dónde sale y hacia dónde va, si ha parado en el camino, cómo entregó el paquete y cómo terminó el viaje). Además, ya tienen implementados sistema contactless para el pago y no emplean dinero en efectivo.
La inconsistente postura de Barrio llevó al error al Ejecutivo. En la Conferencia de del 29 de abril, el Presidente, Martín Vizcarra informó que en un primer momento el delivery será a nivel vecinal y distrital para que la entrega se lleve a cabo por parte del mismo personal del restaurante. “En un segundo momento, se podrá trabajar el servicio de delivery a través de aplicativos, pero ya que son ‘tercerizados’ deben darse las condiciones laborales para garantizar las condiciones de salud de estos trabajadores independientes”.
Una red de protección
Así, las plataformas como Rappi, Glovo y Uber Eats fueron sacadas del mercado de un plumazo, y con ellas por lo menos cinco mil restaurantes en Lima que dependen económicamente de este canal de ventas. Los únicos operadores que quedan en pie serían las “ocho empresas grandes con 143 locales en Lima”, de la propuesta original que preparó la DGDE de Produce y uno que otro restaurante que pueda implementar bajo su costo y responsabilidad el reparto a domicilio.
La DGDE decidió actuar como el Gran Hermano y por decreto decidir que podíamos pedir por delivery: “Por ahora – solo comida rápida (Pizza, Pollo Frito, Hamburguesa), Chifa y Pollo a la Brasa”, indican. Y por si fuera poco, además debes hacerlo de los lugares que ellos escogieron. Al revisar con detenimiento el documento preparado, se descubre que no son 8 las empresas a las que se busca beneficiar, sino a 8 marcas que pertenecen a dos empresas. Delossi (KFC, PizzaHut, BurgerKing, Popeyes) y NG Restaurantes SA (PapaJohns, Bembos, ChinaWok y DonBelisario)
En el Powerpoint en el que se expone esta propuesta, se identifica la ubicación geográfica de cada una de las tiendas de estas marcas para asegurar la cobertura de mercado que les permita ser los únicos en operar aprovechando la cuarentena, la cual crea un mercado cautivo que ellos se reparten y en los que solo compiten entre sí, dejando de lado a los pequeños restaurantes que gracias a las plataformas de reparto, les venían arrebatando clientes antes de que el Covid-19 lo transformara todo.
En Produce urdieron una red de protección para las franquicias. Un regreso al pasado, porque no entienden que las aplicaciones responden a un modelo de negocio moderno: el de economía colaborativa. Los aplicativos tienen la capacidad de conectar a tres tipos grupos: de usuarios-clientes, comercios aliados (restaurantes, mercados, tiendas, farmacias entre otros) y repartidores. Atienden la demanda que generan los clientes (usuarios) para satisfacer sus necesidades, en algunos casos con entregas realizadas por los repartidores independientes que prestan el servicio cuando lo consideren.
Las plataformas han permitido el despegue y crecimiento de pequeños restaurantes. En el Perú, existen aproximadamente quince mil repartidores, más de cinco mil restaurantes afiliados y unos 3.5 millones de usuarios en todo el país. Hoy todos ellos están a punto de perder todo lo ganado. No solo por la pandemia, sino también, por el intento de favorecer a unas pocas marcas.
Bien empleado, con los protocolos de bioseguridad adecuados, el reparto por apps antes que un problema es una solución. Las experiencias internacionales indican que con reglas sanitarias y de operación estrictas es posible contar con un canal de abastecimiento confiable y de más fácil supervisión por el Estado. En Produce no pueden o no quieren entenderlo. La estrategia de Penélope de este ministerio están condenando a la extinción a muchos pequeños negocios, pero eso no parece importarles demasiado.