Ser madre no limita lograr tus objetivos profesionales
Escribo este artículo para reflexionar sobre la maternidad y la opción de una vida profesional y/o laboral. En todo caso, escribo esto porque quiero partir de la premisa que ser madre y tener expectativas profesionales es sin duda retador, pero de ninguna manera, una limitante.
El día de la madre –y soy una orgullosa madre y abuela joven- en buena cuenta refuerza el rol de la mujer en su ámbito de hogar, precisamente ese rol que a muchas nos ha tocado confrontar en la vida profesional, sea por los estereotipos de género existentes al momento de las oportunidades laborales, como en el reconocimiento del liderazgo en las organizaciones. Ser madre o tener edad para serlo se constituye para algunos en un argumento poderoso silente, pero contundente, para para limitar nuestro desarrollo profesional o impedir una contratación, por el riesgo que puede acarrear la maternidad en el desempeño laboral.
Existe, aún ahora, entrevistas laborales en las que surge la pregunta “¿tienes expectativas de ser madre?” o como me comentaron hace muy poco que le habían dicho a una alumna de nuestro Women Development Program: “en esta posición no se puede aceptar una mujer que tenga responsabilidades maternas”, y claro, se adornaron tales bárbaras afirmaciones con ciertos supuestos “objetivos” que promueven la infeliz afirmación: “que el puesto requiere viajes continuos”, “que el puesto requiere establecerse largas temporadas en zonas rurales”, “que el puesto requiere atender rotaciones en horarios que incluye fines de semana,” entre otros muchísimos más.
Ser madre, para algunas/os empleadores, se constituye en una limitante, razón que explica las aun importantes brechas de género ocupacionales y a nivel salarial (porque claro, para algunas/os contratar a una madre o una mujer en edad de formar una familia resulta más costoso). Y por supuesto, a nivel de ascensos, la maternidad puede constituirse en un factor decisivo para considerarla, porque tiene que liderar equipos, no puede estar premunida de altas dosis de sensibilidad materna, o porque necesitan un compromiso 24/7, cosa que una madre, según estas personas, no puede asumir.
Para todas y todos que se sienten identificados con haber utilizado alguna de estas afirmaciones que abre paso a un abanico de ellas que me tomaría varias columnas de opinión mencionarlas, quiero anunciarles que están expresando actos de discriminación. Así es, pura y dura. Como dicen los expertos, la discriminación “sofoca las oportunidades y desperdicia el talento humano” (Fino, 2022). La discriminación, conforme al Convenio 111 de la OIT, ratificado por el 93% de los países en el mundo, se define como cualquier distinción, exclusión o preferencia basada en determinados motivos que tenga por efecto anular o alterar la igualdad de oportunidades o de trato en el empleo y la ocupación”. El propio Convenio 111 establece excepciones y están basadas en las CALIFICACIONES (competencias, conocimientos, experiencia) requeridos para la ocupación de puestos laborales o de responsabilidad. Si no median estos factores objetivos, todo NO subjetivo, basado en las propias percepciones y concepciones individuales de la persona, será considerado un acto discriminatorio.
Desde la perspectiva de las propias mujeres que optan por la maternidad, no son pocos los dilemas que se presentan sobre esta decisión en el mundo laboral. Es un pensamiento que nos surge en algún momento. El dejar a los bebes en casa terminado el período de licencia es sumamente duro. Si damos de lactar, el propio cuerpo nos anuncia cuando nuestra/o niña/o pide leche, y a pesar de la provisión diligente que tengamos en casa, igual sentimos esa necesidad, siendo conscientes que no estamos cerca para provisionarla.
Ahora, más allá de la culpa o pena que puede surgir por la propia maternidad, salir del trabajo al término de la jornada legal es para muchísimas todo un dilema, porque aquí en nuestro país se estila disponer de “horas extras”, en muchos casos no pagadas, para mostrar “compromiso y productividad”, según algunos empleadores de bajo liderazgo.
Hace poco en unas sesiones sumamente interesantes con miembros del servicio diplomático, tomaba nota sobre la incomodidad de más de una que había recibido en su vida profesional – maternal, en las que tuvieron llamadas de atención por salir a las 5pm o no asistir al trabajo fuera del horario de oficina. A veces, la poca empatía que una siente en su entorno laboral por las necesidades propias de una madre trabajadora, ejecutiva o directiva es palpable.
Recuerdo la conversación que tuve con una directora de empresas que iba con su bebé y su asistente a las sesiones de directorio. La niñera se encontraba en la sala contigua y cuando tenía que salir a dar de lactar al bebé, ella tenía que sentarse en el sillón de la recepción contigua a la sala, tapándose con un pañuelo, ya que aún al ser directora no tenía oficina propia y no deseaba disponer de un momento tan especial en el baño común de la oficina. Como esa historia, podría contar tantas, ya sea experiencias vividas, propias y compartidas con muchas que nos ha tocada vivir ese tránsito. En mi caso, viniendo de tiempos en las que éramos pocas en cargos de alta dirección, tengo que decir que ser madre fue una prueba de altísima eficiencia, planificación, programación y mucho estado de alerta. Eran muchísimos factores por atender y considerar para que todo tenga un balance adecuado o al menos funcione sin grandes culpas, porque sí, culpas existen.
Sin embargo, pese a ese abanico de situaciones, respuestas y emociones solo puedo decir una cosa: ser madre no te limita tu desarrollo laboral. Prueba de ello te lo podrán contar múltiples mujeres que cumplen su rol materno a plenitud y también crecen en su vida profesional. Recuerdo una Ministra de Estado que, en maternidad, dio a luz y debidamente organizada su vida, siguió asumiendo sus funciones de altísima responsabilidad en un sector que demandaba viajes y dedicación importante. Cuando le preguntas cómo lo hizo, te dirá: con mucha planificación y organización.
Ser madre trabajadora – profesional – empresaria, con todo el esfuerzo que significa, traduce grandes satisfacciones. Hoy que los tiempos son más favorables en términos de reconocimiento de derechos e infraestructura, ser madre será igual de retador, pero con mejores condiciones, tales como:
- Con sus parejas. hoy la corresponsabilidad (no apoyo) en las labores familiares son parte de la normalidad. Las nuevas generaciones afrontan ambos las labores del hogar y tanto madre y padre disfrutan de todo lo que significa traer una/una hija/o al mundo. Ver padres hacer el mercado, recoger a los hijos del colegio, llevarlos al doctor y cuidarlos el fin de semana es más común, por lo que le corresponderá a cada una de ustedes (madres – trabajadoras) establecer las regla en casa para no sufrir del peso de tiempos de antaño del fuerte convencionalismo de los roles.
- Apoyo en casa. Para mí siempre fue la regla de oro, a mi asistente de casa la cuidaba más que a una amiga entrañable, porque ella atendía -mientras yo no estaba- lo más valioso que podía tener, mi hogar. Desarrollar relaciones de confianza y bienestar con quienes cuidan a nuestros niños es fundamental, y pasa por reconocerles condiciones laborales dignas, con pleno cumplimiento de los derechos laborales, respeto a sus tiempos libres, y darles un trato de familiar es esencial para que se construyan sólidas relaciones que se mantengan en el tiempo
- Organización interna. Hoy existen tantos métodos para planificar y organizar nuestras labores en el trabajo, que bien podemos llevar esa práctica al hogar. No confiar en la memoria que nos puede jugar una mala pasada. Hoy existen mecanismos, aplicativos y diversas herramientas tecnológicas que te pueden tener bien organizada todas las distintas funciones, responsabilidades y atenciones que tenemos que tener en una vida profesional satisfactoria y con hijos.
Y finalmente, para terminar esta larga nota, partan siempre del principio de no limitación. No se posterguen, ni limiten sus ambiciones profesionales. Ser una excelente madre puede ser totalmente compatible con ser una excelente profesional. Los tres puntos antes indicados, creo humildemente, que ayudan. Todo es posible, siempre que cada una crea en sí misma. En su infinita (créanme es infinita) capacidad para hacer realidad sus sueños, para ver a sus hijas/os muy bien, con una vida de pareja, familiar y social satisfecha y, por supuesto, aspirando alcanzar las posiciones, responsabilidades y trayectoria profesional que cada una cree y quiera conseguir.
La maternidad no te limita lograr tus objetivos profesionales. Eres solo tú quien toma la decisión final.