Saludar a una extraña – 1era parte
¿Le ha pasado que cuando ingresa a un lugar, a un elevador, o un local comercial, saluda y son pocos los que le devuelven el saludo? Si no lo ha vivido, será porque tal vez tampoco saludas cuando ingresas a uno de estos lugares o no lo haces con extraños. Hace tiempo he venido preguntando a amigos si lo hacen y la respuesta es “para qué, si aquí nadie lo hace”.
Saludamos a quienes se conocen o con quienes estamos relacionados. Pero a desconocidos, ¿para qué? Esta mala costumbre ciudadana denota muchas cosas. Para la RAE “saludar” es dirigir a alguien palabras, gestos o cualquier otro acto, en el momento de encontrarse con ella/él o de despedirse, dando muestras de atención mediante fórmulas de cortesía o expresiones de afecto. Otra acepción es que “saludar” es un símbolo de bienvenida, respeto y aprecio por la gente que nos rodea. ¿Nos interesa expresar respeto y aprecio a cualquier extraño? En mi columna anterior escribí sobre los efectos de la confianza en el crecimiento de las naciones y el impacto que puede tener en nuestras vidas y la sociedad en que vivimos. Y sin duda, en una sociedad (civilizada) en que existe confianza entre sus conciudadanos, las personas se saludan, aún entre desconocidos.
Recuerdo una tarde de invierno que andaba comprando ropa de bebes para mi nieta que estaba por nacer en una de esas tiendas encantadoras madrileñas especializada en niños. La propietaria estaba con su nieta atendiendo cuando ingresaron dos personas, se dirigieron a ellas para preguntarles por el precio de unos trajes en exhibición, se quedaron dando algunas vueltas por allí y luego se retiraron. A penas se retiran, la niña dice: “abuela, por qué esas personas entraron y no saludaron?” y su abuela le respondió “tal vez sea porque estaban molestas con ellas mismas”. Me llamó la atención como una niña en un país desarrollado veía como algo tan extraño que alguien no saludara o en todo caso, cuán claro tenía a su corta edad, el concepto de respeto y consideración –incluso entre extraños.
De niña, mi madre me decía cuando ingresaba a la casa de alguien: “Saluda, no seas mal educada”, y es que sí, el convencionalismo social señala que una de las formas como una persona muestra su educación es saludando al ingresar a un lugar.
Hace poco leía un artículo denominado “mentes brillantes” y afirmaba que la buena educación no parece estar de moda y se premian más las actitudes desenfadadas, descaradas y hasta groseras, cerrando la frase con “parece que estamos perdiendo de vista el gran valor de las normas de convivencia, del respeto y la consideración hacia el otro”. La buena educación no tiene solo que ver con la casa de estudios y los títulos que uno ha obtenido en la vida. La buena educación es la habilidad para comportarnos de manera adecuada en diferentes contextos sociales. Visto así, la educación, es el conjunto de normas, valores y actuaciones que contribuyen a la sana convivencia entre las personas.
¿Cuál es la razón por la que escribo una columna sobre el saludo? Porque es la expresión básica de respeto y consideración a un ser humano y como saben esta columna se denomina persona in centro que apela a “poner a la persona en el centro de nuestra atención y nuestras decisiones”. Me preocupa como ciudadana contribuir a construir una sociedad civilizada, basada en el respeto de derechos y por ello, relacionada con el quehacer empresarial, me siento comprometida con impulsar una cultura de respeto a la persona en las organizaciones en el marco de los Principios Rectores sobre Empresas y Derechos Humanos1 y la Conducta Empresarial Responsable2.
En el Instituto Peruano de Empresas y Derechos Humanos –IPEDHU, entidad que presido tenemos clara esta premisa. No puede haber una efectiva debida diligencia en derechos humanos, una estrategia de sostenibilidad o una veracidad en los indicadores ASG, si no cultivamos una cultura de respeto de derechos en las organizaciones. Es como se diría, el primer paso del primer paso3. Cada vez leemos más manifiestos empresariales o entrevistas donde líderes empresariales señalan que “el objetivo de su empresa es poner en el centro de atención a la persona”. Y lo expresado significa el compromiso por expresar valoración y respeto por los derechos de cada persona, sea un trabajador, consumidor, proveedor o los propios ciudadanos de la sociedad.
Estamos convencidos que la cultura de respeto de derechos debe ser incluso analizada antes de iniciar el plan de trabajo para adoptar, por ejemplo, una política sobre Derechos humanos. ¿Y cuál es la razón que lo sustenta? El hecho de que somos conscientes que vivimos en una sociedad donde prima la desconfianza, y por ende la regla que nos regula no es el que cada uno vele por el respeto de los derechos del otro.
En una próxima presentación, continuo con este orden de ideas que busca reforzar nuestro compromiso por la cultura de respeto a la persona.
1Los Principios Rectores sobre Empresas y Derechos Humanos –PREDH fueron aprobados el año 2011 por el pleno de la Asamblea de las Naciones Unidas y tiene por objetivo establecer las obligaciones de las empresas en torno al deber de respetar los derechos humanos en el desarrollo de sus actividades empresarial. Los PREDH se sustentan en 3 pilares: el deber de proteger los DH a cargo del Estado; el debe de respetar los DH a cargo de las empresas y el deber de ambos de remediar en caso de afectación producida a los DH.
2La Conducta Empresarial Responsable es un término acuñado por primera vez en la actualización del 2011 de las Líneas Directrices de la OECD sobre Empresas Multinacionales, que hizo suyos los PREDH y que hace referencia a aquellas empresas que gestionan sus impactos negativos a los DH en tanto que también contribuyen con el desarrollo sostenible de los países donde operan.
3Concordante con los PREDH, el primer paso para que una empresa implemente este estándar de actuación, es que adopte una Declaración Politica sobre la responsabilidad que asume en torno a los Derechos Humanos. Por ello, si bien no lo señala expresamente el instrumento internacional, en el IPEDHU hacemos referencia este paso previo del primero que mandan los PREDH.