El Riesgo de Tasa de Interés y su Gestión
El riesgo de tasa de interés es otra de las modalidades del llamado riesgo de mercado (ya vimos anteriormente el riesgo cambiario). Se le llama así porque es el riesgo que se corre en razón de las variaciones de las tasas de interés.
Está mucho más presente y es más elevado de lo que se suele creer.
Las fuentes de riesgo de tasa de interés
Una organización, empresarial u otra, o una persona, está expuesta al riesgo de tasa de interés esencialmente de las maneras siguientes:
. por el sólo hecho de haber tomado deuda con tasa variable, cualquiera que sea la tasa de referencia utilizada (por ejemplo el famoso LIBOR), sobre la cual se aplica un margen; esa tasa de referencia puede aumentar, lo que aumenta los intereses a pagar. Muchas veces la tasa variable está expresada de manera explícita pero también puede estarlo de manera menos directa en muchos préstamos, a través de una cláusula que permite al banco aumentar la tasa de interés inicial – lo que suele hacer cuando los intereses que él mismo paga aumentan. Todos hemos oído hablar de situaciones en que aumentaron brutalmente los intereses de los créditos hipotecarios por ejemplo en Inglaterra (uno de sus problemas en 1992) o en los EE.UU (uno de los factores que más afectó a los créditos “subprime”). A una empresa, el alza de las tasas de interés puede hacerle el peso de su deuda insostenible; es un riesgo que se exacerba para los proyectos, donde durante varios años no se percibe ingresos y cuya construcción puede demorar. Y lo mismo pasa con la deuda de los países (deuda soberana): en el post anterior mencionaba lo que pasó con la deuda latinoamericana en los 80as, en gran parte ligado al alza brutal de las tasas de referencia para el dólar; pues estamos viendo lo mismo ahora con varios países europeos, que sólo logran emitir deuda a tasas muy altas, que ponen en peligro su capacidad de pago futura.
. o al revés por el hecho de tener depósitos y otros activos financieros que no rinden una tasa fija sino una tasa variable, igualmente basada en una referencia; todos estamos familiarizados con la disminución de ingresos que puede derivar de una fuerte baja de las tasas de interés; este problema puede ser especialmente sensible para jubilados cuyos ingresos dependan fuertemente de lo que rinden sus depósitos. Este problema puede volverse serio para una empresa cuando por alguna razón bajan sus márgenes o ganancias operativas y que al mismo tiempo dispone de menores ingresos sobre sus depósitos, que además pueden menguar en ese caso, para compensarlo.
. las mismas entidades financieras, por su funcionamiento, pues toman deudas y depósitos para prestar e invertir, están muy altamente expuestas al riesgo de tasa de interés, que puede originarse de varias maneras : por tener deudas con una referencia y préstamos en otra y si estas referencias no se mueven igual, por financiarse a corto plazo y hacer préstamos a mayores plazos (normalmente financiarse a corto plazo es más barato pero pueden haber sorpresas), o por financiarse en tasa variable y prestar a tasa fija, o al revés (una forma de “descalce de tasas” más frecuente de lo que se cree), o porque los vencimientos de sus deudas difieren demasiado de los de sus préstamos (si las tasas se han movido mucho entre fechas, pueden terminar pagando más intereses de los que reciben al renovar las operaciones). Otro riesgo, más difícil de medir para los bancos, es el que se deriva de un gran número de prepagos por parte de los deudores, o de un gran número de incumplimientos o atrasos: eso puede causarles grandes sobrecostos respecto de su propio financiamiento. Y otro, menos conocido, es el que una entidad financiera se causa a sí misma por errores en sus modelos relativos al cálculo del riesgo de tasa de interés, sobre todo cuando tiene activos poco líquidos, que pueden llevarla a malas decisiones en la estructura de las tasas de interés que paga y que recibe.
Como vemos, en este tipo de riesgo, como en el cambiario, uno puede estar “descalzado”. Es muy frecuente para las entidades financieras, que muchas veces prestan en promedio a plazos más largos que los de sus deudas y depósitos para tener mejores márgenes. Pero también les puede pasar a empresas y personas, que tienen a la vez deudas y depósitos; el riesgo se presenta muchas veces tanto por el activo como por el pasivo, no siempre de manera pura en un solo sentido.
Gestionar el riesgo de tasa de interés
Se puede estar tentado de decir que lo más simple es evitarlo: mejor endeudarse en tasa fija únicamente, así uno conoce bien, por adelantado, sus gastos por concepto de intereses. O esforzarse en tener depósitos que rindan una tasa fija por el mayor plazo posible (además esos depósitos rinden más).
Pero, la realidad no es tan simple:
. decidir endeudarse a una tasa fija cuando las tasas están a un nivel relativamente elevado no es una decisión fácil; a veces se teme no poder aprovechar los momentos de baja de las tasas y cuando llega ese momento se teme deshacer una operación con cierto grado de certidumbre frente al riesgo de que dicha baja sea efímera
. en general, lo que está disponible y a menor costo es el préstamo a tasa variable; asegurar una tasa fija suele tener un costo elevado, aún más para mediano y largo plazo
. las tasas fijas para depósitos relativamente largos contienen a menudo la posibilidad para el banco de poder variarlas (es decir bajarlas) si las condiciones del mercado cambian.
Por ello es que se han desarrollado técnicas de gestión del riesgo de tasa de interés, manejadas por los gerentes financieros. En una empresa del sector real, de lo que se tratará es de tener un buen “mix” de tasas fijas y variables en su deuda, en función por ejemplo de lo que se está financiando: para una inversión fuerte para la cual se desea tener un mayor grado de certidumbre en cuanto a la tasa de retorno, puede ser recomendable recurrir a una tasa fija, aunque sea relativamente costosa. Además, en la práctica el mix de tasas no se hará de forma aislada sino combinándolo con el mix de monedas. Esas decisiones se toman muchas veces utilizando técnicas de medición del riesgo de tasa de interés, mayormente en base a información histórica sobre la evolución de las tasas de interés (si el cálculo arroja un riesgo relativamente bajo de variabilidad de tasas, se tenderá a preferir la tasa variable). La empresas del sector financiero en general tratan de hacer que la estructura de tasas de su “fondeo” no se aleje demasiado de la que tienen para los préstamos para evitar reducciones brutales en sus márgenes, una de sus técnicas siendo las cláusulas de variación “si las condiciones de mercado” cambian (lo que no siempre se puede obtener); pero siempre es tentador buscar “fondeos” en tasas variables más bajas.
Y entre esas técnicas, están los derivados de tasa de interés, que permiten protegerse contras fluctuaciones futuras de la tasa de interés En general se buscará entonces pasar de una tasa variable a una tasa fija (aunque algunos busquen lo contrario, sobre todo las entidades financieras). Estos productos, que son normalmente una herramienta esencial de una buena gestión del riesgo de tasa de interés, son, como los derivados cambiarios, aún relativamente poco usados por nuestras empresas.
Existe una gran variedad de derivados, muchos de ellos llamados “exóticos” por su grado de complejidad.
El más simpe es un “interest rate swap” (que es un intercambio de flujos de intereses) para pagar un préstamo como si fuera en tasa fija, lo que supone que la contraparte tenga un interés en pasarse a tasa variable. A veces se hace ese cambio no sólo en la misma moneda, sino pasando igualmente a otra moneda, lo que se llama un “cross-currency interest rate swap”, que puede permitir beneficiarse de una tasa fija más barata aún, pero en general habrá un costo implícito mayor, pues en todas esas operaciones los bancos se toman un margen.
A veces se usarán técnicas de topes hacia arriba o hacia abajo (“caps” y floors”), o bandas de variación máxima (“collars”), que al comienzo podían considerarse como “exóticos” pero ya no.
Conclusiones: cómo no gestionar el riesgo de tasa de interés
Gestionar este riesgo no es fácil, y más vale no caer en la tentación de empeorar la propia exposición al riesgo de tasa de interés, lo que desgraciadamente muchos hacen apostando a los movimientos de tasas de interés con la esperanza de tener ganancias, es decir especulando. Ejemplos:
. cuando las tasas están bajas, tomar sistemáticamente deuda a tasas variables más baratas, incluso para operaciones que no son de corto plazo, apostando a que las tasas seguirán estando bajas; en muchas crisis financieras se ha visto ese tipo de apuestas costarle muy caro a países, a empresas o a las personas;
. crearse uno mismo un riesgo previsible de aumento de intereses a pagar, por anticipaciones especulativas: la crisis del 2007/2009 en los EE.UU reveló la fuerte presencia en el mercado de créditos hipotecarios con tasa reajustable (los famosos ARM-adjustable rate mortgages), donde se pagaba poco interés al comienzo y se aceptaba pagar tasas màs altas después, apostando a que de todas maneras el bien financiado podría venderse más caro; como los bancos hacían la misma apuesta (que les hacía pensar que eso era poco arriesgado en términos de riesgo de crédito), tanto ellos como los prestatarios cayeron en esa notable imprudencia; aunque cabe mencionar que muchos deudores, poco informados, no se daban realmente cuenta del riesgo que corrían
. especular con los derivados, haciendo lo contrario de lo que se debería hacer (pasando a variable cuando sería poco aconsejable, jugar con los “caps” y “floors”), lo que se llama tomar un “wrong-way risk”, es decir un riesgo en el sentido equivocado. Es algo más frecuente de lo que se imagina; se ve a empresas del sector real o pequeñas entidades financieras caer en esa tentación, siendo un tipo de actividad más propio de una entidad financiera grande, que tiene de todas maneras que administrar posiciones globales más complejas (donde es más difícil hablar de especulación, salvo que estén apostando excesivamente “en el mismo sentido”, lo que les crea sobre-exposiciones).
Esas apuestas pueden terminar muy mal, y cada vez que sucede, algo notorio es que el riesgo de tasa de interés es totalmente subestimado, a pesar de lo que la historia ha mostrado con creces. Ver por ejemplo el “post” anterior sobre el libro de Karin Lissakers; visiblemente lo que les pasó a los países latinoamericanos fue una lección bastante olvidada, a pesar del mayor conocimiento posterior de los interest rate swaps.