Riesgo País, “Desastres Naturales” y Seguros
En el post del 23 de octubre último, acerca de la estabilidad financiera y los desastres naturales, mencionaba cómo a nivel de las organizaciones internacionales había un interés creciente por estudiar y ver cómo mitigar los impactos que los desastres naturales podían tener en la estabilidad financiera de un país. Pero este interés no se limita al tema de la estabilidad financiera, también se está enfocando de manera creciente en los impactos macroeconómicos y en el riesgo-país. Veamos:
El 10 de setiembre 2015, la agencia clasificadora Standard and Poor’s publicó un interesante estudio llamado “Storm Alert: Natural Disasters Can Damage Sovereign Creditworthiness”, o en castellano: “Alerta de Tormenta: los Desastres Naturales pueden dañar la clasificación crediticia soberana”.
Dicho estudio muestra cómo los diferentes tipos de desastres pueden impactar en la clasificación crediticia de un país no sólo por los daños directos que pueden producirse en las construcciones y en la infraestructura, sino también, y sobre todo a través de impactos más prolongados en el crecimiento del PBI (daños a las unidades productivas), en la balanza de pagos (daños a la capacidad exportadora e incremento de importaciones para la reconstrucción), en el equilibro presupuestal (pérdida de ingresos para el Estado) y en la deuda pública (por el déficit presupuestal y las necesidades de reconstrucción). Según la agencia el impacto en un período de 5 años puede ser de entre 1 o 2 “escalones” según los países, sin tomar en cuenta los posibles efectos en la gobernabilidad y la situación de seguridad interna.
Obviamente los pequeños países son relativamente más sensibles por su “limitada diversificación geográfica”. Pero también pueden serlo economías mucho más grandes, siendo para ellos especialmente perniciosos los terremotos de gran magnitud, destacando Chile, Japón, Taiwán, Perú y Turquía, pero también para algunos los ciclones tropicales (Bangladesh y Vietnam), y las inundaciones (Tailandia). La razón es que dichos desastres pueden golpear a las regiones más pobladas y/o económicamente desarrolladas, lo que magnifica los impactos.
Pero dicho estudio ofrece también una visión más “optimista”: el hecho de que los impactos potenciales en la “nota-paìs” pueden reducirse de manera considerable si la penetración de los seguros en el país es alta. Entre las razones: la economía se recupera más fácilmente pues las empresas tienen mayor capacidad de recuperar su pérdidas y sobrevivir, las personas pueden recuperar los medios de tener nuevamente casa, y de manera “macro” la reconstrucción es financiada más fácilmente, con menos impacto en las finanzas públicas; al mismo tiempo, si los aseguradores locales se han reasegurado ampliamente en el exterior, hay un impacto positivo en términos de balanza de pagos por el importante flujo de indemnizaciones. Se cita el ejemplo de Nueva Zelanda con los terremotos de 2010/2011, en los cuales 80 % de las pérdidas estaban aseguradas.
No es la primera vez que a nivel internacional se hace ese tipo de análisis:
. un “working paper” del 2011 de la OECD, hecho conjuntamente con el Banco Mundial y la Universidad de Wharton, aunque dedicado esencialemente al financiamiento soberano de los desastres naturales, y la experiencia mexicana, le dedica unas líneas al caso de Chile, con el terremoto de Maule del 2010 y la enorme diferencia que representó el tener por lo menos 25 % de las pérdidas totales aseguradas, en vez de 7 % en el caso del terremoto de 1985 que afectó a Santiago. En el 2009, las tres cuartas partes de las grandes empresas estaban aseguradas contra sismos e incendios, y la tercera parte de las Pymes, así como 24 % de las viviendas. Por supuesto, algunos dirán que igual fue insuficiente, pues hubo algo más de deuda pública y aumento de impuestos. Pero para un país emergente, lo logrado es considerable, sobre todo comparado con la situación anterior. El impacto para el país fue mucho menos severo de lo que hubiera sido sin ese grado de penetración de los seguros.
. Y lo que es menos conocido aún, es un estudio publicado en diciembre del 2012 por el Bank of International Settlements (o BIS), o Banco de Pagos Internacionales, del cual depende el famoso Comité de Basilea, que da la pauta internacional en materia de regulación y supervisión financiera, y cuyo título sería en castellano “¿Riesgos no Mitigados? Nueva evidencia acerca del costo macroeconómico de los desastres naturales”. Aparte de mostrar como los desastres naturales impactan de manera negativa el crecimiento de largo plazo de un país, más allá de los daños directos, también muestra el efecto macroeconómico positivo de una buena penetración de los seguros, pues facilita la reconstrucción; según la data estudiada, el efecto positivo sería aún más visible a partir del tercer año de producido el desastre (aunque positivo también desde el primer año), y parece ser mayor en el caso de terremotos y erupciones volcánicas que en el de eventos climáticos. Pero de todas maneras el efecto macroeconómico es innegablemente positivo, y parece ser aún mayor en el caso de países de renta baja o media, que son justamente los más afectados en lo macroeconómico cuando se producen grandes desastres naturales.
Lo que sorprende un poco es que aunque este importante estudio haya sido efectuado para el BIS, a nivel del Comité de Basilea no se haya sacado aún todas las consecuencias en materia de regulación y supervisión de entidades financieras. Algo que podría cambiar, luego de la reunión del Financial Stability Board mencionada en el post anterior. Los trabajos de lo que algunos llaman ”Basilea 4″ (aunque el proceso de Basilea 3 no esté terminado) serían una buena oportunidad para ello.
Y también es importante tomar en cuenta lo que indica Standard and Poor’s: que su metodología de rating ya incorpora en cierta medida la exposición al riesgo de desastres naturales. Y como hemos visto, ya está estudiando cómo el grado de penetración de los seguros influye en el mayor o menor grado de vulnerabilidad de una economía, coincidiendo con el estudio del BIS del 2012.
Como lo dije en el post anterior: se debería tomar en cuenta estas advertencias que nos están llegando del exterior, y hacer en serio lo necesario para aumentar lo más rápidamente posible la penetración de los seguros contra desastres naturales entre las viviendas y las empresas, y hacerlo bien, buscando la protección de estas y no sólo de sus acreedores.