Los Desastres y la Importancia de la Reactivación Económica
Cuando sucede un gran desastre natural, en lo que más se suele pensar es la atención de la emergencia, luego en la rehabilitación de los diferentes servicios públicos y de las comunicaciones, y luego en el esfuerzo de reconstrucción. Pero hay una dimensión a la que no se suele prestar suficientemente atención: la revitalización de la economía de las zonas afectadas por el desastre. Y sin embargo esta es clave.
Un gran desastre suele provocar la ruina de numerosas MiPymes y en muchos casos de productores agropecuarios, con el agravante en un país como el nuestro, de que la mayoría de estas unidades productivas son informales. Los que mejor parecen entender ese problema son las entidades del sistema financiero, porque notan las consecuencias muy rápidamente, son ellas mismas afectadas. Pero además se debe tener en cuenta el hecho de que en gran parte se tratará de actividades de personas auto-empleadas de forma precaria, cuyas herramientas de trabajo habrán desaparecido con sus propias casas, y/o cuya actividad era dependiente de la actividad e ingresos de todas esas empresas y trabajadores de esas empresas en su entorno, que al desaparecer o paralizarse (y ver sus trabajadores mermados sus propios ingresos), afectan a todas las pequeñas actividades alrededor suyo.
Los efectos económicos y sociales en cadena de los desastres son muchas veces muy subestimados, lo que dejan a las últimas estadísticas existentes sobre niveles de pobreza y de pobreza extrema en realidad desactualizadas. Peor aun cuando gran parte de las actividades afectadas eran informales. Muchas veces los gobiernos piensan en esquemas de “empleo temporal” para los afectados, y ello es necesario, sin duda, pero luego se van dando cuenta de que ello es muy insuficiente, así como se van dando cuenta que los empleos generados por el esfuerzo de reconstrucción física tampoco son suficientes para restablecer los medios de vida de todos los afectados.
Donde gracias a la experiencia internacional acumulada hay más conciencia de ese problema, es en los grandes organismos internacionales como las Naciones Unidas, el Banco Mundial y los bancos regionales de desarrollo, como el BID. Usan mucho, cuando escriben sobre el tema, la expresión “livelihoods”, que podría traducirse justamente como “medios de vida”.
En países más desarrollados, donde las empresas tienen una mayor cultura de gestión del riesgo, con planes de continuidad incluso rudimentarios y con un mayor uso de los seguros para protegerse de diferentes riesgos, el restablecimiento de esos medios de vida es menos complicado. Pero en países como el nuestro, donde no es así, el asunto es mucho más difícil de organizar, y más aún cuando la data es muy imperfecta en razón de la informalidad y cuando en el mismo Estado, en parte por falta de personal calificado, hay una tendencia a subestimar las dimensiones sociales de los impactos de los desastres, y no es algo que se suele incluir en los “inventarios de daños” (donde se hablará por ejemplo de km de vías destruídos, de número de viviendas colapsadas o afectadas, etc.). Por ejemplo, ¿se sabe con exactitud cuántas personas han caído en la pobreza o incluso en la pobreza extrema luego del Niño Costero? ¿Se está seguro de los cálculos efectuados al respecto? Igual para el número de Mypes afectadas: ¿incluye realmente a todo el universo, incluyendo a las micro-empresas de simple subsistencia?
De lo que se trata es de reconstruir la actividad económica, que existía antes del desastre, que no es lo mismo que reconstruir los activos de infraestructura y públicos (aunque esto contribuya a dicho objetivo), lo que a su vez reconstruye los medios de vida de la gente; y aquí se trata también de reconstruirla de manera tal que no se vuelvan a crear las vulnerabilidades a los desastres que antes existían, una aplicación del principio “build-back better” (reconstruir mejor). Puede ser también la oportunidad para mejorar al mismo tiempo lo que antes existía, en el sentido de una mayor formalización y/o de una organización global más eficiente.
Para ayudar a hacerlo bien, y lo que podría hacerse luego de este último Niño Costero, son clave:
. ciertos sectores del Estado por el expertise que pueden tener (a menudo aumentado por la llegada de gente con experiencia muy concreta de las realidades económicas); en nuestro caso por ejemplo el Ministerio de la Producción; en el reciente Foro Industrial organizado por la SNI (Sociedad Nacional de Industrias) y la Asociación de Industriales Latinoamericanos en la Universidad de Lima, el nuevo Ministro de la Producción, Pedro Olaechea, explicó la importancia de la modernización de los mercados de abastos. Y justamente, alrededor de éstos hay siempre toda una serie de actividades. Y no hay que olvidar que cerca de la mitad de las microempresas están dedicadas al comercio. Entonces por ahí hay una pista interesante a explotar; es también la oportunidad para experimentar fórmulas de “reducción tramitológica” en beneficio de las MiPymes.
. los mismos empresarios de mayor tamaño de las zonas afectadas, hablo no sólo de grandes empresas, sino también de medianas (aunque en nuestro país no hayan muchas, desgraciadamente), ayudando a la reconstrucción de las cadenas de valor en la zona, pero incluso aprovechando la oportunidad de crear otras, en asociación con el sector público, cuando éste aprovecha para introducir mejoras modernizadoras como la ya mencionada; su labor termina “jalando” a las Mipymes y las pequeñas actividades de esas zonas
. el sector financiero, (y aquí incluyo a las microfinancieras no reguladas, que son esencialmente ONGs, o también las cooperativas de ahorro y crédito, que lo están parcialmente), cuando comprende bien la situación y en vez de caer en actitudes de restricción crediticia, ve la manera de contribuir a que las empresas afectadas puedan hacer frente a ese “gran bache” y relanzar sus actividades productivas; tal parece ser el ánimo actual en muchas entidades financieras, felizmente; pero pueden hacer algo más, aportando información muy útil al Estado y a los gremios empresariales, sobre la situación de sus clientes, porque la tienen de primera mano, e imaginando esquemas financieros para la reactivación (que podrían ser apoyados por el Estado de diferentes maneras); a menudo el sector privado es muy imaginativo al respecto lo que puede complementar muy bien lo que puede imaginar el sector público como esquemas de apoyo, cuyo principal problema pueden ser fondos insuficientes
. la cooperación internacional, a través de su asistencia técnica y fondos específicos, aportando su conocimiento de buenas prácticas en la materia, que se podrían replicar; y a menudo ese conocimiento no es teórico, viene de esquemas en los que han participado, apoyando a numerosos países. También existen ONGs especializadas en los temas de resiliencia y de trabajo con las comunidades.
Una reconstrucción exitosa requiere así también de una ingeniería fina de la reactivación económica; esta parte es más difícil de medir para el Estado, pero puede llegar a hacerse muy bien con pocos fondos públicos, a partir de las ideas e iniciativas del propio sector privado, apoyándolas, y aprovechando las buenas experiencias de otros países que conocen los organismos internacionales; aquí también se puede llegar a generar algo mucho mejor que lo que existía antes.