Riesgo País Perú: ¿Qué pasará con la calidad de la Educación?
En el post anterior de este mes de Mayo, me preocupaba el futuro de la sostenibilidad ambiental del país. Lo había escrito antes del “debate de técnicos”, y como por casualidad el bloque correspondiente confirmó que, en ambos bandos, en ese tema, “estaban en nada”, para decirlo coloquialmente. También hay otro tema que me preocupa en extremo, por los antecedentes de ambos. Es lo que pueda pasar con la calidad de la educación, absolutamente esencial para mejorar las chances de progreso de mucha gente de condición humilde, pero también para el desarrollo de la ciencia y tecnología en el país.
Hay que ser claros; hasta no hace mucho el Perú venía registrando mejoras gracias a dos reformas clave:
. la reforma meritocrática de la carrera magisterial que, aunque había empezado antes, cobró gran fuerza durante el gobierno del Sr. Ollanta Humala, con un Ministro de Educación de gran calibre que el nuevo gobierno mantuvo, para luego mantener a su equipo el mayor tiempo posible.
. la reforma universitaria, que tuvo como uno de sus componentes clave a la SUNEDU, que empezó a poner orden en un sistema universitario lleno de las famosas “universidades bamba”, que existían hasta en el sector público pues la demagogia congresal había llevado en ciertos casos a crear universidades públicas inviables.
Pues bien, ambos bandos ahora en la 2da vuelta hicieron todo lo posible para destruir la primera, aliándose incluso durante la huelga magisterial del 2017 para sacar a la nueva Ministra, lo que terminó con la caída del Gabinete. Con papelón internacional incluido (afirmar que la OCDE, organismo internacional especialmente reconocido, había armado una “conspiración caviar” con dicho Ministro cuando publicó resultados alentadores). Uno de los candidatos actuales siempre se opuso a dicha reforma, no dudando en aliarse a uno de los organismos de fachada del Movadef con ese fin; poco importa que se tratase tal vez de una alianza circunstancial, lo que cuenta es la oposición absoluta a que mejore la calidad promedio del profesorado. Pero esa oposición también existió del otro lado, por otras razones, de tipo ideológico.
Y lo mismo ha pasado con la segunda reforma: en un caso, por una defensa ideológica cerrada del sistema de universidades-negocio promovido en los 90 hasta sus últimas consecuencias, con una creencia ciega en que “el mercado” haría la selección por si sola. En el otro, por razones que hasta ahora no se entienden porque se supone que por lo menos desde un punto de vista “ideológico” debería estar a favor (¿tal vez coqueteo político con una bancada que sólo es una emanación de una de las peores de dichas universidades?). El hecho es que en ambos casos la SUNEDU tiene sólidos enemigos.
Entonces, entenderán por qué estoy tan preocupado sobre este tema. La calidad de la educación escolar pública es esencial porque determina en gran medida lo que podrá pasar después para la mayoría de la gente. Además de las posibilidades para las empresas de todo tamaño de encontrar personal que tenga un mínimo de capacidad de aprendizaje posterior. Y en ese campo no hay milagros: sin mejores maestros, no se puede mejorar dicha calidad, lo ha demostrado siempre la experiencia internacional. No es sólo un tema de infraestructura y de equipamiento. El capital humano cuenta incluso más que el capital físico. Y no se debe olvidar al respecto el rol clave, del lado de los educandos, que juega también la alimentación durante los primeros años de la infancia, es decir la importancia de los programas sociales nutricionales.
En cuanto a la educación superior, ya es ampliamente conocido lo que le sucede, en términos de empleabilidad, a los que egresan con “cartones” de dichas universidades bamba. Terrible estafa: cuántas expectativas personales y familiares destruidas, y cuyo efecto es parecido al que en el pasado produjeron las discriminaciones laborales en contra de los que vinieran de universidades públicas provincianas, a pesar de que su calidad fuera reconocida. Es un fenómeno tan peligroso para la cohesión social como el de los NI-NI (los que ni estudian, ni trabajan, un factor clave en la exacerbación de la violencia de las protestas actuales en Colombia).
Y ahora se han añadido tres desafíos adicionales:
. el de la falta de clases presenciales a causa de la crisis del Covid-19; como en muchos países con desigualdades sociales similares, el efecto para los segmentos de la población más vulnerables ha sido devastador. El uso de herramientas tecnológicas, aunque una medida acertada de emergencia, no puede tener todos los resultados esperados en dichos casos. Formo parte de los que piensan que los maestros deberían formar parte de las poblaciones prioritarias para la vacunación
. el del desarrollo de la educación intercultural bilingüe (EIB), que empezó en serio también durante dicho gobierno (lo siento, sé que en algunos círculos se suele denigrarlo hasta el ridículo de preconizar ahora mucho de lo que tanto se le criticó antes; en su caso sí se puede hablar de un verdadero odio político nunca resuelto, no como el que otros se inventan para victimizarse). Esta es absolutamente indispensable para una mayor integración del Perú, es parte de nuestra riqueza. Además de que aumenta mucho las oportunidades futuras de los niños de aquellos sectores: conozco demasiado bien la ventaja que da el crecer de manera bilingüe. No he escuchado gran cosa al respecto, y me pregunto cómo andará ahora que sus principales impulsores ya no están ahí, con el agravante de la crisis del Covid-19. De paso, algunos utilizan el tema de los pueblos originarios no para integrar un país en su fantástica diversidad, sino más bien para buscar dividirlo, e incluso provocar conflictos violentos interétnicos, como un mandatario extranjero buscó hacer en el Perú en mayo del 2009, con una carta incendiaria, aprovechando un conflicto existente. Y no puedo dejar de olvidar la estrecha relación de uno de los candidatos con dicho ahora ex mandatario extranjero, aún muy influyente, quien nunca ha dejado de interferir en los asuntos internos del Perú, incluso a través de ciertos gobernadores regionales que le son muy adictos.
. se nota un racismo cada vez más fuerte respecto de aquellos peruanos que tienen orígenes mezclados, algo cada vez más común por la enorme emigración peruana al extranjero, pero también por la cada vez mayor migración extranjera al Perú; eso ha multiplicado el número de parejas mixtas. Me ha tocado sufrir en carne propia ese tipo de racismo, con comentarios que se asemejan bastante a los que personas de orígenes africanos o asiáticos recientes han sufrido en los EE.UU. por parte de los supremacistas blancos. Se diría que la ideología etno-cacerista, con su “supremacismo cobrizo” y su fuerte xenofobia ha impregnado crecientemente a gran parte de la población y de la clase política. Además de la xenofobia respecto de los inmigrantes venezolanos. Esto constituye un enorme desafío adicional para la educación, que no está siendo suficientemente estudiado: ¿cuántos maestros estarán propagando esa ponzoñosa ideología y la xenofobia? ¿No es además el líder de uno de los partidos en liza para la segunda vuelta un notorio antisemita? Justo cuando progresivamente se iba superando de manera creciente el tradicional y estúpido racismo virreynal que ya conocemos (tanto más ridículo que muchos buscan esconder sus verdaderos orígenes; yo no niego mis mezclas africanas y amerindias; un consejo para abrirse un poco la mente: háganse un test ADN de orígenes geográficos), ahora se desarrolla otro racismo en el Perú, más ideológico, con características más cercanas a las del del nazismo y las de muchos fascismos. ¿Se puede mejorar la calidad de la educación inculcando veneno racialista y xenófobo?
En conclusión, ese es otro tema de sostenibilidad de largo plazo del país, respecto del cual estoy muy preocupado.