Infraestructuras Críticas – Pequeñas Reflexiones Provocadoras
En Noviembre del 2017, publicaba un post sobre los Activos Críticos Nacionales. Aunque fuera muy meritorio por fin tener una norma al respecto en el Perú, el tema no es nuevo, puesto que correspondía a la labor que se ha venido haciendo a nivel internacional sobre el tema de las “infraestructuras críticas”. La OECD y el BID publicaron un documento sobre el tema hace unos años. Pero cabe preguntarse si hasta en países desarrollados no se ha olvidado en parte esa problemática, con cierta complacencia, algo que se ha notado más estos últimos tiempos.
Primer ejemplo: los aeropuertos. Cuando se produjo la crisis del Covid, muchos de ellos cayeron en actividad muy reducida durante un largo tiempo. En muchos países hubo que revisar las concesiones merced a las cláusulas de “reequilibrio económico” para evitar que esas empresas quebraran. Lo mismo se hizo con muchos aeropuertos de propiedad pública, con ingentes apoyos estatales para que sobrevivan. Pero en muchos casos, lo que también se hizo fue despedir a muchísimo personal, sin más. Resultado: cuando se recuperó en gran parte el tráfico aéreo, más rápido de lo pensado, un caos absoluto estos últimos meses en muchos aeropuertos, incluso en países desarrollados, incluyendo a varios conocidos por la calidad de sus servicios; esto se repercutió también en las empresas de transporte aéreo, a las cuales muchos aeropuertos les pidieron reducir sus vuelos para poder hacer frente. Los problemas incluyeron por supuesto las conocidas pérdidas de maletas, que hasta ahora no han sido totalmente absorbidas. Las huelgas en algunos aeropuertos empeoraron la situación, destruyendo totalmente su reputación (ahora muchos prefieren evitarlos buscando otras conexiones, lo que a su vez afecta a las empresas de transporte aéreo nacionales). El desorden en los aeropuertos puede también causar problemas en lo que respecta a la seguridad nacional.
Pregunta: los aeropuertos son infraestructuras críticas. Aunque estaban en situación difícil, ¿era razonable exigirles que despidieran a tantos empleados a cambio del apoyo brindado para evitar su quiebra y cierre? No se trata de empresas comerciales cualquiera. Incluso para poder trabajar ahí, debería haber una labor de filtración del personal elegible para asegurarse de que no entre cualquiera, por ejemplo con perfiles delincuenciales o peor, con intenciones terroristas. Y sin embargo se han producido en esta situación casos donde uno podía preguntarse si no había intención de sabotear la reputación del país a través del sabotaje al aeropuerto (en el marco de huelgas por ejemplo), con numerosos robos de maletas que muestran que sigue habiendo personal deshonesto, como mínimo; hasta se llegó a identificar en un caso a un empleado que estaba fichado como sospechoso de radicalización terrorista. El caos provocado por la falta de personal, incluyendo al de seguridad, empeoró la situación, pues también se reportaron casos de personas que entraban a la zona de equipajes sin autorización, como si nada.
El problema con el personal despedido, es que se fue a buscar otros trabajos, y va a ser muy difícil recuperarlo y/o formar a nuevos empleados al ritmo deseado. Resultado: infraestructura crítica que seguirá siendo disfuncional por bastante tiempo.
Segundo ejemplo: las infraestructuras de energía. Han sufrido un doble shock en Europa. La crisis abierta por la guerra entre Ucrania y Rusia, y las sanciones contra esta última, que han llevado a reacciones de su parte, como cortar el suministro bajo diferentes figuras contractuales. Y también la sequía en numerosas regiones, que ha afectado no sólo la producción de centrales hidroeléctricas, sino también la de centrales nucleares, para las cuales el agua también es muy importante por otras razones; como la sequía se ha visto acompañada en muchos casos de grandes olas de calor extremo, las infraestructuras de transmisión eléctrica también han sufrido. Resultado: un mercado energético, que se suponía perfecto bajo las regulaciones en vigor, y a decir verdad con una gran complacencia, totalmente disfuncional; ya se habla de racionamiento de electricidad y de otras fuentes de energía en varios países, pero también se han detectado distorsiones estructurales que antes no se notaban y que obligan a repensar el sistema. La lección: la visión teórica sobre los mercados de provisión de energía no era muy cierta. El concepto de infraestructuras críticas había sido algo olvidado en ese ambiente de un mercado idealizado.
¿Era justificada esa visión idealizada de un mercado de energía en el cual ésta, incluso la electricidad, se intercambia como cualquier otro bien? Visiblemente no. La realidad de que las guerras en Europa no han desaparecido para nada y la de los problemas climáticos que pueden afectar a esas infraestructuras parecían haber desaparecido del “mapa de riesgos”. Ahora se tiene que pensar de manera diferente, “fuera de la caja”, con soluciones ad hoc de tipo estatal, como acuerdos entre países, sea dentro de Europa o con otros proveedores, y medidas de solidaridad para con los más vulnerables que le cuestan al erario público (vengo años diciendo que el sector energético per se es una “fuente de riesgo fiscal”, y no sólo por el ya conocido problema de los precios del petróleo y los mecanismos de estabilización: el problema potencial es mucho mayor). Y sí pues, ahora unos se dan cuenta de que ciertas centrales algo descuidadas debieron ser mejor mantenidas, de que otras que se pensaba condenadas por ser consideradas “sucias” van a tener que seguir siendo usadas o reabiertas (terrible en lo ambiental), de que es necesario tener mayores infraestructuras que permitan importar gas por mar.
Los problemas que menciono parecen ser únicamente un problema de los países desarrollados. Recomendaría no pensar así, y pensar más en los escenarios que pueden afectar a nuestras infraestructuras críticas, y estar mejor preparados para esos escenarios. ¿O la manera cómo nuestra infraestructura hospitalaria, que en su conjunto debería ser considerada como una “infraestructura crítica, nos dejó muy mal parados para hacer frente a la crisis del Covid-19, para la cual estábamos mejor preparados en otros aspectos, como el de la solidez fiscal, no debería ser ya una lección aprendida? No olvidemos además que somos uno de los países que serán los más afectados por el cambio climático y que tenemos un riesgo sísmico brutal en varias regiones del país.