“SOY ÍNTEGRO/A, PERO…”
Hace un par de días estaba dándole feedback muy bueno a alguien y me interrumpió dos veces para decirme: “Pero…”. No entendí bien lo que me estaba tratando de decir hasta la segunda vez que en plena entrega de alcances me dijo: “Pero…”. Hice stop en mi feedback y le dije que no habría “peros” en mi discurso, que lo que le decía era genuinamente cierto y que se enfocara en eso.
Pero todo esto me llevó a pensar que -al menos de este lado del planeta- estamos muy acostumbrados/as a que nos edulcen las orejas antes de darnos una opinión sincera. Es más, hemos naturalizado el pequeño -pero “indispensable” ritual- de edulcorar previamente nuestros puntos de vista y conclusiones.
Es por ello que se genera después lo que yo llamo “el efecto sablazo”. Una vez que estás entre algodones dulces y unicornios, te cae la verdadera opinión de tu enturlocutor/a.
Pues déjame contarte que esto mismo sucede cuando hablamos de integridad.
Preparo este Shot con las frases top que escuché alguna vez de gente que intentaba explicar que era íntegra y -al mismo tiempo- le ponía peros a la integridad.
¡Así que prepárate! Probablemente, el primer sabor que sientas al tomar este Shot sea súper dulce, siguiendo por un “amarguito” que te zarandeará y te invitará a reflexionar.
Aquí van algunas de las expresiones icónicas de cómo alguien puede decirse y desdecirse en menos de dos segundos, creando un sinsentido de estándares olímpicos:
- Soy íntegro/a, pero si me para la poli “arreglo”.
- Soy íntegro/a, pero si un proveedor me manda un regalo a mi casa no digo nada.
- Soy íntegro/a, pero “todo tiene un precio”.
- Soy íntegro/a, pero “business son business”.
- Soy íntegro/a, pero aumento un “poquito” el monto de mis gastos.
- Soy íntegro/a, pero le doy duro a los viáticos.
- Soy íntegro/a, pero paso todo como “gastos de representación”.
- Soy íntegro/a, pero me hago de la vista gorda con los conflictos de interés.
- Soy íntegro/a, pero hago malabares para pagar menos impuestos. “Porque para qué”.
- Soy íntegro/a, pero no le doy crédito a la propiedad intelectual de mis trabajadores.
- Soy íntegro/a, pero pido “favorcitos” a mis proveedores.
- Soy íntegro/a, pero hago “pagar piso” a mis practicantes.
- Soy íntegro/a, pero no hay transparencia en la línea de carrera de mi Firma.
- Soy íntegro, pero le invito un “cevichito” a los funcionarios públicos cuando hace falta.
- Soy íntegro/a, pero tengo socios/as que no.
- Soy íntegro/a, pero cada uno es libre de hacer lo que crea conveniente.
- Soy íntegro/a, pero si los demás no son íntegros mi esfuerzo es en vano.
- Soy íntegro/a, pero me adapto a este sistema corrupto. Porque “así es pues”.
- Soy íntegro/a, pero los directores de mi empresa no son auditados.
- Soy íntegro/a, pero no tengo idea de si mis proveedores o clientes lo son.
- Soy íntegro/a, pero no sé si mis trabajadores también.
- Soy íntegro/a, pero mujeres embarazadas en la organización NO.
- Soy íntegro/a, pero hay cierto perfil estético que define mi marca y mis trabajadores deben cumplirlo.
- Soy íntegro/a, pero mi pasaporte me lo consiguen sí o sí.
- Soy íntegro/a, pero esa concesión será nuestra a toda costa.
Y la más recurrente cuando la persona se siente totalmente cómoda para decirlo: “Soy íntegro/a, pero no tonto/a”. Te imaginarás que el adjetivo normalmente tiene una tónica mucho más fuerte. Lo peor de esta última expresión es que un “cajón de sastre”: cabe de todo. ¿A qué se refieren con que no son tontos/as? ¿Qué encaja en no ser tonto/a?
Evidentemente, hay gente que no es tan directa y estructura sus expresiones de manera más “sofisticada”, por decirlo de algún modo.
Por otro lado, hay quienes se “limitan” a decir que son 100% íntegros y que tienen Tolerancia 0 a la falta de integridad, aunque sus hechos demuestren absolutamente lo contrario.
Pero más allá de las expresiones concretas, el punto está en que nos invitan a reflexionar sobre la incoherencia que hemos normalizado en la sociedad. La normalidad del sinsentido y -muchas veces- nuestra falta de reacción o crítica al respecto.
Una vez que hacemos consciente esta situación, se hace imposible pasar desapercibida una frase que contiene una incoherencia del tamaño de un elefante. Y estaremos en capacidad no sólo de verla, sino también de hacerla ver por los/as demás.
Mientras más visibilicemos estas situaciones, mayor consciencia de coherencia crearemos. Sobre todo cuando de lo que se trata es de integridad.
¡Espero que hayas disfrutado este Shot y te haya aportado claridad!
Si fue así, ¡compártelo con quien pueda serle útil!