¡EL DESAFÍO DE SER CONSECUENTE!
Hoy pongo sobre la barra una cuestión vital si queremos hablar de integridad: ¿Somos consecuentes?
Recordemos que ser consecuentes implica que actuemos de acuerdo con los principios y valores de los que hablamos o difundimos (ya sea para dejar en claro que somos íntegros/as o para diferenciarnos de quienes no lo son). Ello implica -a su vez- que esos principios y valores coincidan con nuestra consciencia y Cultura de Integridad.
En buena cuenta, desde el enfoque de integridad, ser consecuentes implica que actuemos conforme a los principios y valores que exteriorizamos y, también, con los que tenemos interiorizados.
¿Complejo? Diría que es más complejo en la práctica que en la teoría.
Ser consecuente es un ejercicio de responsabilidad que estoy segura que exige una labor mental constante; pero que -sin duda- trae enormes satisfacciones.
Hoy te preparo un Shot doble con este punto de reflexión. Tal vez lo sientas un poco fuerte al principio, pero es súper importante que continúes leyendo, porque preguntarte si eres consecuente es una herramienta infalible para medir si actúas o no con integridad.
Antes que nada demos dos pasitos atrás y recordemos qué es ser íntegro.
Podemos resumirlo de manera sencilla como: hacer lo correcto sin importar si nos están viendo o no. Es decir, hacer lo correcto porque estamos convencidos de que es la mejor alternativa que podemos escoger, sin que para ello importe si nuestros jefes/as, líderes o autoridades nos estén supervisando, vigilando o fiscalizando.
Dicho esto, muchos/as podríamos concluir que somos íntegros/as o actuamos con integridad.
¿Pero realmente es así? ¿Realmente somos íntegros/as en nuestra vida profesional y en nuestra vida personal?
Para descubrirlo es necesario que nos planteemos si somos consecuentes o no.
El ritmo frenético de la vida cotidiana que llevamos nos lleva a actuar en piloto automático -decidir y hacer cosas “para ayer”- sin tomarnos al menos un par de minutos para reflexionar si -en efecto- estamos actuando de manera íntegra.
Muchas veces, el día a día, las metas, las cifras, las estadísticas, los deals, las tareas comerciales, los deadlines y un largo etcétera, nos obnubilan. Nos quedamos como en una suerte de realidad paralela en la que todo funciona por defecto y porque “así debe ser”.
¿Pero qué hay del poder de reflexión que todos/as tenemos?
Mientras más internados/as estemos en esa vorágine es cuando más debemos preguntarnos si actuamos conforme a lo que decimos y si lo que decimos refleja los principios y valores que tenemos interiorizados.
OJO: ¡No es cosa fácil! Es echarse un clavado desde un trampolín muy alto y en una piscina que tal vez aún no conozcamos lo suficiente. ¡Pero es indispensable!
Sé que puede sonar muy abstracto. Aquí le echo al Shot cinco preguntas muy amigables -que, incluso, podrían sonarte hasta evidentes- que pueden ayudarte a lanzarte este clavado olímpico de forma más segura.
PRIMERA PREGUNTA: ¿La decisión que estoy a punto de tomar o el acto que estoy a punto de realizar están alineados con los principios y valores que digo tener? Y, a su vez, ¿hacen sentido con la Cultura de Integridad que tengo interiorizada?
SEGUNDA PREGUNTA: ¿Acaso esa decisión o acto hacen sentido con la Cultura de Integridad de la organización de la que formo parte?
TERCERA PREGUNTA: ¿Lo que estoy a punto de decidir o de hacer es correcto? ¿Está permitido? ¿Es algo prohibido por alguna norma?
CUARTA PREGUNTA: ¿Me siento orgulloso/a de lo que estoy a punto de decidir o realizar? ¿Se lo contaría llegando a casa a mi familia? ¿Lo compartiría con amigos/as? ¿Lo publicaría en redes sociales?
QUINTA PREGUNTA: ¿Mi decisión o acto podría perjudicar mi reputación o la reputación de la organización de la que formo parte?
Además de las preguntas mágicas, déjame agregarle al Shot algunas recomendaciones para que su disfrute sea aún mejor.
PRIMERA RECOMENDACIÓN: Hazte estas preguntas justo antes de tomar una decisión o de realizar una acción importante. Con riesgo a sonar a “call center”, estoy segura de que no te tomará más de cinco minutos.
SEGUNDA RECOMENDACIÓN: Esta vez con riesgo a sonar a “sesión de meditación”, intenta estar en un lugar calmado y sin ruido externo cuando te formules las preguntas. La idea es que estés en un espacio en el que te sientas tranquilo/a.
TERCERA RECOMENDACIÓN: Las respuestas que lleguen a tu mente no son ni buenas ni malas, sólo son válidas y te servirán para caer en cuenta de si estás actuando de manera íntegra y consecuente. Trata de gestionar tus respuestas de la manera más objetiva posible. SPOILER: El sentimiento de culpa no ayuda. El sentido de responsabilidad, SÍ.
Y, finalmente, me toca echarle a este Shot el ingrediente más esperado: los efectos que esta dinámica puede traerte.
Los efectos pueden ser de lo más variados, pero el efecto ideal es que logres comprobar si estás actuando de manera consecuente con la integridad que tanto tú como la organización de la que formas parte practican. Este efecto te facilitará adoptar decisiones y actuar de manera consciente y, por tanto, responsable.
OJO: Puede que notes un efecto secundario. Puede ser que durante la dinámica o como resultado de esta, te des cuenta que los principios y valores que tú o tu organización promueven tener no son lo suficientemente sólidos como creías. De ser ese el caso, se te abrirá un abanico de alternativas, como -por ejemplo- cuestionarte:
- ¿Cuáles son los lineamientos que quieres que te guíen para hacer lo correcto?
- ¿Coincide tu sentido de integridad con el de la organización?
- ¿Te sientes realmente cómodo/a en la organización para la que trabajas?
Es verdad que estas cuestiones son un poco más existenciales, pero es parte del clavado interno al que te invito. Una vez absueltas, tendrás todo mucho más claro y podrás decidir libremente los próximos pasos a seguir.
Estoy segura que después de beber este Shot te visitarán muchas reflexiones, pero también muchas respuestas. ¡Compártelas con quien pueda servirle!