Milei y el precio de su victoria
Chile se gestó como un país liberal, democrático y casi del primer mundo gracias (paradójicamente) a la dictadura del General Augusto Pinochet. Les guste o no, fue durante su gestión que se construyeron las bases institucionales de un Estado Chileno moderno, ordenado y eficiente.
Pero el precio de la victoria de Pinochet fue que la izquierda construyó una narrativa, validada en parte por la realidad, en la que capitalismo y liberalismo se asocian con dictaduras conservadoras. Y nos empaparon de esta narrativa falaz y malintencionada con miles de libros, artículos, películas, documentales, poemas y canciones.
Perú se desarrolló como un país mucho más moderno y ordenado gracias a los 10 años de Alberto Fujimori en el poder. Les guste o no, en su gestión y con su firma, se redactó la Constitución de 1993 y se crearon o reformaron la mayoría de entidades regulatorias, económicas y sectoriales que hoy le dan algo de orden a nuestro sistema.
Pero el precio de la victoria de Fujimori fue que la izquierda construyó la narrativa del “fujimontesinismo” neoliberal, corrupto y violador de derechos humanos, validada en parte por la realidad. Y nos empaparon de esta narrativa falaz y malintencionada con miles de libros, artículos, películas, documentales, poemas y canciones.
¿A dónde quiero llegar con estos ejemplos? A dos reflexiones. La primera. Javier Milei tiene una gran responsabilidad en sus manos. Y si le va mal o no logra alcanzar al menos algunas de las metas que planteó, si no gobierna bien, si no es un buen presidente, los enemigos de la libertad nos cobrarán el precio de su victoria deslegitimando el liberalismo a través de él e inventando alguna nueva narrativa, penosamente, validada en parte por la realidad. Así como lo hicieron a través de Pinochet y Fujimori.
La segunda. Que el precio del que hablo lo pagamos quienes defendemos los valores de la libertad y es un precio intangible y de largo aliento. Cuando nuestros líderes no hacen bien las cosas, los costos en el debate de las ideas son mucho mayores que los beneficios. Es titánico debilitar o eliminar estas narrativas que se crean, y con ellas la izquierda latinoamericana ha hecho mucho daño, muchísimo daño.
Espero por el bien de Argentina y de la región, pero sobretodo por el bien de la defensa de la libertad de la persona frente al colectivismo estatista, que Javier y quienes gobiernen con él sean conscientes de la gran responsabilidad que pesa sobre sus hombros. Tendrán demasiados enemigos y obstáculos, demasiadas taras culturales que vencer, especialmente en un país tan paternalista, estatista, populista y malacostumbrado al subsidio, pero si lo logran, si salen airosos de esta batalla, los frutos pueden ser impresionantes, nunca antes vistos.