Dime con quién inviertes, y te diré quien eres....
Después de un fin de semana de reflexión (espero), aprovecharé para hacer con ustedes algunas reflexiones relacionadas al famoso conflicto de intereses que suele presentarse en algunas etapas del negocio de intermediación bursátil.
Lo considero justo y necesario, pues en repetidas oportunidades he recibido comentarios de algunos lectores acerca de resultados no muy auspiciosos en sus inversiones cuando hicieron caso a las recomendaciones de su trader u operador de Bolsa. Ojo, no estoy diciendo que lo que su trader les sugiere este necesariamente mal. Simplemente estoy recogiendo una muestra, probablemente un tanto sesgada, de aquellos que me escribieron haciendo un comentario no muy feliz de sus experiencias.
Para empezar debo aclarar que un trader NO es un asesor de inversiones. Siendo así, un primer error que suele cometerse es llamar al trader y pedirle una “recomendación”. Para hacer las cosas bien, cuando un inversionista llama al trader para instruir una operación, ya debe tener claro qué es lo que desea hacer (qué comprar/qué vender). Esto supone que el inversionista hizo el análisis por cuenta propia, y si no está calificado para hacerlo, se hizo aconsejar por un verdadero asesor de inversiones.
Que no se me malinterprete, no quiero decir que el trader no esté calificado para asesorar, de hecho, la Superintendencia de Mercado de Valores (SMV) en su búsqueda por profesionalizar el mercado, cosa que yo saludo, ha impuesto requerimientos académicos mínimos para quienes realizan esta función. Mi punto es el siguiente, un trader pertenece a lo que en la industria se conoce como el “sell side”, y una de sus funciones es generarle negocio a la SAB. En este sentido, el trader llamará a los clientes en busca de cerrar alguna operación. Porqué y para qué, bueno, porque los traders normalmente ganan una comisión por el negocio que le generan a la SAB. Entonces, independientemente de si la inversión del cliente fue exitosa o no, mientras más negocio cierra, más ganan, lo cual no crítico, ese es su negocio, para eso están, de eso viven, y punto.
Pero acá es donde surge el llamado conflicto de intereses. Las recomendaciones de un trader normalmente están orientadas a que el cliente cierre algún tipo de operación, ya sea en el mercado secundario (aquel en el que se transan valores previamente emitidos, y solo se produce un cambio en la propiedad de ellos) o en el mercado primario (aquel en el que se venden valores que recién se emiten y que utilizan las empresas para levantar capital o fondos). Esta es la razón por la que un trader no puede asesorar inversiones, pues su interés principal, no es el éxito de la inversión del cliente. Dicho de otra forma, sus intereses no están alineados con lo bien o mal que resulte la inversión del cliente, ellos buscan “cerrar deals”, y acá funciona la lógica del “mas es mejor”.
Un asesor de inversiones o un administrador de portafolios, que representan lo que es el “buy side” en la industria, si tiene sus intereses alineados con los de inversionista. Estos señores también ganan una comisión por el trabajo que realizan, pero en este caso, la comisión está en función al resultado de las recomendaciones o la gestión realizada. Es decir, estos señores ganan lo que se llama una “comisión de éxito”, lo que significa que si sus recomendaciones o su gestión fue buena, y el cliente hizo una buena rentabilidad, el asesor (o administrador si fuese el caso) ganarán mas, y así todos ganan.
Lamentablemente el inversionista peruano promedio, no está acostumbrado a pagar por un servicio profesional de asesoría o de administración de cartera, y prefiere el “consejo gratis” que le puede dar su trader u operador de Bolsa. Probablemente es parte de la criollada peruana, y tal vez el ejemplo que voy a dar es un poco burdo, pero es algo así como el enfermo que quiere ahorrarse la consulta con el médico especialista, y prefiere ir directamente a la farmacia, para que el vendedor le “recomiende” que medicamento tomar. El problema es que a veces la cura, termina siendo peor que la enfermedad.
Para terminar y para que todo esto no quede en el aire, qué les puedo recomendar. A ver, primero tenemos que ser totalmente sinceros con nosotros mismos y responder la siguiente pregunta. Están o no están en capacidad de gestionar sus inversiones.
Si están en condiciones de realizar sus inversiones, lo que supone disponer de tiempo para leer y estar siempre bien informado, así como tener los conocimientos teóricos que les permitan analizar, interpretar y entender los hechos económicos y su incidencia en el mercado, entonces adelante, ustedes mismos son.
Pero si no están en condiciones de administrar sus inversiones, ya sea porque no disponen de tiempo o de los conocimientos necesarios porque su especialidad es otra (médicos, ingenieros, arquitectos, diseñadores, estrellas de rock, futbolista o lo que fuere), entonces tienen las siguientes opciones. Pueden invertir de manera indirecta a través de Fondos Mutuos, pueden contratan los servicios de un asesor de inversiones, o pueden delegar la gestión de sus inversiones a un administrador de portafolios que esté debidamente autorizado por la SMV (esto es muy importante para evitar sorpresas desagradables en el futuro). Obviamente cualquiera de estas alternativas les va a costar. Como dicen por ahí, “no hay almuerzo gratis en Wall Street”, pero acaso no es mejor pagar una tasa de comisión razonable, y evitarse dolorosas y más costosas experiencias.