Sin objetivos no hay paraíso…
Ya que estamos en lo de invertir nuestro dinero, deben saber que los objetivos son importantes, pero tan importante como tenerlos es saber definirlos, entender a que plano corresponden, y sobre todo, ser plenamente consientes de ellos y no perderlos de vista.
Les explico, al elaborar el Plan de Inversiones se establece el objetivo de rendimiento o retorno que permita al inversionista alcanzar sus objetivos personales. Como ven estamos hablando acá de dos planos distintos de objetivos: los del plan y los de la persona. Ahora bien, cuando se discute el rendimiento dentro del plan de inversiones, debemos hacer algunas precisiones. Primero, debemos distinguir el rendimiento “deseado” por el inversionista, del rendimiento requerido o necesario para alcanzar sus metas personales. Segundo, es inaceptable y poco serio dejar de considerar la tolerancia frente al riesgo del individuo al momento de discutir el objetivo de rentabilidad. La dupla riesgo-rendimiento son dos conceptos que no se pueden desligar el uno del otro, y al respecto el inversionista debe ser coherente, la búsqueda de altos rendimientos necesariamente vienen acompañados de mayor riesgo. No sueñen, no existe la inversión de altos rendimientos y bajo riesgo.
Ahora revisemos algunos objetivos posibles para la persona. Tenemos desde los objetivos tácitos como puede ser por ejemplo el deseo evitar desequilibrios financieros frente a la ocurrencia de cualquier contingencia (robo, accidente, enfermedad, incapacidad física temporal o permanente, pérdida del trabajo, etc), hasta aquellos más visibles como por ejemplo un viaje de vacaciones, financiamiento de la educación universitaria de los hijos, un negocio, el retiro o jubilación, jubilación anticipada, incluso la tan anhelada “Libertad Financiera”. Como ven todos estos objetivos personales solo son posibles de lograr si hay respaldo financiero.
Los objetivos son importantes porque guían nuestra estrategia de inversiones. Esto significa que el objetivo de rendimiento-riesgo del plan debe ser consistente con todos y cada uno de los objetivos de la persona. Por ejemplo, tomemos el objetivo del fondo para la jubilación. Este fondo debería constituirse a partir de la suma del Fondo Previsional obligatorio, y el ahorro que voluntariamente ha decidido constituir e invertir para tal fin (ya antes hemos acordado que su Fondo previsional será insuficiente al momento de su jubilación). Si su objetivo con relación al retiro es mantener su estándar de vida, entendido ello como el grado de bienestar material que ha logrado durante la etapa laboral, la idea es que al momento de jubilarse, el fondo obligatorio y el fondo voluntario sumen un patrimonio que invertido genere una renta capaz de cubrir todo lo necesario para mantener su ritmo de vida: alimentación, vivienda, vestido, diversión, compromisos sociales, en fin todo aquello a lo que está acostumbrado.
Con este objetivo en mente su razonamiento debería ser el siguiente: si mensualmente se gasta S/. 9,000 entre usted y su esposa, entonces necesita S/. 108,000 al año. Esto significa que al momento de su jubilación debería haber acumulado un patrimonio que invertido genere dicho monto como renta anual. Teniendo en cuenta que a estas alturas de su vida ya no debería asumir riesgos altos, su estrategia de inversión debería ser básicamente de preservación. Ahora supongamos que el rendimiento de mercado para un portafolio con las características sugeridas sería de 5% anual. Entonces su patrimonio para el objetivo de jubilación cuando usted cumpla 65 años, debería alcanzar los S/. 2’160,000.
Para aterrizar la idea de la consistencia entre la estrategia de inversión y los objetivos, supongamos ahora que usted tiene 40 años y ha logrado acumular un ahorro de S/. 200,000 que desea invertir desde ahora para su jubilación. En esta etapa usted debe buscar apreciación y crecimiento del patrimonio, eso significa tomar algunos riesgos en busca de rendimientos que le permitan alcanzar el objetivo. Si su esquema mental lo limita a colocar su dinero en depósitos a plazo que le ofrecen retornos de digamos 6% anual, y piensa que de esta forma acumulará el patrimonio requerido al momento de jubilarse, entonces seguramente usted también cree en Papá Noel, en los duendes y la fábrica de juguetes en el Polo Norte. Hagan números, incluyan el efecto de inflación que por simplicidad no he considerado, y verán que una estrategia de inversión basada en depósitos a plazo es totalmente inconsistente con el objetivo que se busca en este caso.
Independientemente a la tolerancia frente al riesgo de cada persona, lo cierto es que en determinadas etapas de su vida es necesario asumir algo de riesgo. Esto no es malo, siempre que el riesgo este gestionado. En mi experiencia muchas personas le tienen miedo a las inversiones en renta variable, que sería necesario incluir en el portafolio de nuestro ejemplo si lo que se busca es apreciación y crecimiento del capital. Las consideran inversiones riesgosas, y de hecho lo son. Lo curioso es que algunos de ellos son empresarios, y no se dan cuenta que su patrimonio concentrado en un solo negocio (acciones de su empresa) está expuesto a un mayor riesgo que el de un portafolio diversificado en sectores y regiones, que además tienen la liquidez suficiente para salirse si las cosas se ponen feas.
También encuentro que el temor a invertir en mercados de capitales tiene como origen una mala experiencia previa. Tal vez el problema no fue el activo elegido en sí mismo, sino una mala decisión tomada sin la asesoría adecuada, que precisamente por falta de asesoría no se corrigió a tiempo. Yo siempre digo, la receta para perder dinero es meterse en algo que uno no conoce, y usted puede ser muy buen médico, un excelente carpintero, el mejor ingeniero, un rankeado futbolista, incluso un súper economista o administrador, puede tener un negocio exitoso y conocerlo muy bien, pero eso no lo califica para gestionar inversiones en mercados de capitales. Es verdad que el asesor tampoco es infalible, pero debería mejorar su probabilidad de éxito.
Regresando al punto, cada objetivo tiene un horizonte de tiempo. Algunos son de corto plazo, otros de mediano o largo plazo, y corresponden a distintas etapas de la vida de la persona. Algunos son objetivos “deseables”, otros son objetivos “necesarios”. Así hay una serie de criterios a considerar, y las inversiones del plan se deben estructurar de tal forma que la relación rendimiento-riesgo calce con cada objetivo personal.
Para terminar me voy a salir un poco del tema, pero antes de ser criticado por los números que he considerado en los ejemplos propuestos, quiero poner el parche como se dice. En el post anterior, un amigo lector cuyo comentario agradezco, sugirió que yo era poco realista al plantear un esquema de coberturas y fondos para distintos fines, entre ellos el previsional. Su argumento era que para lograr todo lo que proponía se requiere un ingreso elevado. Primero debo aclarar que esto no se logra en un mes, ni en dos, es un proceso que toma tiempo y mientras más temprano empecemos, mejor. Segundo debo insistir que no se trata de cuánto ganan, sino de cómo gastan.
La gestión ingresos y gastos dentro del planeamiento financiero personal es la clave para generar excedentes. El problema está en una serie de creencias y formas de pensar que limitan la posibilidad de hacer los cambios necesarios en nuestros hábitos y costumbres. Peor aún, bloquea nuestra capacidad para aceptar la idea que cada uno es responsable de su propio destino, pues para muchos es mas cómodo continuar la vida con las ideas y formas de pensar que sus amigos o familiares le han hecho creer “es normal”.
Este es un tema central en los talleres de Finanzas Personales que organiza Kevala Advisors, pues aunque nuestro servicio está orientado a patrimonios ya formados, también nos preocupamos por fomentar y desarrollar esa cultura financiera que permita a las personas, mediante un adecuado planeamiento financiero, hacer realidad los números que le ayuden alcanzar sus objetivos. Créanme que es posible, solo se necesita mucha disciplina, actitud, y tener claro que la construcción del patrimonio es un proceso, no se logra de la noche a la mañana.