…¿y cómo quieres que sea tu vida?
Muchos de nosotros tenemos una serie de aspiraciones materiales. Nos gustaría manejar un auto del año, vivir en una casa con determinadas características, vacaciones en lugares soñados, que nuestros hijos estudien en una universidad Top, una jubilación tranquila y decorosa, incluso a algunos nos gustaría retirarnos antes de tiempo (jubilación anticipada) para dedicarnos a aquello que siempre nos apasionó, pero que por las responsabilidades laborales, familiares, etc. no pudimos hacer. Todo ello es válido, la pregunta es, ¿y que estamos haciendo para hacer realidad todos estos “sueños”?
Si se puede, pero debemos pisar tierra. Cada uno de estos objetivos, voy a llamarlos así de ahora en adelante, requiere un respaldo financiero que los haga realidad. Esto significa que debemos implementar una serie de estrategias que nos permita materializar cada uno de dichos objetivos y tal vez otros que pudiéramos tener, porque dejemos claro algo, “un objetivo sin una estrategia, es sólo un sueño”. Este es un pensamiento que alguna vez leí y me pareció oportuno mencionarlo.
Todas las estrategias requeridas para lograr los objetivos personales se plasman a través de un “Plan Financiero”. Así es señores, hacer planificación financiera no es una labor exclusiva del Gerente Financiero de una empresa, las Finanzas Personales consisten precisamente en desarrollar un plan financiero personal que nos ponga en la ruta correcta para alcanzar cada uno de nuestros objetivos. A continuación les explico de qué se trata y cómo se hace.
Antes de seguir debo hacer una acotación. Para efectos de elaborar nuestro plan financiero, nuestros objetivos deben estar totalmente cuantificados, deben tener un horizonte de tiempo o plazo, etc. Es decir, si tomamos por ejemplo el objetivo de jubilación, no basta decir “mi objetivo es que al momento del retiro mi nivel de vida no se vea afectado, y seguir disfrutando de los mismos consumos a que estoy acostumbrado, etc”. Es necesario tener claro lo que ello representa económicamente, es decir, cuánto dinero necesito para mantener el nivel material de vida, cuanto tiempo falta hasta la jubilación, cuál es el stock de riqueza actual, y que tan cerca/lejos estoy del objetivo, entre otras cosas.
El plan financiero se sustenta en tres pilares. El primero es la gestión de ingresos y gastos, pues debemos tener claro como son nuestros ingresos, y en qué nos estamos gastando el dinero que nos depositan cada mes. Hacer un análisis de ingresos y gastos nos ayuda a entender ello, y a optimizar el uso de nuestros recursos. Probablemente identificaremos una serie de gastos que se pueden reducir o incluso eliminar. El resultado debería ser mejorar nuestra capacidad de ahorro para empezar a construir riqueza. Hacerlo no es complicado, para ello no se necesita un doctorado en física nuclear. La fórmula es simple, se trata de “presupuestar, ahorrar e invertir”, no hay más. Algunos dirán que estoy hablando rocas, que eso no se puedo porque su sueldo no le permite ahorrar, y bla bla bla. Yo les digo lo siguiente, al final de día no se trata de cuanto ganan, se trata de cómo gastan. Algo que tenemos que aprender es a vivir nuestra realidad y no pretender vivir realidades ajenas. No hay que desesperarse, esto es un proceso, y créanme el momento llega, pero es necesario disciplina financiera y paciencia.
Por lo dicho en el párrafo anterior intuyo que ya están pensando en cuál es el segundo pilar del plan financiero. Así es señores, el segundo pilar es el Plan de Inversiones. El dinero que tanto trabajo nos cuesta ganar y ahorrar, hay que invertirlo. En términos generales se trata de poner “nuestro dinero a trabajar para nosotros”.
Acá debo ser muy ácido, invertir no es un juego, las inversiones deben hacerse de manera profesional. A veces en charlas o seminarios que doy los asistentes me preguntan qué se necesita para gestionar de manera personal las inversiones. Pues bien, primero debo repetir algo que siempre lo digo, incluso en este espacio. Meterse a hacer algo que uno no conoce es la mejor receta para perder dinero, ergo, es necesario capacitarse. No tienen que tener un doctorado en economía o finanzas, pero por lo menos contar con la base conceptual para entender los mecanismos de transmisión de los distintos eventos o hechos económicos hacia los mercados financieros. También es necesario madurez emocional, pues en el proceso de inversión nos atacan una serie de sesgos cognitivos que afectan la forma en que tomamos decisiones y de esa forma influyen en el resultado de nuestras inversiones. Para terminar hay que contar con el tiempo suficiente para conseguir, analizar y procesar información. Si cuentan con todo esto, adelante. De otra forma, mejor buscar alternativas.
El plan de inversiones está estrechamente relacionado con los objetivos que nos planteamos, y con la etapa de vida en que nos encontramos. Es decir, si el objetivo para el que estoy invirtiendo requiere crecimiento de capital, debo seguir una estrategia que incluya activos que permitan apreciación del patrimonio. Esto solo se logra si incluimos un porcentaje suficiente de activos riesgosos (acciones o renta variable). De ninguna manera vamos a lograr calzar el patrimonio requerido para el objetivo en cuestión invirtiendo el mayor porcentaje del capital por ejemplo en depósitos a plazo. También es importante el horizonte de inversión, lo cual está relacionado con nuestra etapa de vida. Un objetivo de apreciación y crecimiento generalmente está relacionado con horizontes de tiempo largo. Una estrategia que incluya activos riesgosos debe considerar horizontes mayores a 5 años. Esto significa que si por ejemplo estamos trabajando el objetivo de jubilación, debemos empezar en una edad temprana, lo ideal es empezar apenas iniciamos nuestra vida laboral activa. Los 30’s todavía es un buen momento para planificar la jubilación. Preocuparse por la jubilación en los 60´s ya es extemporáneo, entre otras cosas porque a esa edad, y con un horizonte de tiempo tan corto ya no es recomendable asumir riesgos altos. A esa edad lo recomendable es ya contar con el patrimonio requerido para respaldar la jubilación, y la estrategia de inversiones en este momento ya no debería ser de crecimiento, si no de preservación y de renta, lo que nos lleva a un portafolio principalmente conformado por instrumentos de renta fija (bonos).
Finalmente el tercer pilar del plan financiero, y no por ello menos importante, es la estrategia de coberturas. Todo lo que hemos explicado hasta ahora queda en nada si ocurriese alguna contingencia. Una enfermedad, un accidente, una discapacidad que afecte nuestra capacidad para trabajar, incluso la muerte misma se convierten en un riesgo, pues como resultado se produce la interrupción de nuestra capacidad para seguir generando ingresos. Frente a ello, un seguro de vida por ejemplo es la herramienta adecuada para proveer a los sobrevivientes, un patrimonio que al invertirse les provea una renta que compense los ingresos que ya no recibirán, tras el fallecimiento de la persona que los generaba. Nótese que de manera implícita estoy planteando que el dinero que se recibe del seguro de vida, no es para gastarlo, es para ser invertido.
No solo los riesgos personales, es decir aquellos que afectan nuestra vida, salud o integridad física deben ser cubiertos. También es importante estar protegido frente a aquellos riesgos materiales y patrimoniales que producen perjuicio o daño sobre nuestros activos o bienes. Contar con una estrategia de coberturas es importante porque le da estabilidad al plan financiero, no solo evita desbalances en nuestro presupuesto, también nos evita tener que hacer desinversiones que afecten el logro de nuestros objetivos.
Planificar ahora nos permite vivir mejor en el futuro, y se requiere mucha disciplina. Pero que no se piense que ello significa renunciar a vivir el presente. Significa vivir el presente de acuerdo a nuestra realidad particular sin comprometer el futuro con el uso y abuso de endeudamiento para aparentar algo que no somos. Para terminar los dejo con este pensamiento, “para tener lo que la mayoría no tiene, debes hacer lo que la mayoría no hace”.