Subir o no subir, esa es la cuestión...
Desde hace algún tiempo, el gran dolor de cabeza para el mercado es cuándo finalmente la Reserva Federal de EEUU elevará nuevamente su tasa de referencia. Desde la última crisis financiera en el 2008 cuando se aplicaron políticas monetarias expansivas y los famosos QE, recién en diciembre 2015 lo hizo por primera vez. En ese momento se especuló sobre la posibilidad de cuatro nuevos incrementos en el 2016. Se esperaba la siguiente subida de tasas en marzo, lo cual no sucedió. La siguiente fecha probable era junio, tampoco sucedió. Entonces se dijo en la reunión de julio de todos modos sube la tasa, tampoco sucedió. Recientemente en la reunión de setiembre tampoco se subió la tasa, y en cambio se revisó a la baja la tasa objetivo para los próximos años, lo cual supone un menor ritmo de incrementos. Es poco probable que en la reunión de noviembre, una semana antes de las elecciones, la FED decrete una subida a su tasa de referencia, de tal modo que las expectativas están puestas en la reunión de diciembre de este año, y el consenso del mercado asigna una probabilidad algo superior al 50% que esto sucederá.
Debido al impacto que tal decisión tendría sobre los mercados financieros parece valido evaluar la probabilidad que finalmente se tome tal decisión en diciembre. Primero consideremos la “necesidad” si cabe el término, que la FED eleve su tasa de política. Resulta que EEUU está enfrentado a dos riesgos con relación a sus decisiones en torno al nivel de su tasa referencial. Por un lado mantener los niveles tan bajos de la tasa de interés representa un riesgo potencial de inflación. En el caso de EEUU tal riesgo se atenuó durante la primera mitad del año por la caída del precio del petróleo, y fue un gran respiro en su momento, pues el otro riesgo surge a partir de un incremento “antes de tiempo” a la tasa de interés, o dicho de otro modo, decretar un incremento de tasa cuando la economía todavía no está lo suficientemente consolidada como para soportar tal medida. De esta forma, la decisión de la FED enfrenta dos escenarios, por un lado mantener por más tiempo la tasa sin cambios, lo que conlleva un riesgo de inflación y las posibles “burbujas” financieras que suelen ocurrir en estos escenarios, o subir la tasa de interés a riesgo de debilitar con ello la modesta estabilidad y consolidación de su economía, cuyo crecimiento estimado para este año también se ha revisado a la baja.
Un argumento a favor de la subida de tasas se sustenta en la solidez que ha venido mostrando el mercado laboral, lo que a su vez redunda en el fortalecimiento del consumo privado, que es el gran motor de su economía. La Reserva Federal ha dejado claro que una decisión en esta dirección se dará solo si los indicadores económicos la respaldan. Mientras que los factores que dilataron la decisión estaban más bien relacionados a factores externos: la debilidad de la economía China y el impacto que el BREXIT pudiera tener sobre el crecimiento de las economías globales. A todo ello se ha sumado la incertidumbre en torno al resultado de las elecciones en noviembre, por lo que antes de dicho mes no se decretaría un nuevo incremento de tasas. Pero a mi parecer ahora ha surgido un nuevo factor de riesgo: el desenlace del caso Deutsche Bank. Entre los comunicados de los ejecutivos del banco que pretenden tranquilizar al mercado, y los rumores de corridas de inversionistas que se esparcen, lo cierto es que este es un evento que genera incertidumbre y volatilidad.
Y para nosotros, pobres y simples mortales qué consecuencias tiene todo esto. Aparte del efecto que el incremento de tasas tendrá en los mercados de acciones y de renta fija globales, el activo cuyo precio está directamente relacionado a las decisiones de política monetaria de la FED (específicamente referidas a la tasa de interés) es el oro. Nosotros estimamos que en los próximos meses el oro debería mantenerse oscilando en un rango entre USD 1305 y USD 1360, y la consecuencia inicial de una subida de tasas sería una caída en la cotización del metal precioso que incluso podría generar la ruptura del piso sugerido. Por ahora el precio del oro seguirá mostrándose volátil, reaccionando en el corto plazo a la publicación de indicadores económicos y a los comentarios de los oficiales de la FED. Esta volatilidad se trasladará amplificada a las mineras de oro: Buenaventura, GoldCorp, Yamana Gold, AngloGold, Barrick, Newmont Mining, entre otras.
El tipo de cambio también es sensible a las expectativas en torno a la decisión de la FED sobre la tasa de interés. Recordemos que a fines del primer trimestre el consenso del mercado apuntaba a un tipo de cambio al cierre del año cercano a S/. 3.55, ahora ese consenso está alrededor de S/. 3.40. Si las expectativas depreciatorias se han reducido en los últimos meses, ello se explica debido a que por los factores expuestos, la probabilidad de un incremento de tasas en EEUU también se ha reducido.
Pero que podemos esperar para la reunión de diciembre. Personalmente creo (y puedo estar equivocado pero es mi posición), que tampoco en diciembre tendremos un incremento de tasas. Acá creo que no funciona eso de “querer es poder”. La señora Yellen y algunos oficiales de la FED se han mostrado a favor de subir la tasa como una necesidad y seguramente están deseosos de concretar tal medida. Sin embargo, creo que querer no basta en este caso. Los riesgos externos son una barrera de peso para tomar tal decisión en lo que resta del año. En todo caso veamos cómo se van desarrollando los hechos. Faltan dos meses y medio para la reunión de diciembre, muchas cosas pueden pasar, y lo único que podemos afirmar con certeza total, es que la volatilidad seguirá golpeándonos durante este tiempo.