…y cómo te gustaría que sea tu vida?
Muchos de nosotros tenemos una visión ideal de cómo nos gustaría que sea nuestra vida presente y futura. Pero muchas veces dicha visión queda en una simple idealización o sueño. La razón, falta de una adecuada planificación de nuestras finanzas personales basada en objetivos claros, precisos, plenamente identificados, aterrizados y cuantificados.
Los objetivos pueden ser muy variados. Entre ellos podemos hablar por ejemplo de nuestro fondo para la jubilación si tenemos claro cómo nos gustaría que sea nuestro periodo de retiro, o tal vez alguno de nosotros no desea esperar cumplir los 65 años para jubilarse y está pensando en retirarse a los 50 años (jubilación anticipada), otros objetivos pueden considerar la compra de una vivienda propia, o tal vez si ya tenemos vivienda propia, estamos evaluando una segunda vivienda (playa, campo, etc.). También podemos anhelar una buena educación para nuestros hijos en una universidad Top, o tal vez estamos pensando en hacer una Maestría o Doctorado que eleve nuestro capital humano. Puede ser el caso que estemos pensando en capitalizarnos para constituir un negocio (emprendimiento), o simplemente es que nos gustaría tomarnos un periodo de tiempo en algún momento a partir de ahora para hacer un viaje de aquellos que dejan huella.
Todos estos deseos se pueden convertir en nuestros objetivos financieros, y se pueden lograr, es solo que para materializarlos necesitamos un respaldo patrimonial que los haga realidad. Y la forma de constituir ese patrimonio capaz de hacer realidad dichos objetivos es mediante un Plan Financiero.
El punto de partida es tener capacidad de ahorro. Sobre este tema mis comentarios pueden parecer muy ácidos, tal vez lo son, pero también son ciertos, y la verdad es que como asesor no es mi función dorarle la piedra a nadie. Muchos pueden decir que no ganan lo suficiente para ahorrar, que cuando ganen un “poquito” mas, ahorrarán. No se engañen, no se trata de cuánto ganan, se trata de cómo gastan. Muchas veces tenemos hábitos de vida que no nos permiten ahorrar, muchas veces la falta de previsión nos induce a endeudarnos comprometiendo con ello nuestro futuro, en fin, muchas veces pretendemos vivir una realidad que todavía no nos corresponde. Les aseguro que cuando ganen ese poquito más tampoco ahorraran, porque debido a la falta de disciplina financiera, no pasará más de seis o siete meses antes que sus gastos igualen o superen nuevamente su nuevo nivel de ingresos. A esto lo llamamos “el ciclo de dependencia”.
Si este es su problema, deben empezar armando su presupuesto personal/familiar. Esto les permitirá entender en qué se están gastando el dinero que ganan, priorizar y controlar el gasto, y por ende generar y planificar su ahorro.
Ahora que ya puede ahorrar, el siguiente paso es estructurar las inversiones. Muchos de los objetivos que he mencionado antes requieren constituir un patrimonio que genere renta pasiva. Les explico brevemente. La renta pasiva es aquella que se genera de manera independiente a nuestro concurso, esfuerzo, tiempo, y dedicación. No importa si nos quedamos dormidos, si nos fuimos a la playa o simplemente no nos provocó ir a trabajar. La renta pasiva igual la recibiremos. Las inversiones que generan este tipo de renta son los Bonos a través de los intereses que pagan, las Acciones a través de los dividendos, las inversiones inmobiliarias a través de la renta de alquileres, para citar algunas. Algunas personas me dicen, hay que invertir en un negocio, hay que hacer un emprendimiento. Me parece perfecto, pero un negocio/empresa no nos generará renta pasiva a menos que dicha empresa alcance un nivel de desarrollo y madurez tal, que estemos en capacidad de delegar completamente su dirección y gestión.
El siguiente paso es estructurar las inversiones. Como ya lo he mencionado antes, hacerlo requiere un “Plan de Inversiones”. Uno no invierte en las mismas acciones que compró el vecino simplemente porque escuchamos que él “ganó un montón de plata” en esas acciones. Para estructurar las inversiones, es decir, determinar el porcentaje en que cada clase de activo (money market, acciones, bonos y activos alternativos) deberá componer nuestro portafolio, se requiere tener en cuenta la etapa de vida en la que nos encontramos y el horizonte de inversión, debemos tener claro para que estamos haciendo las inversiones (objetivos), cuantificar el rendimiento requerido para lograr la meta de crecimiento y nuestra tolerancia al riesgo. No se hacen las inversiones en función al clima o a nuestro estado de ánimo, esto no es un juego.
Acompañando todo este proceso es importante contar con plan de coberturas de riesgos personales. Es preciso que tengamos claro que la parte más importante del plan financiero es nuestra capacidad para generar los ingresos a partir de nuestro trabajo. Es la parte de nuestra riqueza que llamamos “capital humano”. La ocurrencia de cualquier evento que interrumpa o limite esa capacidad para generar ingresos, nos obligará a desinvertir y pondrá en serio riesgo el logro de nuestros objetivos en el tiempo, haciendo fracasar el plan financiero. Cada tipo de cobertura: seguro de vida, seguro médico, seguro de invalidez, etc. tienen su razón de ser y deben ser adecuadamente estructurados para no incurrir en coberturas insuficientes o sobre coberturas que también suponen sobre costos.
Una reflexión final. Tras leer este breve artículo tal vez algunos me dirán que esto es teoría, que esto no funciona en la vida real, que esto no funciona en países como Perú, etc. Que les puedo decir, las excusas abundan, pero precisamente pensar de esa manera es la que no nos permite avanzar. Seguramente me ganaré muchas antipatías por lo que diré a continuación, algunos dirán que carezco de sensibilidad social, en fin, es como pienso, ya les dije que sobre estos temas a veces puedo ser muy ácido, sin embargo como yo lo veo, la verdad puede ser incomoda pero nunca es mala. Así que parafraseando algo que leí alguna vez, mi posición es la siguiente: en la vida no existen premios ni castigos, solo las consecuencias de cada decisión que tomamos. Por ende, nosotros estamos donde estamos, por decisión propia. Nadie excepto nosotros es responsable por las cosas que nos pasan y la vida que tenemos. Así que citando a Confucio, “si ya saben lo que tienen que hacer, y no lo hacen, están peor que antes.”