Hacia el Derecho al empleo
Por Cesar Alvildo, alumno de Ingeniería Empresarial de la Universidad del Pacífico
La meta no es solo que cada peruano tenga un trabajo, sino evaluar en qué condiciones trabaja. El hecho de tener un empleo no garantiza la capacidad para escapar de la pobreza Los empleos de calidad constituyen un desafío para casi todas las economías y son necesarios para un desarrollo económico sostenible. Según un estudio de la Universidad del Pacífico, son siete millones de peruanos quienes trabajan, pero que desean y están disponibles para trabajar más adecuadamente en relación con el número de horas trabajadas, salario o sus capacidades. Los peruanos que trabajan menos de 35 horas a la semana, los que reciben un sueldo menor al salario mínimo y los sobreeducados son los llamados subempleados.
Aunque son diversas las causas que provocan el subempleo, existe una resolución que duplicó las probabilidades de caer en el subempleo. En noviembre de 1996 se decretó en el Congreso de la República, la Ley de Promoción de la Inversión en la Educación. Se permitió a toda persona realizar actividades en la educación, con el fin de promover la inversión y modernizar los servicios educativos con o sin finalidad lucrativa. Hoy, con el triple de universidades es evidente que existe una baja calidad en muchas de ellas. Durante el 2010, un joven que estudiaba en una universidad de mala calidad contaba con una probabilidad de un 30% de conseguir un subempleo al egresar, el doble que en 1996. Hoy, la probabilidad de que un egresado universitario consiga un subempleo ronda el 45%, según investigadores de la Universidad del Pacífico.
Es importante reconocer el valiosísimo esfuerzo de las familias por mandar a sus hijos a la universidad. Lamentablemente, el esfuerzo es a veces fútil debido a la sobreeducación. Muchos peruanos poseen capacidades superiores a las que requiere su trabajo, es decir, están sobreeducados y es común conocer a profesionales titulados que trabajan como taxistas. El 49% del total de personas, que cuentan con una educación superior, están sobreeducados. Atraviesan una situación complicada, pues el retorno anual que reciben es del 6%, la mitad de lo que recibe un peruano adecuadamente educado. Además, el 77% de trabajadores sobreeducados se mantiene en ella al año siguiente.
Hoy, en Lima Metropolitana, de cada cien personas pertenecientes a la PEA, 12 son subempleados por horas y 22 por ingresos. Durante el segundo trimestre, se presenció una disminución del subempleo en un 3.2% en Lima Metropolitana. Los subempleados por horas y salario disminuyeron en un 4.5% y 0.9% respectivamente, lo que suma un total de 58 mil peruanos que salieron del subempleo, según el INEI. Por otro lado, la situación en el interior del país es complicada. Según el Instituto Peruano de Economía, actualmente hay un 45% de peruanos que están subempleados. La tasa de subempleo en catorce de los veinticuatro departamentos está por encima del porcentaje nacional, siendo Huancavelica y Cajamarca los que presentan las mayores tasas de subempleo con 72% y 71%, respectivamente. Los salarios promedios en dichos departamentos son los menores; 703 y 818 soles, respectivamente.
A pesar de la importancia del tema, no existe una reforma definida y desarrollada en el campo laboral. No hay peor reforma que la que no existe. En el lado educativo, es conocida la labor que está realizando SUNEDU con las universidades. El MEF y MTPE realizan labores para disminuir el subempleo y empleo informal. Aunque varios caminos lleven a Roma, es vital que nuestras instituciones trabajen unidas. No hay reto que no podamos alcanzar trabajando juntos, con claridad en los objetivos y conociendo los instrumentos. Al 2030, lograr el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todas las mujeres y los hombres es un objetivo de desarrollo sostenible con el cual este país se ha comprometido. El subempleo es el problema del que se debe hablar.