Lecciones de pandemia ¿Qué aprendimos del primer “cisne verde”?
Por Bruno Andre Herrera Criollo, alumno de Economía de la Universidad del Pacífico.
Cuando en enero del 2020 la Oganización Mundial de la Salud (OMS) se rehusaba a clasificar al COVID-19 como una amenaza global, un informe del Banco de Pagos Internacionales (BPI) veía la luz. En El Cisne Verde: Banca central y estabilidad financiera en la era del cambio climático, se describe un tipo de amenaza al sistema financiero producido por las cada vez más frecuentes catástrofes medioambientales. A casi un año de su publicación y en un mundo completamente distinto, podemos decir con justicia que su publicación resultó ser tan providencial para entender los efectos de la pandemia como estos lo fueron para entender más acerca del fenómeno. ¿Qué aprendimos del “primer” cisne verde?
¿Por qué la pandemia de COVID-19 es un cisne verde?
La pandemia de COVID-19 sorprendió a todos los países en un contexto en el que se había pensado poco o nada en el diseño de planes de contingencia para manejar emergencias sanitarias de estas características. Por este motivo, muchos podrían verse inclinados a llamar al evento como un cisne negro (un evento excepcional y casi impredecible que provoca un profundo daño a la economía y las finanzas); no obstante, la presente pandemia encuadra más en las premisas de un cisne verde en la medida en que sabíamos, por la experiencia de anteriores pandemias, que la ocurrencia de un acontecimiento semejante no solo era predecible, sino también, inevitable.
Además, la aparición de esta clase de enfermedades podría encontrar su raíz en la progresiva destrucción de ecosistemas, así como a la depredación de fauna silvestre que, en algunos casos, resulta ser un importante vector infeccioso (por ejemplo, los murciélagos). Cada vez son más las voces en la academia que advierten de un vínculo de carácter retroalimentativo entre las crisis medioambientales y las epidemiológicas, y por este motivo, el impacto económico del nuevo coronavirus debería estudiarse según los parámetros especificados en el informe en cuestión.
Eficiencia versus Resiliencia
En este blog, recogimos las advertencias de los creadores de la denominación acerca de las posibles consecuencias de la regulación necesaria para mitigar los perjuicios ocasionados por los cisnes verdes a la economía. En resumen, existe la posibilidad de que las ambiciosas propuestas para tornar “verde” a la economía podrían traer consigo notables costos que afectarían las operaciones de sendos sectores de la economía y, por este motivo, no ser bien recibidas por una parte considerable de la población.
Sobre este asunto, la pandemia ha demostrado que, al confrontar las consecuencias inmediatas del desastre, casi todos los sectores de la economía abandonan el paradigma tradicional de la maximización de beneficios. El sentido de auto-preservación, indican los autores del informe en una comunicación posterior, promueve el diseño de estrategias de resiliencia que requieren de un traslado de los objetivos de eficiencia a un segundo plano. Así pues, los extraordinarios ajustes presupuestales experimentados por el sector público y privado para garantizar los estándares de bioseguridad, deben ser vistos como un sacrificio excepcional de la eficiencia en pos de la sostenibilidad de la actividad económica en el largo plazo.
Esta transformación de las perspectivas empresariales ha sido bien recibida por aquellos ocupados en la lucha contra el cambio climático, pues se trata de un cambio de actitudes positivo para la introducción de nuevas normativas de carácter ambientalista. De este modo, medidas como los impuestos al carbono o los subsidios a las energías renovables dejarían de ser interpretadas como imposiciones contraintuitivas o distorsiones al mercado, y empezar a ser vistas como un medio para dotar de sostenibilidad a la actividad económica en general.
Transparencia y cooperación
Ya desde su publicación, El cisne verde hacía hincapié en lo preciso que resultaba la cooperación internacional, en especial, la que podían llevar a cabo las autoridades monetarias como los bancos centrales. Ahora que sabemos el alcance y la velocidad de la coordinación que requiere el tratamiento de un cisne verde, aprendimos que esta cualidad debería aplicarse a todas las instituciones encargadas del manejo de la economía. Así pues, la recuperación económica de los países no depende exclusivamente de la política monetaria, sino también de un arduo trabajo en materia de política fiscal.
En ese sentido, el Perú se encuentra ciertamente rezagado tanto en materia de cooperación internacional como en lo concerniente a la transparencia institucional. Ambos aspectos quedaron en evidencia luego de que, de manera inoportuna, se cerraran de repente todas las posibilidades de que el Perú obtenga lotes de vacunas contra el COVID-19 en el corto plazo. Esto cuando el expresidente, Martín Vizcarra, haya aseverado en reiteradas ocasiones la inminencia de la llegada de la vacuna durante el primer trimestre del 2021, para luego conocerse que las negociaciones no habían llegado a un desenlace óptimo y el país se había quedado, momentáneamente, sin la ansiada dosis. Aun cuando al día de hoy tenemos conocimiento de que podríamos recibir los primeros lotes a fin de mes, es necesario evitar este tipo de impases en el futuro, puesto que generan un estado de incertidumbre que añade a los ya contundentes agravios del cisne.
Sobre este último punto, se podría decir que el fracaso de nuestro gobierno para contrarrestar ostensiblemente el impacto del virus no se debe necesariamente a una incertidumbre similar, pero sí a severas carencias en materia de gestión, prevención y transparencia. El precio a pagar por estas brechas ha sido muy alto y en esta línea, los redactores del informe, aducen que sucesos semejantes puede servir de ejemplo para lo que podría suceder con futuras emergencias epidemiológicas o climáticas mal abordadas.
Estas son tan solo algunas de las lecciones que nos viene dejando el “primer” cisne verde, el cual, si bien no es efectivamente el primero, sí es pionero tanto porque coincidió con la acuñación del término como por sus devastadores estragos en la economía y la vida como las conocíamos. Será tarea para los que viven el aprender de los hechos y, si no es posible evitarlos, minimizar las consecuencias de eventuales cisnes verdes. Esto es preciso para que no tengamos que lamentar, una vez más, a los que no estén o, de igual modo, al mundo como lo conozcamos entonces.
Bruno André Herrera C.
Bibliografía:
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