La seguridad informática: ¿podemos distinguir entre la realidad virtual y física?
Carmilio Mendoza Viera, alumno de Economía de la Universidad del Pacífico.
La revolución digital ha acelerado los procesos de conexión en casi todos los ámbitos de la sociedad moderna. Sin embargo, esta nueva era de hiperconexión digital también ha derivado en nuevos riesgos vinculados con el manejo de la seguridad informática. Actualmente, la información de internet, a diferencia de otros bienes tangibles, está en todos lados, pero en ningún lugar al mismo tiempo, lo cual dificulta su regulación, administración y protección. Por ejemplo, la empresa de inteligencia artificial Hour One diseña videos personalizados para diferentes compañías a partir de una imagen personal y reproducible. Esto elimina la necesidad de múltiples diseños costosos de material audiovisual, lo cual supone el manejo de información sensible. En este sentido, a propósito del Día Internacional de la Seguridad Informática, mencionaré algunas problemáticas relacionadas con el manejo de datos personales en el mundo de la comunicación y mercadotecnia virtual desde un enfoque socioeconómico.
En primer lugar, es importante comprender que la economía de la seguridad informática es una disciplina dinámica y reciente, que nace a partir de la transferencia continua, masiva y acelerada de datos a través de internet en todo momento y lugar. Esta se puede definir como un “campo de investigación que utiliza una perspectiva sociotécnica para investigar los aspectos económicos de la seguridad cibernética, como la elaboración de presupuestos, la asimetría de la información, la gobernanza y los tipos de bienes y servicios” (Kianpour, 2021) Esta rama de la economía es fundamental, en específico, para proveer estrategias sostenibles que mejoren la interacción de los agentes involucrados en sistemas digitales complejos de información privada.
Ahora bien, con respecto a las problemáticas, la transacción de los derechos del rostro supone una amenaza a la privacidad e identidad. Si un individuo decide ceder los derechos de su imagen a una empresa es necesario establecer las condiciones, limitaciones, y extensión de uso de este “producto” sin caer en una desvinculación entre el sujeto-objeto. Es decir, se debe evitar incurrir en un fetichismo de la mercancía o subjetividad puesto que, como sostiene Karl Polanyi, “la fuerza de trabajo no puede ser comprada o vendida por separado de sus poseedores” (Bauman, 2007, p. 28). Además, se requiere de una participación estatal dado que “la retransformación del trabajo en producto es la que más ha sido afectada hasta ahora por los procesos gemelos de desregulación y privatización” (Bauman, 2007, p. 21).
En este sentido, la intervención del Estado en la regulación del mercado de información privada podría evitar la explotación de datos a expensas del ciudadano. En todo caso, la creación de un reglamento jurídico sólido que considere los datos privados como “productos” sensibles reduciría los riesgos morales de uso indebido. Esto permitiría proteger el rostro, voz y la identidad personal que constituyen en sí mismos activos invaluables para subsistir en el ámbito laboral y social. No obstante, este proceso de regulación puede derivar en procesos políticos imprevistos e indeseados, como la acumulación y transferencia de datos privados hacia un Estado débil y corrupto. Es decir, “permitir a los gobiernos que nacionalicen los datos refrenará probablemente el poder de las grandes empresas, pero también podría desembocar en espeluznantes dictaduras digitales” (Harari, 2018, p. 40).
En segundo lugar, la implementación y refinamiento progresivo de esta tecnología, la cual “utiliza inteligencia artificial de aprendizaje profundo para reemplazar la semejanza de una persona con otra en video y otros medios digitales” (Johnson, 2022) se puede transformar en un instrumento de manipulación comercial y publicitaria hacia el consumidor. Esta aplicación se vincula con un rasgo esencial de la sociedad moderna que Giddens ha señalado como “lo importante que es en nuestras sociedades la confianza en los desconocidos, al igual que la relativa a la pericia profesional y técnica” (Lipovetsky, 2007, p. 308). En el ámbito del marketing, las empresas buscarían captar la atención y lealtad de sus potenciales consumidores a través de contenidos publicitarios e informativos. Entonces, si la tecnología permite capturar un rango de expresiones faciales, rasgos étnicos, movimientos corporales y otros aspectos de la comunicación no verbal del cuerpo, empresas de mercadotecnia virtual pueden crear el arquetipo ideal de un anunciante, según el público objetivo y sus características socioeconómicas.
Por otro lado, la construcción de productos tecnológicos derivados de la información privada de un individuo, como el rostro y voz, puede establecer una imagen reconocida y aceptada, como los asistentes de voz de Siri o Alexa. Así, las empresas con el manejo de los derechos sobre esta información podrán explotar las potenciales relaciones de vinculación entre los consumidores y sus productos tecnológicos. Este proceso de identificación de entidades “famosas”, como influencers y celebrities, se encuentra precisamente muy instalada en la sociedad del consumo. Es decir, la tecnología virtual como la de Hour One explotaría la sensibilidad del consumidor.
En tercer lugar, la transacción de la información personal crearía un sistema de reforzamiento que empujaría a cada vez a más individuos a “ofrecerse como productos” y generaría un mercado competitivo desprovisto de una vinculación sujeto-objeto. En términos sociológicos, esta dinámica crearía una alienación progresiva entre los sujetos que competirían por capturar la demanda de las empresas como Hour One. En este proceso, donde el individuo se desvincula de su propia identidad al transar su información como cualquier otro producto se deriva de “la subjetividad del sujeto, o sea su carácter de tal y todo aquello que esa subjetividad le permite lograr, está abocada plenamente a la interminable tarea de ser y seguir siendo un artículo vendible” (Bauman, 2007, p. 26). En ese marco, es posible que los individuos busquen ajustar su apariencia o conducta para encajar en los requisitos de la demanda, lo cual generaría profundos cambios en la identidad del sujeto.
Tal como sostiene Bauman (2007), en la sociedad del hiperconsumo, “la tarea general de preservar en masse las cualidades que hacen el trabajo algo vendible se convierte en preocupación y responsabilidad de individuos, a quienes se alienta y arrastra a hacer uso de sus mejores cualidades y recursos para mantenerse en el mercado, a incrementar su valor de mercado y a no dejarlo caer, y a ganarse el aprecio de potenciales compradores”. (p. 22)
Sin embargo, este proceso produciría una fragmentación social previsible entre grupos con mayor y menor demanda, lo cual conduciría a una etapa donde, aunque “la alegría malintencionada se atenúa, la indiferencia por el otro aumenta y muchos sufrimientos asaltan al hiper individuo, con su soledad, su ansiedad y dudas sobre sí mismo” (Lipovetsky, 2007, p. 318). Esto también se vincula con la sociedad del rendimiento y el exceso de positividad donde “la carencia de vínculos, propia de la progresiva fragmentación y atomización social, conduce a la depresión” (Han, 2012, p. 4).
En conclusión, la tecnología artificial supone cambios sustanciales tanto en la vida de los individuos que deciden ceder el derecho de su información privada como en la de los demás sujetos que consumen tal contenido de las empresas privadas. En este sentido, se observa que los rasgos esenciales de la sociedad moderna, como el consumismo, el rendimiento, la positividad excesiva y la vigilancia, impactan en gran medida en la vida de los individuos. En todo caso, la intervención adecuada de un Estado sólido y transparente y el fortalecimiento de los vínculos sociales entre los individuos permitirían atenuar estos posibles problemas frente a la inevitable transición hacia un mundo más tecnológico e interconectado.
Bibliografía
Bauman, Z. (2007). Vida de consumo. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
Han, B. (2012). La sociedad del cansancio. Barcelona: Herder.
Harari, Y. (2018). Libertad. Los macrodatos están observándote. En Lecciones para el siglo XXI. Lima: Debate.
Johnson, D. (10 de agosto de 2022). What is a deepfake? Everything you need to know about the AI-powered fake media. Insider. https://www.businessinsider.com/guides/tech/what-is-deepfake
Kianpour, M. (15 de diciembre de 2021). Cybersecurity economics. Encyclopedia. https://encyclopedia.pub/entry/17098#:~:text=Cybersecurity%20economics%20can%20be%20defined,policy%20recommendations%2C%20regulatory%20options%2C%20and
Lipovetsky, G. (2007). La felicidad paradójica. Ensayo sobre la sociedad de hiperconsumo. Barcelona: Editorial Anagrama.