El trabajo infantil: No es un juego de niños
Escribe Besly Muñoz Quintana, alumna de Derecho de la Universidad del Pacífico
“Solo sé que ahora mismo no quiero trabajar, quiero estudiar.”, “Quiero un hogar, ya no quiero dormir en cemento y cartón”, “Yo no elegí que me digan pájaro frutero de las calles.” Estas son las palabras de un niño peruano víctima de trabajo infantil, víctima de la violación de sus derechos fundamentales como niño, al disfrute de su infancia, a la educación, a la salud y a desarrollarse como persona. Un niño que es un reflejo patente del incumplimiento del deber más importante del Estado: proteger a sus hijos.
El crecimiento económico y desarrollo económico no son dimensiones equivalentes, el segundo depende del primero, por lo que hablar de un desarrollo económico es hablar de indicadores del bienestar de la sociedad. Una sociedad cada vez más globalizada, pero con insuficientes recursos destinados al sector educación y acceso a oportunidades. Por lo que, los niños, niñas y adolescentes provenientes de familias precarias que no tienen acceso a servicios básicos como salud, saneamiento, nutrición y vivienda, se ven obligados a trabajar tempranamente para sobrevivir.
LAS ALARMANTES CIFRAS DEL TRABAJO INFANTIL
La pandemia del Covid-19, la crisis política en nuestro país, la inflación y la coyuntura mundial, han incrementado las cifras del desempleo y los trabajos informales. Según datos de la Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO), en el segundo trimestre del 2020, la población ocupada disminuyó en más de 6 millones de personas en lo que se refiere al 2019. Asimismo, la pandemia ha llevado al cierre de los negocios, la reducción de los salarios y, en muchos casos, la muerte de los progenitores que funcionaban como los principales aportantes en la economía familiar.
Además, según cifras del INEI, en el primer trimestre del 2021, el 9,9 % de adolescentes de 14 a 17 años dijo que solamente trabajaba, mientras que el 22,8 % afirmó estar estudiando y trabajando. En contraste al 2020, hay un incremento del 2,7 % de adolescentes que solamente trabajan. Dentro de este porcentaje, destaca el trabajo rural, el cual presenta en nuestro país una tasa casi cuatro veces más alta que en las zonas urbanas. Esto se encuentra en concordancia con la tasa de trabajo infantil, que es mayor entre los niños y adolescentes que viven en pobreza extrema (57.4%). De esta manera, se refleja un panorama devastador que genera que cada vez más niñas, niños y adolescentes sean víctimas de trabajo infantil, desarrollando actividades con fines económicos que ponen en riesgo su vida e integridad.
¿CARAS OPUESTAS DE UNA MISMA MONEDA?: LA RURALIDAD Y LOS NIÑOS DE LA CALLE
En las áreas rurales, la tasa de trabajo infantil es entre 3 y 4 veces más grande en comparación con la de las áreas urbanas. Según datos estadísticos del INEI y la OIT: “En el área rural, el 52,3% de la población de 5 a 17 años de edad trabaja; mientras que en el área urbana el 16,2% lo hace.” Asimismo, el trabajo infantil es mayor en el grupo de niñas, niños y adolescentes cuyos jefes de hogar son de origen quechua, aimara o nativos de la Amazonía (47,6%), principalmente en el área rural (73,4%).
En la otra cara de la moneda, se encuentran los niños de las áreas urbanas, los cuales se ven obligados a abandonar sus hogares para subsistir en las calles, los también llamados “pájaros fruteros”, o mal llamados “pirañas”. Sin embargo, la precaria situación en la que se desarrollan muchas veces genera otros problemas sociales como: la formación de pandillas, venta de drogas, la prostitución, la delincuencia, el sicariato, etc. ¿Qué tipo de sociedad somos cuando ante los ojos de ese infante, la calle le ofrece mejores opciones de vida o mejor dicho retardo de muerte, que la propia comunidad?
LOS TRABAJOS MÁS DESARROLLADOS
El INEI informó que (77,3%) de niños, realizan trabajos peligrosos; de estos, (5,6%) desarrollan trabajos forzosos. Por otro lado, (5,3%) niñas, niños y adolescentes desarrollan tareas domésticas de carácter peligroso.
Respecto al área rural, de cada 100 niñas, niños y adolescentes que trabajan, 70 lo hacen en actividades agrícolas. En contraste, al área urbana donde destacan las ventas al por menor, ayudante de cocina y abarrotes con el 35,3%.
Asimismo, Almudena Olaguibel, especialista de políticas de Infancia en UNICEF, señala que: “la mayoría de los niños que trabajan en condiciones penosas, lo hacen en el sector de la agricultura (59%), mientras que el 11% lo hace en el sector de la industria (talleres, minas, canteras y en la construcción)”. Sin embargo, estos datos estadísticos solo corresponden a actividades permitidas, las cuales, debido a la informalidad masiva existente en sectores legales, son un espacio propicio para el trabajo infantil.
Pero no es solo cuestión de cifras, ya que todas estas actividades realizadas tempranamente por los niños y adolescentes conllevan a problemas más graves de salud física y emocional como: desnutrición crónica, lesiones, intoxicaciones por contaminación, entre otros.
LA DESERCIÓN ESCOLAR COMO CAUSA Y CONSECUENCIA DEL TRABAJO INFANTIL
La deserción en la vida de los estudiantes compromete su desarrollo y construcción de un futuro esperanzador, genera a su vez un círculo vicioso en las futuras generaciones de niños que dejaron la escuela por trabajar. Por ejemplo, un adolescente que dejó la escuela por trabajar en condiciones y salarios mínimos, debido a sus limitaciones académicas y económicas, es muy probable que forme en su adultez una familia en una situación de necesidad parecida a la suya. De este modo, existe un alto riesgo de que obligue a su descendencia a seguir el círculo de la pobreza, es decir trabajar dejando la escuela por la subsistencia en su situación precaria familiar.
¿DÓNDE ESTÁ EL INTERÉS SUPERIOR DEL NIÑO?
Nuestra Carta Magna comienza con el reconocimiento del valor y la dignidad humana en su primer artículo, este derecho le pertenece a todo ser humano, por el hecho de serlo, sin importar edad o condición socioeconómica. Asimismo, el 20 de noviembre de 1989 se aprobó la Convención sobre los Derechos del Niño, del cual el Perú forma parte. También, se promulgó el Código del Niño y Adolescente, que propugna al niño como sujeto de derecho y no sólo como sujeto de protección.
Si bien existen normativas regulatorias aplicables tanto en el derecho internacional, como nacional; el eje del compromiso de esta lucha, se basa en la eficacia de los mecanismos de observancia establecidos en los Pactos.
De esta manera, el Estado asume deberes y obligaciones en virtud del derecho internacional y se compromete a respetar, proteger y promover los derechos humanos. Además, adopta las medidas necesarias de acuerdo con las normas preventivas y punitivas que se rigen en su legislación, compatibles con los deberes y obligaciones inherentes a esos tratados.
LA EDUCACIÓN ES EL PUNTO DE PARTIDA EN ESTA LUCHA
En esta lucha para la erradicación del trabajo infantil, el Gobierno debe dotar a todos los organismos involucrados de recursos para la adecuada detección y seguimiento de control de casos en el país. Así como para el incentivo y apoyo a las estas familias, brindarles la protección social inclusiva para que prosigan con la educación de sus hijos, para que la adversidad económica no sea motivo para llevar a cabo acciones ilegales. Asimismo, el aumento de las inversiones económicas para facilitar el desarrollo de las familias en situación de pobreza y pobreza extrema promueve el crecimiento de la oportunidad laboral y el trabajo decente, de este modo previene el trabajo infantil, tanto como facilita el acceso a la educación y la posibilidad de un futuro mejor.
Para Joaquín Nieto, director de la OIT en España, el desarrollo de políticas de acceso a la educación es una de las mejores formas de combatir el trabajo infantil. “Donde hay un maestro es porque existe una escuela a la que deben asistir los niños de ese entorno. Y entonces, los maestros conocen de la asistencia o no a la escuela por parte del menor. Un conocimiento que ayuda a que, si el niño o la niña falta a clase, se pongan en contacto con su familia y se interesen por qué ha faltado. Una relación que puede descubrir si ese niño está trabajando y, si es así, denunciarlo ante las administraciones sociales para corregir esa situación”.
Es compromiso de todos, revertir y hacer frente al trabajo infantil e interrumpir el ciclo de pobreza, para que cada vez menos niños, niñas y adolescentes sean privados de serlo, porque el trabajo infantil NO ES UN JUEGO DE NIÑOS.
BIBLIOGRAFÍA:
https://www.defensoria.gob.pe/defensoria-del-pueblo-no-se-debe-retroceder-en-la-lucha-contra-el-trabajo-infantil-en-el-contexto-de-la-pandemia/
https://www.un.org/es/events/childrenday/pdf/derechos.pdf
https://www.eleconomista.com.mx/capitalhumano/Crisis-economica-por-Covid-19-sumara-a-8.9-millones-de-menores-al-trabajo-infantil-20220517-0124.html
https://www.ilo.org/global/about-the-ilo/newsroom/news/WCMS_845416/lang–es/index.htm
https://www.unicef.org/peru/comunicados-prensa/casos-trabajo-infantil-elevan-160-millones-primera-vez-en-20-anos-covid19
https://m.inei.gob.pe/prensa/noticias/alrededor-de-2-millones-de-ninas-ninos-y-adolescentes-trabajan-en-el-pais-9394/
Informe: “El papel de la protección social en la eliminación del trabajo infantil: Examen de datos empíricos y repercusiones políticas.”
https://www.un.org/es/about-us/udhr/foundation-of-international-human-rights-law