¿Necesitamos una nueva Ley de Aduanas?
La actual Ley General de Aduanas fue fruto de un necesario consenso derivado de las negociaciones para la suscripción del Tratado de Libre Comercio entre Perú y Estados Unidos, tratado por el que se establecieron disposiciones tendientes a desarrollar un sano equilibrio entre el control aduanero y la facilitación del comercio. A esto es a lo que denominamos “control aduanero responsable”.
Por esta razón, la actual ley contiene una serie de “herramientas facilitadoras” que procuran simplificar las operaciones aduaneras a la vez de focalizar los controles aduaneros en aquellas operaciones de alto riesgo. Son ejemplo de ello la concepción del despacho anticipado como regla general, el establecimiento de garantías aduaneras, la figura del operador económico autorizado, entre otros.
Sobre la base de la actual ley han sido dictados en los últimos años sendos procedimientos vinculados con la operatividad de los regímenes aduaneros de ingreso y salida de mercancías al y del país. Procedimientos bastante detallados, por cierto, en cuando a los flujos operativos objeto de regulación.
Bajo esta óptica ¿podríamos decir que la actual Ley General de Aduanas es una ley mala o no acorde con la función que la Aduana moderna debe cumplir? Me parece sinceramente que no. No como para pensar en dejarla sin efecto y aprobar una nueva ley.
Menciono esto pues desde hace un tiempo viene sonando fuerte el rumor que la Aduana vendría preparando una nueva Ley de Aduanas que incluiría algunos cambios importantes. No sabemos mucho más pues no se ha hecho público el borrador de norma que la Aduana vendría preparando.
Creemos, no obstante y sinceramente, que no estamos como para incursionar en nuevas aventuras “innovativas”. ¿Para qué? Ya no hay nada que descubrir. El tema es muy simple: si se trata de mejorar las cosas no se requiere una nueva ley, bastaría con modificar algunos aspectos puntuales de la actual tomando como pilares fundamentales el Convenio de Kyoto revisado (Simplificación y Armonización de los Regímenes Aduaneros) y el Acuerdo de la OMC sobre Facilitación del Comercio, así como una necesaria revisión de los principios sancionadores y régimen infraccional. No es muy complejo, sólo se requiere tomar la decisión y avanzar hacia ello.
En paralelo y tan o más importante que el cambio normativo resulta indispensable un cambio de mentalidad orientado al mejoramiento de la relación entre la Aduana y los operadores de comercio exterior. Lo que se requiere es un “control aduanero responsable” ejercido por funcionarios debidamente capacitados y comprometidos con principios tan importantes como la facilitación del comercio, la buena fe y la presunción de veracidad.
Se trata de cambios puntuales para mejorar lo que ya existe unidos a la debida capacitación del funcionario aduanero, una adecuada difusión de las modificaciones y la consulta oportuna al sector privado a fin de generar un mayor compromiso en torno al cumplimiento de la normativa. Esto, creemos, resulta mucho más importante que aprobar una nueva ley.