¿Zonas Francas en Perú?
Hace unos días fue publicada la ley mediante la cual se crea la Zona Franca de Cajamarca. Con ello, a la fecha ya suman siete Zonas Económicas Especiales -ZEE (que comprendan Zonas Francas y Zonas Especiales de Desarrollo) en el Perú.
Esperamos que la Zona Franca de Cajamarca no pase a engrosar las filas de aquellas otrora también flamantes Zonas Francas (Puno e Iquitos) que se quedaron en el papel y nunca fueron implementadas.
Lo mencionado nos hace reflexionar sobre el hecho que la finalidad de una Zona Franca no debería ser la de, exclusivamente o principalmente, generar “polos de desarrollo” en aquellos lugares en donde el Estado necesita que dichos polos sean desarrollados. Las Zonas Francas deben ser concebidas como herramienta para la atracción de inversiones (principalmente megainversiones) en el país, las mismas que, al desarrollarse y consolidarse, generarán naturalmente polos de desarrollo y de consumo directo e indirecto en la zona de influencia de la Zona Franca en donde la inversión se aloje.
A la fecha, y tras 40 años de existencia de normativa sobre la materia, se aprecia que la gestión de las ZEE en el Perú arroja como resultado aproximadamente unas 150 empresas instaladas en las ZEE en operación (Paita, Matarani, Ilo y Tacna), la generación de aproximadamente 5,000 empleos (directos e indirectos) y un compromiso de inversión aproximado de US$150 millones.
Si nos comparamos con Colombia (país vecino, competidor directo en muchas líneas productivas y con niveles similares de desarrollo), se aprecia que en dicho país la política sobre Zonas Francas, convertida en política de Estado, supone la existencia de más de 1,000 usuarios autorizados en estas zonas, la generación de más de 135,000 empleos directos e indirectos y el cómputo de US$48 billones de inversiones ejecutadas en los últimos 13 años. Todo ello, en un contexto en el cual Colombia cuenta con 120 Zonas Francas en operación y una inversión extranjera directa en estas zonas que representa el 13% del total de la inversión extranjera en el país.
Como se puede advertir, se aprecia una marcada diferencia en cuanto a resultados entre dos países comparables. Al respecto, creemos que en el Perú no podemos obtener resultados distintos (es decir, positivos) si seguimos haciendo lo mismo. No se trata de crear más Zonas Francas sino de generar un profundo cambio del modelo que pase, al menos, por la uniformización de normas dispersas en un único código integrado, la administración en manos privadas, la promoción de iniciativas privadas para la creación de zonas francas y la generalización de actividades productivas y de servicios permitidas.
En un reciente conversatorio organizado por Procolombia, en el que tuve la oportunidad de participar, se enfatizó en la orientación de las normativas nacionales hacia las denominadas “Zonas Francas 4.0”, modelo que, avanzando unos pasos más en el desarrollo de estas zonas, se encuentra vinculado con el reconocimiento y protección legal de activos intangibles, fuerte impulso a la exportación de servicios, desarrollo y fortalecimiento del comercio electrónico y del teletrabajo (más allá del contexto COVID), beneficios especiales para inversiones en ciencia, tecnología, innovación, cultura y conocimientos, beneficios especiales para inversiones que se desarrollen en zonas con mayores niveles de pobreza, etc. Todo ello orientado a la inserción de las actividades productivas y de servicios desarrolladas en estas zonas en cadenas internacionales (e incluso locales) de valor.
En Perú contamos ya con instrumentos de política sectorial y nacional que propugnan la implementación de un marco normativo sustentado en un modelo moderno y competitivo de Zonas Francas, los mismos que se encuentran plasmados en el Pilar 3 del Plan Estratégico Nacional Exportador – PENX 2025, en la Medida de Política 7.5. del Plan Nacional de Competitividad y Productividad (PNCP) 2019-2030 e, incluso, en los Tratados de Libre Comercio suscritos por nuestro país. Estos instrumentos se encuentran relacionados con el fortalecimiento del régimen de ZEE a través de, como ya adelantábamos, la unificación de su marco normativo,promoción de la inversión privada, producción de bienes y servicios con valor agregado, gestión administrativa y operativa a cargo de operadores privados y beneficios ampliados para los usuarios de estas zonas.
Como vemos, en esencia, las bases para empezar a construir sobre ellas ya existe. Lo que falta es la decisión política de apostar en firme por un cambio de modelo. No debe seguirse asociando a las Zonas Francas con un supuesto “forado fiscal”. Al respecto, y como se ha puesto en conocimiento en diversos eventos gremiales sobre el particular, estudios y experiencias internacionales señalan que por cada dólar en impuestos que el Estado deja de recaudar se generan entre 4 y 6 dólares de inversión en estas zonas con el consecuente y evidente beneficio que ello genera para el país.
Sobre esta base, y siendo el impulso privado un pilar fundamental para difundir las bondades de las Zonas Francas bajo un modelo moderno y competitivo, constituye una buena noticia el reciente anuncio de la incorporación de la Cámara de Comercio de Lima como miembro de la Organización Mundial de Zonas Francas (WFZO), la misma que, en la actualidad, constituye la más grande y activa organización de zonas francas del mundoy que, en definitiva, tiene por finalidad lograr el reconocimiento global de las Zonas Francas como herramienta importante para la atracción de inversión extranjera directa a fin de viabilizar el desarrollo, la prosperidad y sostenibilidad socio-económica.